Laura González es médica y en el 2009 comenzó a trabajar en el Hospital El Cruce, de Florencio Varela (provincia de Buenos Aires). Como era un hospital nuevo en el que iban a hacerse procedimientos de complejidad, era necesario buscar donantes de sangre. Fue ahí que Laura comenzó a especializarse en Hematología. Un área que se convirtió en una vocación.
Desde entonces se encargó de promover la donación de sangre 100 % voluntaria, no ante la necesidad de un familiar, sino para abastecer anónimamente a bancos de sangre. Hoy lo impulsa como directora del Instituto de Hemoterapia de la Provincia de Buenos Aires, el ente regulador de las actividades relacionadas con la sangre (donación y tratamientos) en hospitales públicos y privados de la jurisdicción. “Me gratifica que la familia acompañe al paciente sin la preocupación de buscar donantes, porque ya personas que donan en forma voluntaria tienen la empatía y el compromiso social de donar pensando en el otro”, dice a RED/ACCIÓN en el marco del Día Mundial del Donante Voluntario de Sangre.
—¿Qué tareas hacen hoy para impulsar la donación de sangre?
—En la provincia de Buenos Aires, con el apoyo del Ministerio de Salud, estamos trabajando en conjunto con el Centro Único Coordinador de Ablación e Implante Provincia de Buenos Aires (CUCAIBA) en convenios con clubes de fútbol, municipios, universidades, ministerios, regiones sanitarias donantes. Son compromisos de ambas partes de trabajar en la promoción de la donación, no solo de sangre si no de órganos y tejidos.
—¿Cómo se puede fomentar la cultura dela donación de sangre?
—La educación, borrar mitos, el compromiso y la no indiferencia de la comunidad nos va a permitir llegar a cumplir este sueño de aumentar la donación voluntaria y habitual de sangre. Además, cualquiera de nosotros, un amigo, un hermano, un hijo, en algún momento puede estar en la situación de necesitar una transfusión, un transplante, etc. Pensar en el otro es crecer en una sociedad que aplasta a la indiferencia y crece en valores.
—¿En qué mejoramos en este aspecto?
—Avanzamos en hablar más sobre donación, hay campañas que las hacen visibles, las redes y los mismos donantes colaboran pero todavía falta para cambiar el modelo. De todos modos, destaco que hay más conciencia en la gente, se habla más de la donación voluntaria, se trabaja mucho con las escuelas y estamos trabajando en nuestros futuros donantes con conciencia social, empatía y solidaridad. Los chicos son esponjas y grandes replicadores, transmiten tan bien el mensaje que convierten a sus papás en donantes voluntarios. En Buenos Aires se puede donar a partir de los 16 años. Es muy gratificante ver a los jóvenes donar y comprometerse, empiezan el secundario y después los encontramos donando en sus facultades.
—¿Qué otras cosas te dan satisfacción cuando ves a gente donando?
—Me gratifica que se llegue a tiempo cuando está la necesidad, que la familia acompañe al paciente sin la preocupación de buscar donantes. Es decir, que que el hemocomponente espere al paciente, y no que el paciente espere lo que necesita para que se le salve la vida. También me gratifica que los técnicos y médicos de los servicios de Hemoterapia puedan trabajar tranquilos, sabiendo que tienen un stock adecuado a la demanda; es muy angustiante estar en una guardia como profesional y que, por ejemplo, en un parto con una hemorragia no tengas sangre para corregirla.
—¿Qué mitos persisten sobre la donación de sangre?
—Que tenés que ir en ayunas, que donar engorda, que debilita. Me sorprende que sigan circulando estos mitos, que solo entorpecen. Quien tenga inquietudes al respecto puede escribir a nuestras redes @sangrecirculando. Ir a la fuente desmitifica y ayuda a que ese mito no se instale.
—¿Qué sentís al donar sangre?
—Siento mucha más energía y una gran alegría. También dono plaquetas por aféresis; lograrlo y repetirlo para mí es importante porque sé lo necesarias que son.
—¿Hay algo que te haya dicho alguna vez un paciente o un donante que creés que es valioso compartir?
—Un paciente me dijo: "Cuando me transfunden siento que me inyectan vida. Me paro, no tengo dificultad al respirar no me late acelerado el corazón". Y es así porque los glóbulos rojos llevan el oxígeno a todo el cuerpo. Un donante también me dijo: "Gracias por dejarme seguir viviendo en otros".