La práctica de fútbol femenino se ha incrementado en un tercio a lo largo de la última década, lo que ha venido respaldado por un aumento en las tasas de audiencia (30 %) y un mayor apoyo económico.
Por ejemplo, la victoria de la selección femenina en el último Mundial de fútbol disparó el interés de las niñas españolas por este deporte. E, incluso, por convertirse en jugadoras profesionales. El número de fichas federativas se ha duplicado en este país en los últimos diez años, y se espera que estas cifras sigan en aumento.
Pero, desafortunadamente, conforme se incrementa el número de personas que juegan al fútbol, también lo hace el número de lesiones.
Según las estadísticas, las niñas abandonan la práctica deportiva en mayor porcentaje que los niños al llegar a la adolescencia (48 % frente al 33 %). Junto con los altos niveles de exigencia, las lesiones contribuyen a este fenómeno.
Los profesionales en ciencias de la salud y del deporte estudiamos las lesiones propias del fútbol. Para nosotros, resulta determinante conocer las particularidades de cada sector de la población, ya que existen diferencias anatómicas y fisiológicas dependiendo de la edad y del género. Esto tiene implicaciones tanto desde la perspectiva del rendimiento deportivo como en la aparición y prevención de lesiones.
¿Hay diferencias entre hombres y mujeres?
Se ha observado, por ejemplo, que los varones tienen un mayor riesgo de sufrir lesiones en la musculatura inguinal, mientras que las mujeres presentan entre dos y seis veces más probabilidades de padecerlas en el ligamento cruzado anterior. Estas diferencias hacen inapropiado aplicar a jugadoras protocolos evaluados en futbolistas masculinos esperando obtener el mismo resultado. Además, las lesiones que sufren las futbolistas tienden a ser de mayor severidad, lo que se refleja en el número de días que deben estar fuera del campo.
En lo que se refiere a la prevención, el primer paso consiste, entonces, en identificar exactamente cuáles son las lesiones más comunes en las futbolistas adolescentes, de entre 12 y 18 años. Para averiguarlo, realizamos un metaanálisis que representa el mayor grado de evidencia científica disponible.
Después de revisar más de 2 000 artículos, seleccionamos un total de 13 estudios que cumplían con los criterios necesarios para nuestra investigación. Con el fin de asegurarnos de que los resultados eran fiables, esos trabajos debían proporcionar datos sobre la incidencia de lesiones siguiendo las recomendaciones del Comité Olímpico Internacional. Es decir, cuántas ocurren en relación con el tiempo de entrenamiento o competición.
Según nuestros resultados, se registraron 2 333 lesiones en 500 000 horas dedicadas al fútbol. La incidencia fue de 5,2 lesiones por cada 1 000 horas de exposición. La cifra fue más abultada durante los partidos (13 por cada 1 000 horas) en comparación con las sesiones de entrenamiento (2,4 por 1 000 horas).
Al igual que ocurre en las futbolistas adultas, las lesiones más comunes afectaron al tobillo y la rodilla, mientras que las de cabeza y tronco fueron las menos frecuentes. Además, las lesiones ligamentosas se produjeron más a menudo que las musculares.
El punto débil de ellas son los ligamentos
La principal conclusión es que los chicos se lesionan más en términos absolutos, principalmente en los músculos, pero ellas arrojan mayores tasas de lesiones ligamentosas.
Esto podría deberse a las peculiaridades hormonales, ya que las mujeres tienen mayor hiperlaxitud (sus tejidos son más elásticos) y, por tanto, sus ligamentos deben soportar más estrés. Una corriente de autores defiende, por su parte, que se debe a factores sociales como la mayor dificultad de las mujeres para acceder a instalaciones deportivas de calidad o contar con un equipo de profesionales sanitarios.
Entender estas diferencias nos ayudará a prevenir y tratar las lesiones en futbolistas adolescentes. La salud integral y la igualdad son esenciales para el bienestar de todos los deportistas.
Estrategias preventivas
A partir de los resultados, el siguiente paso es implantar estrategias preventivas para esta población. Algunos programas de fortalecimiento han resultado eficaces en futbolistas, dado que la mejora específica de la fuerza es un factor de protección.
Por lo tanto, resulta necesaria la implicación de los educadores físicos en la programación de protocolos personalizados de fortalecimiento muscular en las futbolistas jóvenes. Y es fundamental introducirlos desde edades tempranas, ya que son más efectivos antes de sufrir cualquier lesión.
*Hugo Olmedillas Fernández, Profesor en el Departamento de Biologia Funcional, Universidad de Oviedo and Marcos Quintana Cepedal, Estudiante de doctorado en fisiología aplicada, Universidad de Oviedo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.