Las empresas argentinas que quieren ser las mejores para el mundo- RED/ACCIÓN

Las empresas argentinas que quieren ser las mejores para el mundo

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Exactamente 75 pymes y grandes empresas del país adoptaron como propósito generar mejoras sociales y ambientales. Lo incluyen en sus estatutos y certifican ese compromiso con una norma internacional conocida en el país como Sistema B. Se trata de un modelo mundial en el que la aspiración ya no es ser la mejor empresa del mundo sino la mejor para el mundo. ¿Cuáles son las firmas nacionales que tomaron este camino?

Las empresas argentinas que quieren ser las mejores para el mundo

Exactamente 75 pymes y grandes empresas del país adoptaron como propósito generar mejoras sociales y ambientales. Lo incluyen en sus estatutos y certifican ese compromiso con una norma internacional conocida en el país como Sistema B. Se trata de un modelo mundial en el que la aspiración ya no es ser la mejor empresa del mundo sino la mejor para el mundo. ¿Cuáles son las firmas nacionales que tomaron este camino?

El negocio de Matías Portela es negocio para todos. Es un círculo virtuoso para la ciudad de Córdoba. Si vende más juegos para chicos, habrá más nenes desafiando su ingenio. Los cartoneros que le consiguen el material que usa para hacer las casas, castillos y aviones para armar y colorear sumarán más ingresos.

Las fábricas que recorren los cartoneros en busca de descartes enviarán menos basura al relleno sanitario. Y las mujeres de barrios humildes que se encargan de la terminación de los juegos y el empaquetado tendrán más trabajo.

Cuando Matías, un ingeniero industrial de 34 años, renunció a su carrera en Volkswagen, lo hizo para idear un negocio en el que no hubiese perdedores: “Desde 2011, cuando nació Ondulé, hasta hoy vendimos 92 mil juguetes, reciclamos 47 mil kilos de cartón y le dimos empleo estable a 15 mujeres que trabajan desde sus casas, jamás le financiamos el pago y respetamos sus plazos de entrega”.

La pyme de Matías es una de las 75 empresas del país que lograron certificar como empresas B o Benefit corporations, según su nombre en inglés. Se trata de un modelo de negocio que además de buscar la rentabilidad tiene como propósito conseguir un impacto social y ambiental positivo.

Ondulé produce juegos con cartón reciclado por cooperativas.
Ondulé produce juegos con cartón reciclado por cooperativas.

El propósito es parte del ADN y también del estatuto

“A diferencia de los programas de Responsabilidad Social Empresaria (SRE) o las donaciones, la empresa B tiene ese propósito como génesis. Sucede desde adentro, es parte de su ADN”, explica Francisco Murray, director Ejecutivo de Sistema B, representante en la Argentina de B-lab, la ONG estadounidense que en 2007 desarrolló la herramienta de evaluación de sostenibilidad y el proceso de certificación para empresas llamadas de triple impacto: económico, social y ambiental.

En 2013, un año después de aterrizado el modelo en la Argentina, en el país había 15 empresas certificadas. Cinco años después se multiplicaron por cinco hasta llegar a las 75 que existen hoy.

“Crece la cantidad de empresas B porque hay mayor compromiso de los empresarios, que entienden que ya no alcanza con pagar los impuestos y que el Estado se encargue del resto. Estos emprendedores entienden que lo correcto es buscar el propósito dentro de la misma empresa”, analiza Murray, que en su época de emprendedor fundó Páez, una empresa de calzado que certificó como empresa B.

Mientras que en toda América Latina hay 414 empresas trabajando bajo esa filosofía, la Argentina es el tercer país de la región con más firmas dentro del ecosistema, solo detrás de Chile y Brasil. En el mundo, en tanto, son 2.655.

El propósito que trabaja cada empresa debe ser incluido en el estatutos, de modo que sus directores y gestores deben rendir cuentas ante los accionistas, por ejemplo, sobre el impacto logrado. Y al mismo tiempo, los directores pueden no ceder ante un reclamo de los accionistas orientado a trabajar exclusivamente en la rentabilidad.

"Cuanto más crecemos, más gente tiene agua para tomar"

A las empresas que persiguen este modelo les gusta decir que no pelean por ser la mejor empresa del mundo sino la mejor empresa para el mundo. Mucho de eso hay en la historia de Proyecto Agua Segura, el emprendimiento que hace tres años creó el médico Nicolás Wertheimer, de 29 años.

“Cuanto más crecemos, más gente va a tener agua para tomar”, dice Nicolás, que empezó él solo comercializando unos filtros suizos para que las comunidades aisladas del país puedan purificar y tomar el agua de ríos, lagunas o de lluvia.

Proyecto Agua Segura busca dar accceso al agua en comunidades aisladas.
Proyecto Agua Segura busca dar accceso al agua en comunidades aisladas.

Ahora, la firma tiene 20 empleados y trabaja con varias ONG, empresas y el sector público. “Hacemos diagnósticos, relevamientos e instalaciones que buscan asegurar el acceso al agua a través de distintas tecnologías”, cuenta y revela que la decisión de dejar la guardia del hospital municipal de Vicente López por este proyecto fue muy sencilla: “Puse en Google la frase ‘inventos que cambian el mundo’ y me apareció el filtro que después traje al país”.

Entre las empresas B argentinas no hay un rubro que predomine ni una facturación promedio. Lo único que las une es la convicción de combinar el negocio con aportes sociales y el cuidado del ambiente en el que se desarrolla.

Hay bodegas que cuidan el ambiente al extremo, textiles que trabajan con telas recicladas, proyectos forestales sustentables, imprentas que solo trabajan con materiales biodegradables, productoras de agua, restoranes que no desperdician nada de comida, joyerías que reutilizan cuero de descarte y empresas que se dedican exclusivamente a aprovechar la basura.

Hay emprendimientos pequeños y empresas multinacionales, como Danone y Natura. Y también empresas históricas, como la licorería Porta Hermanos, fundada en 1882 y actualmente con 550 empleados.

"Nuestro crecimiento estará siempre enfocado a generar valor a la sociedad en la que vivimos y a nuestra gente y sus familias, en particular. Más empleo, de mejor calidad, y sustentable. Más oportunidades para nuestra gente, mayor vinculación con nuestros vecinos. Mejor utilización de los recursos, mayor eficiencia energética. Procesos que recuperen subproductos con la meta de reducir la generación de residuos", cuenta Inés Castro Castellanos, directora de Institucional y Marketing de Porta.

Porta tiene 550 empleados y uno de sus propósitos es lograr que progresen.
Porta tiene 550 empleados y uno de sus propósitos es lograr que progresen.

El modelo también ofrece ventajas competitivas

Además de la vocación de colaborar con la comunidad, las empresas que certifican también encuentran beneficios. Como la certificación debe renovarse cada tres años, promueve un proceso de mejora continua; además logran un mejor posicionamiento porque suelen ser destacadas por los medios e invitadas a eventos; y atraen talentos, ya que muchos jóvenes prefieren trabajar en una empresa que tiene propósitos sociales y ambientales.

“También se les abren mercados internacionales. Porque muchos países buscan y pagan más por productos que tienen esta certificación”, señala Pedro Cascales, director de Comunicación de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), donde tiene una serie de programas para capacitar y formar a las pymes en iniciativas sociales y ambientales.

Por ejemplo, trabajan en eficiencia energética y en tres programas federales para colaborar en comunidades vulnerables con útiles escolares, al inicio declases; abrigos, cuando arranca el invierno; y regalos, en la previa de las fiestas de fin de año.

Otro beneficio es el de ser parte del ecosistema B, ya que muchas empresas prefieren elegir proveedores que tengan la misma filosofía. “Dos de nuestros clientes son empresas B, pero también tenemos de cliente a Mercado Libre, que nos elige por el propósito que tenemos”, cuenta Andrea Jatar, quien en 2014 fundó una empresa de viandas y catering.

Andrea tiene 50 años y es ingeniera en sistemas. Después de trabajar 20 años como empleada en una consultora, decidió abrir De la Olla, una empresa que prepara y entrega a domicilio viandas saludables. El negocio genera varios impactos. Uno social, porque emplea a personas con discapacidades; y otro ambiental, porque los envíos los hace en envases retornables y porque toda la materia prima que usa son productos orgánicos.

“Y un tercer impacto es en la salud, porque quienes consumen nuestras viandas reciben una comida saludable”, asegura Andrea, que estudió gerenciamiento de cocina en la escuela del Gato Dumas.

De la Olla prepara viandas con alimentos orgánicos y emplea discapacitados.
De la Olla prepara viandas con alimentos orgánicos y emplea discapacitados.

El proceso de certificación como empresa B puede llevar hasta un año. Comienza con un cuestionario de unas 200 preguntas sobre cinco áreas de la empresa: gobernanza, modelo de negocios, prácticas ambientales y laborales. Para poder seguir el proceso de certificación hay que lograr que el puntaje que se obtiene luego de contestar las preguntas no baje de 80.

Por ejemplo, Proyecto Agua Segura obtuvo 108,9, De la Olla sacó 129,1 y Ondulé 86,2. Los resultados de todas las empresas que certificaron pueden revisarse en el sitio web.

Luego del cuestionario y de verificar el puntaje, es necesario presentar la documentación así como también recibir y superar una auditoría.

Quienes ya certificaron y también los que lideran Sistema B ahora trabajan para que a nivel nacional haya una ley que reconozca a este tipo de empresas, tal como existe en países como Estados Unidos e Italia.

El proyecto de ley, que ya está redactado y fue enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo, se encuentra en análisis en la cámara de Diputados. “La ley no propone alcanzar un beneficio impositivo, sino que el objetivo es identificar, reconocer y promover a los emprendimientos de impacto social y ambiental. Los diversos beneficios surgirán del mercado o de políticas que el Estado pueda implementar a través de programas de compras públicas preferenciales, facilidades de acceso al crédito o a fondos”, explicaron desde Sistema B.

Si tenés una empresa y querés saber cuál es el impacto social y ambiental de tu negocio podés medirlo con este test gratuito


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