El lunes pasado, en una conferencia de prensa desde Downing Street, Boris Johnson, el primer ministro británico, dijo que, si el 12 de julio se confirman los datos epidemiológicos favorables —consecuencia de la vacunación general con dos dosis—, el 19 de julio desaparecerán las limitaciones legales y podrán reabrir los sectores clausurados de la economía, como grandes eventos y el ocio nocturno. Además, no habrá límite de capacidad en teatros o cines, no será obligatorio —aunque sí recomendable— el uso de barbijo, se eliminará la distancia personal y el gobierno dejará en manos de las empresas la decisión del home office.
Al mismo tiempo, Italia, que se recuperó de un 2020 muy duro, lanza una moneda de dos euros con una imagen de dos médicos. “Grazie ❤”, dice. A pesar de la variante Delta, Europa parece estar superando al coronavirus. En la Argentina, donde hay 18 millones de vacunados con una dosis y 4,5 millones con dos (lo que según cifras del Ministerio de Salud hizo que las infecciones descendieran 4,5% esta semana y los fallecimientos, 5,2%), también hay algo de esperanza: se prevé un octubre con menos presión sobre las unidades de terapia intensiva y un paulatino regreso a la calma.
El Hospital de Clínicas —en cuyas 40 aulas cursan por año 1.500 alumnos de 35 cátedras de las carreras de Medicina y de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires— está saliendo del segundo confinamiento: los turnos habían sido restringidos y sólo se atendían pacientes de urgencias, de áreas oncológicas, con tratamientos crónicos o con cirugías de último momento. El objetivo fue hacer lugar a los pacientes que llegaron con la segunda ola. Ahora los turnos vuelven a ser dados con regularidad.
En el Hospital Alemán la situación es similar. “Desde que se levantó el aislamiento duro empezamos a retomar consultas, atención, incluso cirugías a un ritmo normal, y hoy continúa así”, dicen fuentes del hospital a RED/ACCIÓN. “Las consultas se hacen con un protocolo que incluye uso de tapabocas, alcohol en gel y temperatura en el ingreso. En el caso de las cirugías, PCR negativo previo a la intervención”.
En el Hospital Universitario Austral, de Pilar (que hizo reformas edilicias para poder atender en simultáneo a pacientes con covid y a otros pacientes), lo interesante es la estrategia. Fernando Iudica, director médico del hospital, dice que estiman dos escenarios potenciales para los próximos meses.
TAMBIÉN PODÉS LEER
“Escenario 1: un sostenimiento de la disminución de contagios en el AMBA tal como se está dando en este momento”, dice Iudica. Actualmente, en el Hospital hay un 14% de positividad: si hace dos semanas tenían unos 50 internados por covid, ahora hay 34; y en Cuidados Críticos el 40% corresponde a covid. “En este escenario”, sigue Iudica, “el gran desafío que enfrentamos y enfrentaremos es atender a todos los pacientes que retrasaron sus tratamientos. Observamos que están volviendo a consultar ya sin miedo al covid, y vacunados. Eso hace que muchos turnos de los servicios ambulatorios de la mayoría de las especialidades deban darse a 40 días o incluso a 2 meses. En los turnos quirúrgicos pasa algo similar”.
Si bien se van liberando camas de covid, rápidamente son ocupadas por pacientes que requieren internación por una cirugía o por un tratamiento previo. “Eso nos hará seguir con una ocupación de camas de alrededor del 95% en algunas áreas”, dice Iudica. “Y en Cuidados Críticos será similar porque los pacientes con patologías graves comienzan a operarse”. El director médico también indica que la presencialidad en los colegios traerá enfermedades pediátricas como bronquiolitis (que en 2020 casi no hubo) y una demanda de más camas para internación.
Sigue Iudica: “Escenario 2: potencial tercera ola provocada por la variante Delta. Nos traerá muchos enfermos y eso exigirá aún más el servicio del hospital. Para los que no estén vacunados, es probable que esta variante sea más letal, mientras que aquellos que estén vacunados posiblemente se contagien pero no necesiten internación”.
El director médico señala que es una variante más contagiosa: si con el covid inicial cada contagiado infectaba tres, con la variante Delta cada infectado pueden contagiar a entre seis y ocho. “En este segundo escenario”, sigue, “tendremos que profundizar la transformación del hospital: lo destinado a recuperación quirúrgica volverá para covid, la recuperación hipercrítica de Cardiología también y las camas de la Unidad de Cuidados Intensivos tendrán más pacientes de covid que, a su vez, provendrán de las camas de internación general, también más exigidas por cuadros de covid. De este modo, el hospital deberá volver a postergar todos los procedimientos que no sean urgentes o que no puedan esperar más de tres meses”.
Para Iudica, los dos panoramas son de alta actividad, alto impacto y con ocupación completa. “Si bien el personal está más maduro”, concluye, “más habituado a las medidas de protección y con menos temor de contagio, ambos escenarios lo encontrarán muy cansado”.
El cansancio de los médicos y de los enfermeros
Justamente, el agotamiento luego de un año y medio de pandemia es lo que abre un interrogante sobre el futuro de los hospitales, las clínicas y los sanatorios. Especialmente en cuanto a trabajo humano, vacaciones y licencias. El Decreto 132/2020 publicado por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires el 12 de marzo de 2020 había suspendido “las licencias anuales del personal que preste servicio en los establecimientos hospitalarios de la Provincia”. El 4 de septiembre de 2020, Axel Kicillof prorrogó por 180 días la emergencia sanitaria dispuesta en ese decreto y recién en marzo de 2021 hubo algo de vacaciones.
“El personal quedó muy comprometido emocionalmente, entonces la posibilidad de volver a una normalidad es muy impredecible”, explica la psicoanalista Maridel Canteli, fundadora del Comité de Bioética de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva y miembro de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis. “Teniendo todos el diagnóstico presuntivo de que están mal, consultan poco a los programas de soporte emocional. Es como si por la emergencia no tuvieran lugar para atenderse ellos. Si las instituciones no generan espacios donde ellos puedan ser atendidos, podrían agudizar sus síntomas”.
Muchos médicos vacunados, que fueron ellos mismos pacientes de riesgo y luego volvieron a trabajar a un hospital, muestran conductas fóbicas y desconfiadas. “No se ha podido observar que se pueda volver automáticamente”, dice Canteli. “Esas conductas podrían denominarse estrés postraumático, desgaste emocional y nos resistimos bastante a caracterizarlas como burn out porque eso es más definitivo y siempre se pensó que esta situación iba a ser transitoria”.
Muchos médicos y enfermeros vieron que se podían contagiar de sus pacientes, que podían contagiar a sus seres queridos y que moría gente muy cercana. “Las características emocionales han sido muy particulares”, sigue Canteli, “y no solo por la cantidad de horas extra y la falta de equipos”. Es algo que nunca se había visto. “Habíamos tenido situaciones de gran conmoción social… pero que no llegaban a que un médico tuviera miedo de tocar a un paciente”.
TAMBIÉN PODÉS LEER
“Agotamiento hay, y bastante”, confirma Patricia Tarrío, una trabajadora social que es parte de la guardia del Hospital Paroissien, de Isidro Casanova. Allí, el pico de la ola se dio en abril. Antes, en el verano, algunos empleados del hospital habían podido tomarse —excepcionalmente— algo de vacaciones, aunque no el período completo. Luego la mayoría trabajó horas extra sin cobrarlas, a ritmo pandémico.
Dos psicólogos atienden a los médicos del Paroissien. Son del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, que creó un programa llamado Cuidar a los que cuidan, para acompañar y contener a los equipos de salud.
“Ojalá podamos volver a una normalidad, pero no sabemos”, sigue Tarrío. “Este virus se comporta extrañamente y hay cosas que ya cambiaron, como los sistemas de atención o servicios que atendían pacientes sin covid: la unidad coronaria ahora es una unidad covid”.
En el mundo científico se cree que la vida tal como la conocíamos no va a regresar por un largo tiempo, por más que la rutina se relaje un poco, y eso también genera angustia e incertidumbre. “Necesitamos lo de siempre: mejores condiciones de trabajo”, dice Tarrío. “Todo está saturado, no tenemos teléfono ni Internet. Usamos nuestros aparatos. Si eso tan básico funcionara mejor, bajaría un poco la cuestión de quemarse”.
***
Podés leer este contenido gracias a cientos de lectores que con su apoyo mensual sostienen nuestro periodismo humano. ✊ Bancá un periodismo abierto, participativo y constructivo: sumate como miembro co-responsable.