Según el informe de Situación y evolución del trabajo registrado, en enero de este año había poco más de 3 millones de personas trabajando de manera independiente. Tanto la relación de dependencia como el trabajo freelance tienen sus beneficios y desafíos.
Por eso, desde RED/ACCIÓN hablamos con dos personas que trabajan como freelancers. Carmen Álvarez, traductora científica, pensaba en el atractivo de ser una trabajadora independiente desde antes de decidirse por su carrera. "En el momento en que me recibí, casi todo el mercado laboral para traductores era formato freelance, había muy pocas empresas que te tomaban como en relación de dependencia. En simultáneo, me fui volcando a la vida deportiva de a poco. Con el correr de los años llegó a ser casi una necesidad hacer algo de deporte a diario”, cuenta. A esto se suma que los deportes que practica, como el kite surf y el stand-up paddle, son en gran medida dependientes del clima. "Si por ejemplo, el viento levanta a las 11 y dura una hora, tengo la libertad de poder cortar y después volver al trabajo".
Por su parte, la diseñadora UX Sofía Cáffaro recuerda: "No estaba 100% decidida a empezar a trabajar freelance, pero lo empecé a poner sobre la mesa al hablar con gente que conocía. Eso es lo primero que se necesita, empezar a contarlo. Me hizo caer en la cuenta de que conseguir trabajo freelance no es difícil; hay un gran mercado y mucha gente que lo necesita. Lo que, en cambio, sí puede ser difícil es que tu horario dependa completamente de vos, además de no tener la certeza de qué va a pasar el próximo mes o los próximos meses".
Cómo afrontar los desafíos
Si bien manejar nuestros horarios o poder trabajar desde cualquier lado tiene sus ventajas, también tiene sus dificultades. Sobrre esto, Álvarez profundiza: "Implicó renunciar a los aspectos seguros de la relación de dependencia, como a tener el sueldo a fin de mes, a tener obra social y otros beneficios que implica esa situación. Naturalmente da nervios no saber con qué base va a contar uno para cubrir los propios gastos. Me daba mucho miedo y fue un proceso que fui madurando durante un año y medio (es decir, pensando 'listo, mañana lo hago', pero al día siguiente me asaltaba la duda si, por ejemplo, aumentaba la luz)”, cuenta entre risas.
Existen métodos para abordar la indecisión. La traductora declara: "Para afrontar ese mar de dudas, me propuse ordenarlas en papel, para verlas de manera concreta y abordarlas una a una. Así, reuní y anoté por un lado todos mis gastos fijos en una hoja de excel, y por el otro todos mis gastos variables. El solo hecho de ver el gasto aproximado que yo tenía por mes me dio mucha tranquilidad, porque me daba un objetivo claro y una cifra a la que llegar".
"El segundo gran miedo era que surja un imprevisto y no poder cubrirlo. Para alivianar eso me dediqué a ahorrar y separar un fondo para emergencias", desarrolla Álvarez.
Cáffaro expresa que su "gran aprendizaje" fue "pensar en las conversaciones con potenciales empleadores como ventas. Uno está ofreciendo un servicio y para hacerlo es importante definir metas, tiempos, límites y otros detalles importantes a tener en cuenta a la hora de concretar un trato o un negocio".
El día a día
"El último día de trabajo en relación de dependencia, cuando cerré la computadora, sabía que se venía un desafío y que iba a tener que invertir mucha energía en gestionar bien el trabajo. En ese aspecto, es clave la confianza a uno mismo y hacer todo lo que sea necesario para construirla. Tanto a nivel personal como hablando con las personas cercanas que nos pueden ayudar para tomar la decisión", reflexiona Álvarez.
“Que te llegue un WhatsApp por un trabajo no tiene el mismo peso de que te llegue de una amiga y uno tiene que saber cuándo prestarle atención a esas cosas y exponer de manera clara la propia disponibilidad”, suma Cáffaro.
Respecto de los desafíos, la diseñadora destaca el cambio de contexto a nivel cotidiano. “Las personas con las que trabajamos son siempre diferentes. Entonces hay una carga cognitiva súper alta al principio, al interiorizarse de los proyectos, entender la necesidad del cliente, responderla y presupuestarla. Como no hay nada definido, vos tenés que definirlo, y todo lo que no definas se va a definir solo por default o porque lo defina el cliente. Por eso es bueno anticiparse. En mi experiencia, es importante tener todo esto preparado para el primer contacto con el cliente, porque es la clave de cómo va a ser la relación laboral después”.
Finalmente, Álvarez añade: "Pienso que la modalidad freelance no es el camino seguro, pero ese es precisamente el incentivo para estar activa, pendiente y atenta a cualquier posibilidad que surja de posibles proyectos o nuevos clientes. A mí me genera cierta ilusión y satisfacción ir creándome mi propio camino laboral. Pero el lado B es, presicsamente, la inseguridad. Tenés el hoy, los proyectos para entregar la semana que viene y después una página en blanco".
Por su parte, Cáffaro concluye: "Como diseñadora UX, tengo el hábito de analizar los resultados de lo que uno hizo para no repetir ese problema. Siendo freelance, cada interacción laboral es algo que salió de una manera y que tiene puntos de mejora. Al ser consciente de eso tenés la posibilidad de no fallar o, al menos, intentar hacerlo diferente”.