La amenaza que representa inteligencia artificial no se limita al reemplazo del trabajo humano, sino al funcionamiento de los modelos de negocios. Específicamente, el problema está afectando a los creadores de contenidos, artistas y escritores, ya que muchas empresas están usado sus textos y obras para entrenar a las tecnologías. Y lo hacen sin pagar derechos de autor.
De hecho, hace no más de dos semanas, The New York Times demandó a OpenAI y Microsoft por utilizar su contenido licenciado sin consentimiento, poniendo en el ojo público esta cuestión como una prioridad en el debate.
Los escritores también tomaron parte en las demandas que recibió la gigante tecnológica OpenAI. Fue en septiembre de 2023 cuando el autor de Juego de Tronos, George R.R. Martin, firmó una denuncia colectiva por violación de los derechos de autor junto a otras entidades literarias.
“Los grandes libros los escriben aquellos que dedican sus carreras y sus vidas a aprender y perfeccionar el oficio. Si queremos preservar nuestra literatura, los autores deben tener la capacidad de controlar si la IA utiliza sus obras y, sobre todo, cómo lo hace”, manifestó Mary Rasenberger, directora ejecutiva de The Authors Guild, el sindicato de escritores.
Ante las crecientes polémicas, OpenAI explicó en una presentación ante el comité de The House of Lords (una cámara del parlamento británico) que hoy los derechos de autor cubren casi todo tipo de expresión humana incluidos blogs, fotografías, mensajes de foros, fragmentos de código de software y documentos gubernamentales.
“Sería imposible entrenar los principales modelos de IA actuales sin utilizar materiales protegidos por derechos de autor", profundizó la empresa. “Limitar el entrenamiento de datos a libros y pinturas de domino público podría dar lugar a un experimento interesante, pero no proporciona sistemas de IA respondan a las necesidades actuales”, continuó en su declaración.
En esta línea, la empresa destacó que la ley de derechos de autor no prohíbe el entrenamiento de bots. Aunque, en realidad, no es que no lo prohíbe sino que no fue actualizada. De hecho, lo que señalan los demandantes es que la llegada de esta tecnología pone un signo de interrogación a muchas de las normas redactadas en el pasado.
Las regulaciones sobre este punto podrían ayudar a las personas que crean contenido a preservar sus fuentes de trabajo. “Proporciona un modelo de negocio que apoyaría a las personas que informan de las cosas, y pondría una prima financiera en el periodismo preciso y de alto valor”, explicó en redes sociales Walter Isaacson, autor de la biografía de Elon Musk y también periodista, sobre la demanda de The New York Times. “Los sistemas de IA competirán por tener los datos más valiosos y fiables”, concluyó.
Sobre esto, OpenAI aclaró que está colaborando activamente con algunos creadores de contenidos para llegar a acuerdos mutuamente beneficiosos sobre el acceso a materiales que, de otro modo, serían inaccesibles.
Esta lucha por respetar los contenidos licenciados también está presente en otro tipo de herramientas, no solo en bots conversacionales. Por ejemplo, según informó The Guardian, Getty Images (marca propietaria de uno de los bancos de imágenes más grandes del mundo) denunció por infracciones de derechos de autor a Stability AI que es el creador de Stable Diffusion, una herramienta de IA de generación de imágenes.