Ocurrió también en de noviembre, pero de 1867, en Varsovia (Polonia). Hace 156 años nació uno de los iconos más representativos de la sociedad actual, tan manifiesto que abarca ciencia, sociedad y feminismo: Marie Slodowska Curie.
La poderosa fotografía de Marie Curie, una mujer de mediana edad, con moño semidespeinado y estilo austero, irrumpe en cualquier escenario científico, de divulgación o de igualdad. Curie se ha convertido en un símbolo, más que merecido en virtud de sus logros científicos y humanos.
Pudo quedar fuera del Nobel
Marie sufrió las mismas discriminaciones que aún hoy siguen sufriendo las mujeres.
La nominación inicial al premio Nobel de Física de 1903 solo incluía a Henri Becquerel y el marido de Marie, Pierre Curie. Fue Pierre, en una carta con fecha del 6 de agosto de 1903 (ahora disponible al público), respondiendo a un profesor de la Universidad de Estocolmo, quien señaló la injusticia que supondría no incluir a Marie Curie. Y decidieron incluirla.
El segundo premio Nobel concedido a Marie Curie tampoco estuvo exento de polémica. En el año de su nominación, 1910, y a pesar de haber recibido ya un premio Nobel y su brillante curriculum, Marie no fue elegida para formar parte de la Academia de las Ciencias francesa. Este rechazo se ha relacionado con el antisemitismo (a pesar de que Marie Curie era católica), los prejuicios contra las mujeres, la xenofobia y también con ciertas corrientes negacionistas con la ciencia, no muy distintas a las que hoy vivimos.
El periódico ultra-nacionalista y antisemítico L’Action Française trató de desprestigiarla, utilizando, cómo no, acusaciones tan actuales como que se había aprovechado de los avances científicos de su marido Pierre Curie para medrar, o de tener una relación sentimental poco apropiada (con el también científico Paul Langevin, embebido en un proceso de divorcio de su entonces esposa).
Este proceso de desprestigio puso en peligro su puesto en la Sorbona. El decano de la facultad incluso propuso invitar a Marie a volver a su país de origen, Polonia. La propia Academia Sueca de las Ciencias sugirió a Marie Curie rechazar el premio Nobel en Química. Si no la destruyeron fue por el apoyo de científicos tan prestigiosos como el propio Langevin o Arrhenius, que abogaron en su favor delante de los académicos.
Les petites Curies (las pequeñas Curies)
Además de ser la única persona con dos premios Nobel en física y en química, el siguiente episodio de la vida de Marie Curie justifica su valor como símbolo de la mujer en ciencia. Me refiero a sus petites Curies.
Una vez estallada la Primera Guerra Mundial, en 1914, Marie Curie ofreció su pericia científica al servicio de Francia. Las primeras máquinas de Rayos X eran enormes y se encontraban únicamente en aquellos hospitales de equipamiento más avanzado. Era imposible usarlas en el frente. Marie Slodowska Curie diseñó un equipo de Rayos X portátil que revolucionó la medicina, y no solo en el campo de batalla.
Por primera vez, los médicos del ejército podían detectar las balas o sus fragmentos a extraer, in situ, sin tener que trasladar a los heridos. Marie consiguió reunir una flota de 20 dispositivos portátiles, a los que los soldados llamaron “les petites Curies” (los pequeños Curies), y viajó a los hospitales de batalla.
La mujer, por derecho, en la Universidad
La Universidad de París ofreció a Marie Curie, en 1906, el puesto de profesor de su marido fallecido, Pierre Curie. Se convirtió así en la primera mujer en ocupar un cargo como profesora en la Sorbona, y la primera directora de uno de sus prestigiosos laboratorios.
La entrada de Marie como profesora en la universidad derrumbó las restricciones de género vigentes en las instituciones de educación superior en todo el mundo.
Han pasado más de 100 años durante los que la sociedad en general, y la ciencia en particular, han evolucionado muchísimo. Pero las tretas empleadas para el desprestigio de las mujeres siguen vigentes en ciencia. Dos artículos publicados en enero y octubre de 2023 describen situaciones actuales en las instituciones de educación superior de Estados Unidos que reflejan lo poco que han cambiado las cosas o lo mucho que queda por hacer.
Sin espacio
El primero de estos estudios, publicado en la revista Science, describe un informe que concluye que las mujeres que lideran grupos de investigación en la Scripps Institution of Oceanography de California disponen de la mitad del espacio que sus colegas hombres.
En la Scripps los espacios se heredan cuando un investigador o investigadora se retira o traslada. En la mayoría de las situaciones, es el propio académico o académica que se retira quien designa sucesor. Y no ayuda nada que el 86 % de los eméritos hombres sigan ocupando el 25 % del espacio disponible en el centro.
La investigadora Nancy Hopkins (hoy profesora emérita) del MIT (Massachusetts Institute of Technology,) de Boston, también en Estados Unidos, distribuyó, en su momento, un informe sobre la sistemática discriminación contra las mujeres académicas del MIT. Se basaba un análisis idéntico de la distribución de los espacios de investigación. ¿Consecuencias? No se tomó ninguna medida al respecto.
El abandono de la mujer investigadora
El segundo de los estudios, publicado en la revista Science Advances, y con reseña en la revista Nature, analiza los datos de una encuesta hecha a miles de académicos/as de instituciones a lo largo y ancho de Estados Unidos.
El análisis indica que la razón número uno por la cual las mujeres abandonan su puesto en el mundo académico es el clima tóxico en el lugar de trabajo. Encontraron que en todas las etapas muchas más mujeres que hombres suelen abandonar su carrera en el mundo académico, pero lo sorprendente es que la diferencia se incrementa cuando se consideran posiciones ya consolidadas. La atmósfera tóxica en el lugar de trabajo fue la razón más esgrimida por las mujeres para explicar el abandono, mientras que en el caso de los hombres las razones fueron profesionales, como por ejemplo, un incremento salarial.
El 7 de noviembre de 2023, cuando festejamos el 156 aniversario del nacimiento de Marie Curie, las mujeres científicas aún tenemos que derribar barreras que impiden la igualdad real entre investigadoras e investigadores. Hoy es un buen día para celebrarnos. ¡Y que Marie Curie nos acompañe!
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.