Desde hace ocho años, el primer miércoles de mayo es el Día Mundial de la Salud Mental Materna. En ese marco, Trendsity realizó una encuesta a distintas mujeres de la Argentina que confirmó cuán altas son las exigencias que perciben por su rol en la crianza. El 73 % de las madres con bebés menores a 9 meses se sienten presionadas. Y el 71 % de todas las encuestadas se sienten angustiadas por cuestiones referidas a la lactancia.
Ellas perciben ese mandato ancestral de que “deben” dar la teta. Sin embargo, muchas no pueden o eligen no hacerlo. De hecho, el 55 % de las madres considera que dar una mamadera descomprime su agenda y le permite descansar de noche, lo que impacta positivamente en su salud mental. Ese porcentaje trepa a 72 % entre quienes complementan la leche de materna con leche de fórmula, y se eleva hasta un 77 % entre quienes usan leche de fórmula como alimentación principal.
Marisa Russomando es psicóloga y se especializa en maternidad, crianza y familia. En diálogo con RED/ACCIÓN analiza como la exigencia que sienten las madres afecta su salud mental.
—¿Por qué el tema de no dar la teta suele ser tabú?
—Existe una idea arraigada de que amamantar es la manera de ser mejor madre. Pero sabemos fehacientemente que ser una buena madre es mucho más que eso e incluso que no depende de eso. Una mamá puede decidir no amamantar y estar totalmente disponible, emocionalmente equilibrada y disfrutando de la maternidad, que es lo más importante, y también puede recibir una indicación neonatológica o pediátrica de incluir una mamadera y que eso no la ponga en cuestión a ella misma como mamá.
—¿Creés que hubo avances en ese sentido?
—Me parece que sí hay avances, que tal vez hay muchas mujeres que se animan más a preguntárselo y a tomar una decisión y no seguir simplemente lo que se supone que hay que hacer, pero seguimos estando lejos de que la mayoría de las madres puedan sentirse en libertad de poder tomar esa decisión a su manera.
—¿Cómo puede impactar en la salud mental de una madre cargar con la culpa y con mandatos ancestrales sobre la crianza?
—La salud mental, entre otras cosas, está sostenida por algunas sensaciones de certezas, fundamentalmente en relación a los distintos roles que uno ejerce. Y el rol de ser madre es tal vez uno de los roles de mayor exigencia, no solamente social y externa, sino propia. La mayoría de las mujeres quieren ser la mejor mamá posible y eso se pone en juego en el día a día, frente a la mirada de los otros y también en relación a las decisiones que va tomando. Lo mejor para esa mamá, para su estabilidad emocional, sería no ser tan cuestionada en cada una de las decisiones que toma, porque eso le genera mucha inseguridad, despierta inestabilidad emocional. Poder contar con tranquilidad y libertad para tomar las decisiones, que pondrá a prueba ella misma con su bebé y que verá las consecuencias de ello, abona a su salud mental. Pero la culpa y los mandatos van como en contra de eso, la culpa es por inseguridad. Correrse los mandatos tiene un costo, una madre debe trabajar para encontrar su propia manera de maternar.
El estudio de Trensity también señala que el 87 % de los padres cree que en los primeros meses de vida del bebé su rol es apoyar emocionalmente a la mamá, y al 69 % les gustaría poder ayudar para que su pareja no se sienta tan presionada en relación con la alimentación del bebé.
—¿Están los varones repensando su rol en la crianza?
—Los varones están tratando de acomodarse a los cambios de las mujeres en sentido amplio. Esto incluye, por supuesto, el cambio de las mujeres respecto de la maternidad. Digamos que se espera otra cosa de los varones hoy en día. Se espera la participación activa, se espera el repartir la tarea entre dos. Me parece que hay muchos que efectivamente están de acuerdo con eso y a muchos que además les sale como naturalmente. Y hay otros varones que tienen que ser demandados por la mujer para ofrecer esa presencialidad y ejercer responsabilidades sobre la crianza. Hay que trabajar mucho ahí, porque hay modelos muy fuertes que se repiten y que tal vez se ponen menos en cuestión de parte de los varones.
—¿Cómo impacta la enorme circulación de contenidos que hay hoy acerca de la crianza en redes sociales?
—Las mamás reciben mucha información y en muchos casos contradictorias porque hay distintas líneas de pensamiento y está bien que así sea. Lo ideal sería que puedan escuchar palabras autorizadas para poder tomar posición. El tema de las redes sociales, por un lado, tiene su parte positiva porque esa mamá está acompañada un poco todo el tiempo, si así lo quisiera. Para una mamá reciente, sentirse acompañada es importante. La empatía es importante, saber que hay otras mujeres, otras mamás que están pasando por algo parecido, por un momento parecido, ayuda. Pero hay un exceso de información no certera, no autorizada, un bombardeo que va directo a generar exigencia, no es que aliviana. Hay personas que se animan a ponerse como modelo o se animan a armar teorías pero que no son profesionales y no lo aclaran. Por supuesto que la voz de una mamá que tuvo su experiencia es supervaliosa, pero siempre que se sepa que desde ahí se está opinando.
—¿Qué le dirías a una mamá que se siente sobrecargada?
—Una mamá reciente, y sobre todo primeriza, necesita estar acompañada. La maternidad a solas, sobre todo en los primeros tiempos, es muy difícil. En segundo lugar, sería bueno que esa mamá y su entorno evalúen qué es una buena compañía. La buena compañía es la que de verdad acompaña la manera que tiene esa mamá de abordar la crianza y que responde a preguntas, no brindando consejos desde un lugar de cuestionamiento. Y eventualmente, por supuesto, puede ser necesario buscar ayuda profesional, tal vez de un neonatólogo o pediatra que se ocupa de la salud del bebé. También están las puericultoras, están las psicólogas especialistas en crianza, hay muchos grupos de ayuda a mamás o de encuentros para mamás y bebés.