En alianza con
Mauricio Macri presenta Primer tiempo, su versión sobre los cuatro años en los que fue presidente de la Argentina. Es la contracara de Sinceramente, el pretexto con el que Cristina Kirchner se mostró en la campaña que la llevó a la vicepresidencia. Los libros de los políticos en actividad son jugadas en el ajedrez del poder. Así conviene analizarlos.
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TXT. Sir Winston Churchill, a quien no le faltó ámbito humano por explorar, se llevó el Nobel de Literatura en 1953. De oratoria brillante, además era autor de crónicas de guerra, columnas de opinión política y textos históricos plagados de genialidades. Sigfrid Siwertz, que representaba a la Academia Sueca en la ceremonia de premiación, destacó que era raro encontrar buenos escritores entre los grandes estadistas: Churchill compartía ese honor nada menos que con Julio César y Benjamin Disraeli. Y no muchos más.
En estas pampas, Mitre, y sobre todo Sarmiento, produjeron páginas memorables. Y hay quien dice que Política y petróleo, de Frondizi, contribuyó a su llegada al poder. Otros han publicado artículos y hasta algunos libros olvidables, casi siempre asistidos por ghost writers. En los últimos años, Sinceramente, de Cristina Kirchner fue un éxito editorial y ahora le llega el turno a Primer tiempo, de Mauricio Macri. Algunas librerías anunciaron que no lo venderían, por razones ideológicas, pero el éxito de la preventa a través de Mercado Libre confirma que la grieta es campo fértil para best sellers. Mientras, María Eugenia Vidal ultima los detalles del suyo, con el sello de Random House.
Los libros de políticos son herramientas de comunicación poderosas, siempre que se recuerde que el diablo está en los detalles:
- Naturaleza. La publicación de un libro es un hecho político, y sólo secundariamente editorial. Sirve para marcar agenda, para atacar, para defenderse, para reivindicarse. No debe juzgarse por su calidad literaria sino por su impacto en el juego del poder.
- Expectativas. La previa genera momentum. El rumor va creando clima. Un primer capítulo anticipado a los medios crea interés. No importa si se lo ataca o defiende. Ya lo decía Oscar Wilde: lo importante es que hablen de uno, aunque sea bien.
- Timing. Como en la guerra y el amor, en la política el timing lo es todo. CFK publicó Sinceramente cuando relanzaba su estrategia que la llevaría a la vicepresidencia. Macri vuelve a la escena cuando su figura parecía desdibujarse y el gobierno muestra signos de fatiga por la pandemia. A siete meses antes de las elecciones de medio término.
- Puesta en escena. El show de la presentación dice mucho: quién está y quién no está son mensajes políticos. La presencia de Alberto Fernández sorprendió en el lanzamiento de Sinceramente: fue un modo astuto de empezar a instalar la alianza que lo dejaría en el poder. Los que acudan a aplaudir a Macri estarán dando un mensaje sobre el ex presidente. Y sobre ellos mismos.
- Y finalmente, el contenido. Todo lo anterior es clave, pero se desvanece pronto si al libro le falta sustancia. Con raras excepciones, de los políticos no interesa su pensamiento más profundo: son gente práctica. Interesa cómo y por qué tomaron ciertas decisiones. Los libros reivindicatorios terminan en los estantes de las ofertas.
“Confío en que la historia será amable conmigo, porque tengo la intención de escribirla”, dijo alguna vez Churchill. De eso se trata.
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Tres preguntas a Sergio Kaufman. Es presidente de Accenture Argentina y de la región de Sudamérica Hispana desde 2013. También es presidente del Consejo de Administración de CIPPEC y presidió el 52° Coloquio de IDEA. En 2018 recibió el Konex Platino en la categoría Ejecutivos del Comercio, de la Banca y de los Servicios.
- La pandemia replanteó todo, también el trabajo. ¿Cuál es tu mirada del presente y el futuro del trabajo?
El efecto principal de la pandemia es que lo que iba a pasar en diez años, pasó en uno. Replantearse nuestra relación con el trabajo, la distancia entre la oficina y nuestra casa, y las relaciones laborales que ahora son mucho más chatas… todo eso pasó en un año. Iba a pasar igual, pero en diez. Hoy, preguntarle a alguien dónde trabaja es un anacronismo. Debería ser en qué trabaja en todo caso, y eso probablemente sea también difícil de contestar. Dentro de poco, vamos a trabajar en muchas cosas, quizá en más de una empresa. Estamos en este momento en un proyecto de federalizar el empleo porque el talento está en todos lados: no queremos que el talento venga, porque el dónde no existe más, sino crear una gran red de talento a nivel nacional. Donde hay una fibra óptica y una universidad, ahí estamos.
- ¿Cómo ves el liderazgo en este contexto?
El buen liderazgo viejo se basaba en el saber y en el poder. Todos tuvimos buenos jefes que sabían mucho y que decían lo que tenías que hacer, y lo hacías. Hoy el saber se rompe y se construye de nuevo cada seis meses, y a veces en lapsos menores de tiempo. Hoy hay chicos de 25 años que saben mucho más que nosotros, y no hablo figurativamente. Es literal: saben más que nosotros. Y el poder como herramienta de gestión de las organizaciones está definitivamente obsoleto. Entonces cuando el saber y el poder están cuestionados, qué nos queda para después de la pandemia. Lo que nos queda son los valores: diversidad, respeto, los temas de género. Y no por corrección política, sino por entender que así una organización es mejor. De alguna manera, el saber es reemplazado por los valores porque el saber es lo efímero, los valores son lo permanente. El poder mutó también: es la influencia. Hay que dejar de decirle a la gente lo que tiene que hacer y procurar influir positivamente.
- Habrás oído hablar de la responsabilidad política empresarial: el aporte que hacen las empresas cuando impulsan cambios regulatorios que benefician a toda la sociedad. ¿Cómo ves este tema?
Este es un gran tema para los dircoms. Algo que es aceptado en el mundo, como es el lobby, en la Argentina tiene un halo de sospecha. Mi visión es que en estos temas hay que ser vocal y transparentes. En el caso de la Ley de Teletrabajo, por ejemplo, salió del Congreso de una manera que no estaba bien. Cuando fuimos y lo planteamos, se entendió y la reglamentación salió muy bien. Es mejor que lo que había, y mejor que no tener ley porque ciertos temas en materia impositiva mejoran y da previsibilidad al colaborador. Cuando vas sólo con tu interés, nadie te escucha, pero cuando planteás con franqueza algo que legítimamente representa el interés colectivo, un lobby sano por decirlo de alguna manera, te escuchan.
Para acceder a la entrevista completa a Sergio Kaufman, podés hacer click acá.
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Marcas con propósito. Bob Osmond siente atracción por las palabras híbridas que son producto de la fusión de dos conceptos. “Messessary” une messy (confuso, desaliñado) con la más obvia neccesary. Según él, hay conversaciones que tienen esas características y se resuelven cuando se tiene claro el propósito.
La pandemia de covid está teniendo efectos en varias democracias del mundo y aumentando la brecha de inequidad. Los problemas sociales se acentúan. Si antes los públicos empezaban a pedir tímidamente que las marcas definieran su propósito, ahora exigen que lo hagan sin demora y lo comuniquen con claridad. 2020 fue el año en el que nos quedamos quietos y se aceleró todo.
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Academia. La sabiduría de la multitud estima que el promedio de las soluciones que aporta un grupo de personas a un problema es mejor que las que ofrecen sus miembros por separado. Aunque hay evidencia de que esta teoría en general funciona, no es infalible.
Este artículo explica cómo técnicas de machine learning pueden corregir la inteligencia colectiva cuando la opinión media del grupo es errónea. Gobiernos, empresas y otras organizaciones aprendieron hace tiempo a sistematizar la sabiduría de la multitud con las encuestas clásicas. La inteligencia artificial está llevando este conocimiento al siguiente nivel. Insumos clave para los profesionales de asuntos públicos y comunicaciones.
Hasta acá llegamos esta semana. Todas tus ideas, propuestas o consultas son bienvenidas. Podés escribirme a [email protected]
¡Hasta el miércoles que viene!
Juan
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