Cuando a Beatriz Mendoza le detectaron altos niveles de tolueno en su sangre, empezó a notar que los tóxicos que estaban afectando su sistema nervioso también estaban impactando la salud de toda su comunidad. Ella es psicóloga social y trabajaba en el centro de salud de Villa Inflamable, en la cuencia del Riachuelo porteño. Lo mismo observó Claudia Leguizamón, una maestra en Villa Jardín, cuando sus alumnos empezaron a llegar a clase con enfermedades respiratorias y oncológicas. Y a la misma conclusión llegó Graciela Aguirre, directora de una secundaria en Lomas de Zamora, cuando los vecinos empezaron a acercarse a la escuela en busca de ayuda por las enfermedades que estaban brotando en el barrio.
En la última década, todas ellas, desde su respectivo lugar y profesión, y sin conocerse una a la otra, empezaron una lucha diaria contra la contaminación de la Cuenca Matanza Riachuelo. No es coincidencia que todas sean mujeres, explica Soledad Fernández, socióloga, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires: “La contaminación atraviesa el cuerpo de las mujeres. Hay un correlato entre la violencia que se ejerce sobre los territorios y la violencia sobre sus cuerpos”.
La demanda que llevó a la sentencia ambiental más transcendente del país
En 2002, Beatriz Mendoza inició un reclamo judicial junto con otras 16 personas en contra de 44 empresas ubicadas en el polo petroquímico de Dock Sud. El tolueno, un tóxico derivado del petróleo, entró a su cuerpo mientras trabajaba en Villa Inflamable, un barrio ubicado dentro de Dock Sud donde viven más de 1800 familias.
El reclamo judicial de Mendoza y los otros vecinos eventualmente culminó en la sentencia ambiental más trascendente del país: la “Causa Mendoza”, a través de la cual la Corte Suprema de Justicia sentenció en 2008 al Estado nacional, la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires a sanear el Riachuelo.
Pero poco se ha avanzado en la tarea impuesta desde la histórica sentencia. En mayo de este año, el juez federal de Morón Jorge Rodríguez determinó que es un derecho humano respirar aire puro no contaminado y denunció que ha habido un incumplimiento de la tarea de saneamiento del Riachuelo. Desde Acumar, la autoridad creada para sanear la cuenca, aseguran que para 2025 ya no habrá mal olor ni se verá basura a lo largo del Riachuelo y que para junio de 2020 las industrias a lo largo de la cuenca dejarían de ser agentes contaminantes.
De todos los que firmaron la demanda, algunos siguen en contacto. Pero Mendoza es la única que sostiene una lucha abierta. Ella sigue yendo a Villa Inflamable, ahora como directora de Salud y Ambiente de Avellaneda. Participa de reclamos colectivos por el cumplimiento del fallo, y hasta escribió un libro titulado “Riachuelo, zona de promesas”. En estos años, aprendió a “no renunciar ante la tristeza” y a “planificar la esperanza”
“No importa en cuánto tiempo, pero ineludiblemente la sentencia generará cambios que beneficien a una gran masa de personas”, cuenta en conversación con RED/ACCIÓN.
Un censo sanitario liderado por docentes
Mientras el Estado se demora en cumplir con la sentencia de la Corte, un grupo de vecinas y trabajadoras de distintos barrios a lo largo de la Cuenca —que atraviesa 14 municipios y la Ciudad de Buenos Aires, y en la que viven más de 4.5 millones de personas— empezaron a tomar en sus propias manos la lucha contra la contaminación.
En 2012, cuando los vecinos de Villa Lamadrid, municipio de Lomas de Zamora, empezaron a notar un incremento en los problemas de salud en el barrio, acudieron al principal lugar de encuentro para los vecinos: la Escuela Secundaria Básica Nº 72. Allí, Graciela Aguirre, directora de la escuela y maestra de historia y geografía, comenzó a recolectar las quejas de los vecinos y a llevarlas al Foro Hídrico de Lomas de Zamora, una organización que de hace años trabajaba el tema de inundaciones en el municipio.
En 2013, Aguirre, junto con la ayuda de docentes de su escuela, llevó a cabo lo que fue el primer censo sanitario de Villa Lamadrid. A través de una encuesta diseñada por ella y los maestros, censaron un área con un radio de 12 manzanas para comprender cómo la contaminación del Riachuelo estaba impactando la salud de los vecinos.
“Empezamos a recibir a muchas familias preocupadas por las enfermedades. Queríamos saber cuán extenso era el problema y a cuánta gente estaba afectando. Nos dimos cuenta de que sin datos éramos invisibles”, dice Aguirre.
Los resultados del censo revelaron una situación preocupante: altos niveles de enfermedades de piel y respiratorios, así como una alta presencia de tumores, particularmente en personas jóvenes. “Los datos nos impactaron, no nos esperábamos lo que nos encontramos”, admite Aguirre.
A partir de los resultados del censo, Acumar estableció una unidad sanitaria en Villa Lamadrid, y empezó a entregar materiales didácticos sobre la contaminación en las escuelas del barrio. Sin embargo, para Aguirre, éstas medidas no son suficientes.
“Está bueno como disparador, pero la cuestión ambiental no se agota con educar sobre el tema. Necesitamos una política pública a largo plazo, una planificación urbana. Hay una terrible ausencia de Estado. Como docentes y formadores, sentimos la responsabilidad de ocupar este vacío”, dice Aguirre.
El proyecto que involucra a los jóvenes en la lucha contra la contaminación
Como la historia de Aguirre hay muchas otras. Claudia Leguizamón, maestra de la Escuela N° 72 Pedro Medrano, en Villa Jardín, por ejemplo, ideó el proyecto Guardianes del Riachuelo cuando se dió cuenta cómo la contaminación del Riachuelo estaba impactando día a día la vida de sus alumnos, impidiendo que se enfoquen en sus estudios.
“Los pibes tenían una amargura, una tristeza. Yo no podía enseñar”, cuenta Leguizamón.
A través del proyecto, que comenzó en 2010, alumnos de 5° grado de la escuela realizaron un registro de los basurales y los sitios altamente contaminados de su barrio. Además, trabajan en la separación de residuos dentro del colegio y buscan darle concientización a la comunidad para recuperar espacios que eran basurales.
“No me puedo quedar con los brazos cruzados viendo que los chicos no tienen inodoro, que no tienen un espacio para jugar. Viendo que la plaza de los chicos se ha transformado en un basural a cielo abierto. No es natural que un chico viva en estas condiciones”, dice.
El documental que visibiliza la historia de las Mujeres del Río
No es coincidencia que la mayoría de las referentes barriales que hoy en día están involucradas en la causa de la Cuenca Matanza Riachuelo sean mujeres. Según Soledad Fernández, socióloga, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires, esta tendencia resulta del lugar de cuidado que ocupan las mujeres no solo en sus hogares, sino también en sus comunidades.
“Las mujeres son las que mayoritariamente asumen las tareas de cuidado, no solo a nivel doméstico, sino también en sus trabajos. Cuando hay un problema de salud, son las que se dan cuenta primero y las que inmediatamente se involucran para ayudar”, dice Fernández, quien investiga desde hace años temas de contaminación del Riachuelo con una perspectiva social.
A través del análisis de los procesos participativos y las audiencias públicas de Acumar, Fernández y sus colegas identificaron que la mayoría de los vecinos que se acercaban a participar eran mujeres, especialmente aquellas que trabajaban en el sector de la educación y la salud. Este análisis culminó en la producción del documental “Mujeres del Río”, en el cual Fernández relata la historia de las distintas mujeres que asumieron el rol de cuidadoras de sus comunidades a lo largo del Riachuelo.
“Las mujeres se organizan y asumen la responsabilidad de madres, no solo de sus hijos, sino también de su comunidad”, dice Fernández. “Enfrentan problemas cotidianos que a la vez son muy complejos, que involucran la vida de los chicos y del barrio”.
Una historia que se repite a nivel global
A través de su investigación, Fernández ha estudiado otros casos similares en los cuales las mujeres fueron las que se organizaron para enfrentar la contaminación en sus barrios.
A principios del año 2000, las familias que vivían en las Torres de Wilde de Villa Domínico, un complejo ubicado frente al relleno sanitario del CEAMSE, denunciaron altas tasas de leucemias relacionadas a la exposición de tóxicos generados en el basural. Como en el Riachuelo, fueron las mujeres y madres del barrio las que se organizaron para denunciar al CEAMSE. Juntas formaron la asociación “Las Madres de las Torres de Wilde”, a través de la cual realizaron un censo sanitario similar al que realizó Aguirre en Villa Lamadrid.
La historia se repite en el 2002 en el barrio Ituzaingó Anexo, al sur de la ciudad de Córdoba, donde madres salieron a la calle para reclamar atención sanitaria ante la cantidad de enfermos en el barrio. En su caso, denunciaban que las fumigaciones en los campos de cultivos cercanos al barrio estaban generando casos de cáncer, leucemias y alergias en cantidades que nunca antes había notado. Nuevamente, a través de sus propias percepciones y relevamientos, llevaron el caso a la justicia, y lograron la primera condena por fumigaciones ilegales en el país.
Estas historias se repiten no solo a lo largo del país, sino también del mundo. En conmemoración del Día de la Mujer este año, la Organización de las Naciones Unidas destacó el rol esencial de las mujeres en la protección del medio ambiente en un informe titulado “Las mujeres, la fuerza que el medio ambiente necesita”.
“Desde tiempos ancestrales, las mujeres han tenido una relación especial con la naturaleza. Ellas contribuyen enormemente al bienestar y el desarrollo sostenible de sus comunidades, así como al mantenimiento de los ecosistemas, la diversidad biológica y los recursos naturales del planeta”, destacan desde la ONU. “Las mujeres están realizando grandes progresos y los Gobiernos recurren cada vez más a su experiencia y liderazgo cuando deben adoptar decisiones importantes relativas al medio ambiente. Aun así, todavía queda mucho por hacer para apoyar el papel de la mujer en la toma de decisiones y la garantía de un futuro mejor para todos”.