La irrupción del coronavirus ha causado un dolor más profundo y más rápido a la economía global que la crisis financiera de 2008 y amenaza con superar el impacto de la Gran Depresión de 1929.
China, Estados Unidos y Europa están paralizadas. Las cadenas de pagos están prácticamente congeladas y casi no hay créditos para personas o empresas.
Ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial hubo un cierre semejante de la actividad económica. En Estados Unidos se estima que el desempleo podría elevarse por encima del 20% en la primera mitad del año. Actualmente la tasa es de menos del 4%.
Para la Argentina, esta crisis la agarró mal parada. Previo al estallido del brote del virus, las proyecciones eran que la economía argentina terminaría el año siendo 1% mas chica que el 2019. Ahora se estima que se contraerá 2.5% (N.de la R.) Goldman Sachs actualizó post publicación de esta nota y ahora su proyección es que la contracción será del 5,4%) .
Veamos en este gráfico las proyecciones de crecimiento para la Argentina y la región antes de que se desatara la crisis del coronavirus (barra de color azul) y después de iniciada la pandemia (en rojo):
El costo de la cuarentena. Las consultoras privadas estiman que la economía argentina pierde $34.000 millones cada día.
Y a diferencia del 2008, el Gobierno de Alberto Fernández tiene pocas balas para combatir el impacto. El endeudamiento del país y el déficit fiscal de las cuentas públicas, lo dejó sin caja y sin posibilidad alguna de pedir prestado afuera.
A eso hay que sumar una inflación anual del 50%, el retroceso del precio de la soja y el desplome del petróleo, y la fuerte caída de la demanda de carne por parte de China.
El frenazo ya se siente. Salvo las alimenticias y las vinculadas a la industria de los medicamentos, las fábricas están paradas; y la gente no viaja, no va al cine, no sale a comer. No hay consumo. Las aerolíneas no vuelan, los hoteles están vacíos y los restaurantes cerrados. A modo de ejemplo, el consumo de nafta cayó 85% este mes.
También está el drama de ese 35% de los trabajadores argentinos que están en la informalidad, a los que le pagan parte del sueldo en efectivo y los que sobreviven de changas. El resultado es que hay miles de personas que en las últimas dos semanas se quedaron sin empleo o sin poder trabajar.
Para aliviar el impacto de la crisis, el presidente Alberto Fernández implementó una serie de inéditas medidas que apuntan a garantizar la producción y el abastecimiento, cuidar el trabajo y ayudar a los más vulnerables.
El costo del paquete. Se calcula en alrededor de $200.000 millones, lo que equivale a alrededor del 1,5% de lo que produce la Argentina en un año. Ese combo de medidas está entre los 10 más grandes que se han anunciado hasta ahora, de acuerdo a un informe del banco estadounidense Goldman Sachs.
Las principales medidas para apuntalar el consumo:
- $ 10.000 para trabajadores independientes y monotributistas. Apunta a favorecer a trabajadores informales.
- Bono de $ 3.000 para los jubilados que cobran la mínima
- Un bono de $ 3.100 para los que cobran a la AUH (apunta a ayudar a los que trabajan en negro o están desocupados).
Medidas para sostener el trabajo:
- Créditos por $ 350.000 millones a una tasa del 26% anual, para ayudar a las empresas a pagar sueldos.
- Subsidio estatal para que las empresas al menos paguen el monto de un salario mínimo durante el frenazo económico.
- $ 200.000 millones para obras públicas. Son una importante fuente de empleo.
Medidas para aliviar el impacto de la crisis en tu vida cotidiana:
- No van a poder cortarte Internet o el servicio de TV por cable si no pudiste pagar. Lo mismo con el agua y la luz. Además, se extiende el congelamiento de tarifas.
- Prórrogas de vencimientos de pagos de impuestos, créditos y otras deudas.
- No te van poder subir las cuotas de los alquileres por 180 días y se prohibieron los desalojos.
- Ayuda del Banco Mundial. El organismo aprobó US$ 300 millones para ayudar al Gobierno a minimizar el impacto de la crisis en los más vulnerables.
El razonamiento en la Casa Rosada es que si las empresas no tienen ingresos, es posible que no puedan pagar los sueldos, tampoco a sus proveedores, ni pagar sus deudas. Y si la gente pierde el trabajo y no recibe ingresos, dejarán de gastar, lo que se traducirá en que otras personas también pierdan sus empleos e ingresos.
Con estas medidas, Alberto Fernández quiere evitar ese efecto dominó y apostar que en dos o tres meses el virus esté contenido y la actividad comience a repuntar.
