Este domingo es el Día de la Madre 💝 La mía se llama Patricia y es una gran lectora; su biblioteca es un campo de juego donde lo primero que encontré fueron los ejemplares de El Séptimo Círculo y lo último (hasta ahora), algo sobre chamanismo; además de que fue ella quien, un día de tormenta de 1989, me secó con la plancha, hoja por hoja, un ejemplar de La isla del tesoro que se me había empapado cuando yo volvía del colegio en medio del aguacero. Probablemente ella ni se acuerde, pero para mí es una imagen que nunca se fue.
¿A qué voy? A que quiero hablar de maternidad y literatura; o sea, de la maternidad en la literatura; de la literatura en la maternidad. Por eso charlo con Marina Yuszczuk, una autora que lleva un especial registro de este mundo, y que dice: “Es muy muy profunda la experiencia de la maternidad, en muchos niveles, y de a poco esto se está empezando a decir”.
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Marina Yuszczuk acaba de ganar por La sed el Premio Nacional de Novela Sara Gallardo (del Ministerio de Cultura de la Nación, dirigido a autoras cis, lesbianas, travestis, transexuales y transgénero). Es una novela con ecos de Mary Shelley y de Jane Austen, que cuenta la historia de una vampira en la Buenos Aires decimonónica y la de una mujer contemporánea que pasea con su hijo por el cementerio de la Recoleta. No es la primera vez que esta novela editada por Blatt & Ríos sobresale: en julio había sido anunciada entre los diez semifinalistas del Premio de Novela Fundación Medifé Filba (aunque luego no llegó a estar entre los cinco finalistas).
- La sed está sembrada de pensamientos en torno a los roles, también de violencia y de erotismo; y lleva la conversación sobre mujeres, feminismo y maternidad a un nivel inesperado.
Primer punto: “Lo nuevo es quién habla, la primera persona es fundamental”, me dice Yuszczuk sobre la manera en que hoy se cuenta la maternidad. Yuszczuk es porteña, editora de Rosa Iceberg (el sello que fundó con Tamara Tenenbaum y Emilia Erbetta) y autora de varios libros; entre ellos, otros dos que refieren a la maternidad: La inocencia y Madre soltera.
Sigue: “Hasta hace unos años el discurso en torno a la maternidad eran distintas voces autorizadas diciéndote qué hacer, cómo parir, cómo criar. Médicos, psicólogos, pediatras y demás. El saber que construimos las madres no valía. Me parece tan banal quedarse con eso y que todo se reduzca a pensar si criamos bien o criamos mal”.
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Marina, ¿la maternidad se ha vuelto un tema de moda? ¿Es un género?
No, de moda no creo. Que se empezó a hablar públicamente de maternidad, gracias a lo que empujamos las mujeres, sí. Pero nunca va a estar de moda porque la maternidad es lo menos glamoroso del mundo, ojo, me parece bien. Lo que pasó en los últimos años es que empezó a existir un asunto colectivo; no es que sea la primera vez en la historia que esto pasa pero la diferencia es que esta vez somos las madres las que hablamos, las que reclamamos nuestra potestad sobre nuestras maternidades. Me parece bastante revolucionario, lástima que el feminismo no termina de acusar recibo. Pero ya lo va a hacer. Pensá que hace unos meses solamente, cuando reclamábamos por el encierro y la escolaridad de nuestros hijos, se burlaron de una manera atroz, decían: “No saben qué hacer con los pibes”. No. La cuestión es que nosotras sí sabíamos. Pero falta mucho para que la sociedad pueda dar esa discusión con altura: en la representación más tradicional, la madre es una descerebrada, no un sujeto político.
- Sobre la maternidad, Yuszczuk recomienda leer a Mariana Enríquez (cuyos relatos de terror no están lejos de La sed). “Creo que tiene algo muy interesante en sus cuentos de terror con estas mujeres que sienten el deber de cuidar a un chico pero lo hacen mal, no pueden, fracasan, y eso se vuelve terrorífico. En ‘El chico sucio’, en varios relatos de Las cosas que perdimos en el fuego. Me parece super interesante porque ahora cuando hablamos de maternidad también hay que hablar de no desear ser madre, de los aspectos pesadillescos que por supuesto tiene”.
- También recomienda a Shirley Jackson: “Te diría que no hubiera sido la escritora que fue de no haber sido madre de cuatro, eso está claro, en sus relatos aparece todo el tiempo la maternidad y lo doméstico, las tareas de cuidado. De nuevo, como fuente de terror. Siempre me acuerdo de ese personaje de La maldición de Hill House que se moría de culpa porque cuidaba a la madre anciana y a mitad de la noche la despertaban los golpes de la madre en la pared, que la llamaba, y al final la madre había muerto”.
- “Y hay que leer a las poetas”, agrega, “Marina Mariasch, Laura Wittner, Roberta Iannamico, Cecilia Pavón, lo mejor que leí en los últimos años sobre maternidad va por ahí. Y los relatos de Flor Monfort, Cecilia Fanti, Gabriela Bejerman, aunque se me hace raro recomendar los libros de mi propia editorial [Rosa Iceberg]”.
¿Tenés una madre favorita en algún libro?
Madre favorita de algún libro… te diría que pienso mucho en la Virgen María. Me parece que está todo ahí, lo mejor y lo peor de la maternidad: el endiosamiento junto con el “úselo y tírelo”, el temor, la necesidad de des-sexualizar a la madre, el corte brutal del hijo que le dice “qué tengo que ver contigo”. Siempre pienso en María.
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¿De qué manera escribir y leer influyen en tu rol de madre o en tu práctica de maternidad?
Te diría que es al revés: mi rol de madre influye en cómo leo y en lo que escribo, eso está clarísimo. Soy la escritora que soy en este momento, entre otras cosas, porque soy la madre de mi hijo. Yo no leo libros sobre maternidad ni sobre crianza, pero vivo en la infancia de mi hijo, participo de eso aunque sea un poco y eso me cambió mucho la relación con la ficción, con el arte de contar relatos. Con el encantamiento de la narración, que como adultos perdemos, por más que seamos muy lectores. La verdad que somos todos lectores pero no existe un adulto que se entregue a la ficción como un niño, que le dé un peso tan terrible a la palabra. Entonces al lado de mi hijo yo entré en contacto con algo que, te podría decir, es de lo mejor que me pasó en la vida. Y yo ya lo había tenido cuando era chica, mi mamá nos contaba cuentos a mis hermanos y a mí que inventaba en el momento y eran muy divertidos, así que estoy en un estado de emoción muy profunda con eso y creo que en mis últimos libros aparece todo el tiempo.
¿Cómo te imaginás la maternidad en 20, 30, 50 años?
Me imagino menos madres y más felices, supongo. Que muchas mujeres descubran y admitan que no quieren maternar me parece un gran logro; ahora, con respecto a las que sí son madres, espero que este momento de queja medio banal pase y de lugar a otra cosa más interesante, entiendo que está bien des-idealizar la maternidad y todo eso pero ya está, ya fue suficiente. Porque la queja sostenida, cuando es lo único que hay, se transforma en una manera de no asumir la propia elección, de infantilizarse, siento eso. De pronto parece que lo único que hay para decir sobre la maternidad es que es difícil. Por eso en Madre soltera, que escribí hace varios años, una de las cosas que dije es “tengo que escapar de la banalidad de la queja”, o algo así. No puede ser que sea lo único que hay para decir sobre esta tarea delicadísima de vivir con un ser humano que se transforma a una velocidad implacable, que te lleva de los pelos, que es una tromba de energía y de intensidad y te reclama como nadie te reclamó y te da unas alegrías que no te entran en el cuerpo. Es muy muy profunda la experiencia de la maternidad, en muchos niveles, y de a poco esto se está empezando a decir. También quiero creer que el feminismo va a poder asumir plenamente que la maternidad es un asunto político y que las tareas de cuidado deben estar en su agenda.
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La novela más llamativa de 2021 sobre este mundo es, posiblemente, Delicias de la maternidad, de la autora nigeriana Buchi Emecheta, original de 1979, publicada ahora por Editorial Empatía (un sello argentino dedicado a la literatura africana).
La novela, con su título irónico, sigue la vida de Nnu Ego, una mujer que cuestiona los roles tradicionales de esposa y madre. Temas: la poligamia, el asunto de no poder tener hijos, el acceso a la educación de hombres y mujeres, el colonialismo, los nigerianos obligados a pelear en nombre del imperio británico en una guerra que ni siquiera entienden.
“La maternidad condensa, además, un universo de significaciones y experiencias inseparables del contexto en el que se materna”, escribe Elisa Fagnani en su prólogo, “la Nigeria colonial, marcada por el pasaje de la aldea a la ciudad, de las tradiciones al ‘progreso' del hombre blanco. Nnu Ego se vuelve madre en un entorno hostil, definido por el desarraigo de su comunidad, sus valores y apoyos”.
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Y no quisiera cerrar esta edición mamera sin mencionar Pequeñas labores, un libro de ensayos y crónicas breves y autobiográficas (con traducción al español de Alejandro Zambra y Jazmina Barreta, en Antílope), sobre bebés y madres. La autora es Rivka Galchen, escritora y médica canadiense.
- En una reseña de NPR, acertaron: “La proposición implícita de Galchen —que los bebés pueden ser objeto de un arte serio— resulta sorprendente, incluso radical, en un mundo donde la maternidad y el intelectualismo siguen estando instintivamente enfrentados. Puede que Pequeñas labores sea un libro breve, pero no es pequeño”.
Googleando ahora sobre Galchen, encontré que tiene una nueva novela, Everyone Knows Your Mother Is a Witch, donde también habla sobre maternidad. En una entrevista reciente, dijo: “Convertirme en madre fue mucho más transformador de lo que pensé, porque recuerdo haber pensado cuando era niña que no sería tan malo perder un bebé porque no es una persona. Esto fue antes de que realmente conociera a un bebé. Fue muy transformador para mí estar de cerca y ver cuán completa es una persona desde el primer momento de su vida. Que simplemente... están completas, lo cual es realmente obvio para la mayoría de las personas, pero de alguna manera fue una novedad para mí”.
Sí… delicias de la maternidad… ¡Feliz día! 🥳
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Posdata: Abdulrazak Gurnah, de Tanzania, es un escritor muy bueno, parece, tan tan bueno que la semana pasada ganó el Premio Nobel de Literatura. Quién será Abdulrazak Gurnah, ¿no? Y... ¿por qué no le dan ese premio de una vez a Haruki Murakami, Margaret Atwood, Mircea Cartarescu o a Milan Kundera? Y... ¿por qué no se lo dieron a Borges?
- Sobre estas preguntas leí un artículo muy bueno: ¿Por qué (casi) nunca conocemos al Nobel de Literatura?
- Un extracto: "En el ámbito de la literatura, Nobel dejó escrita la voluntad de premiar a quien hubiera producido la obra 'más sobresaliente de tendencia idealista dentro del campo de la literatura', una frase que también suele traducirse como 'a quien hubiera producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal'. ¿Qué quería decir Alfred Nobel con esta 'tendencia idealista' o 'dirección ideal'?"
Bueno... por ahora lo dejamos acá. Podemos seguir la conversación por mail [[email protected]] o en las redes [@redaccioncomar]. Y también podés contactarme en Twitter [@sinaysinay].
- Si querés recomendarme libros, autores o temas para tratar, o contarme si leíste algo de lo que mencionamos, ¡adelante!
Nos vemos,
Javier