El calentamiento global que genera la actividad humana —y, especialmente, la quema de combustibles fósiles— está acelerando en medidas impensadas procesos que antes tardaban miles de años. Uno de ellos es el sistema de corrientes oceánicas que, según un nuevo análisis, podría alcanzar un punto crítico en este siglo y generar consecuencias catastróficas.
La Corriente Circular del Atlántico (AMOC) lleva las aguas calientes de los trópicos por el sureste de Estados Unidos hasta el norte de Europa a través de la Corriente del Golfo. Cuando estas aguas liberan su calor, se vuelven más frías y densas y vuelven a bajar hacia el Ecuador. Este efecto hace que el calor se reparta en el planeta y regula el clima.
A medida que el planeta se calienta, la placa de hielo de Groenlandia se derrite, suma agua dulce al Atlántico norte y desequilibra el calor y salinidad de esta corriente. A este proceso se le llama “desaceleración de las corrientes oceánicas” y la última vez que sucedió fue hace aproximadamente 12.800 años, dando como consecuencia más de mil años de intenso frío en la zona que hoy es Europa.
La semana pasada, los investigadores Peter Ditlevsen y Susanne Ditlevsen (Dinamarca) presentaron un estudio sobre el tema en la revista Nature Communications y revelaron un dato que los sorprendió hasta a ellos mismos: el debilitamiento o incluso paralización de estas corrientes podría suceder a finales de este siglo. Si bien el proceso es esperable y los científicos sabían que el calentamiento global estaba acelerándolo a gran velocidad, no se imaginaban que los cálculos dieran para tan pronto.
Según Raymond Zhong en The New York Times, los científicos seguirán estudiando para saber más sobre este punto crítico y contrarrestar sus resultados con otras investigaciones. Entre las múltiples consecuencias que se estiman, está la posibilidad de un enfriamiento de gran parte del hemisferio norte, un ascenso acelerado del nivel del mar en América del Norte y Europa, una mayor cantidad de inviernos con más tormentas en esa zona, y menos lluvias en el Sahel africano y las regiones monzónicas de Asia.
Los resultados de este estudio indican que el colapso de la circulación del Atlántico podría ocurrir a mediados del siglo, tan pronto como en 2025 o tan lejos como en el año 2100. El trabajo se realizó con un método novedoso de predicciones, que si bien muchos investigadores lo elogiaron, otros señalaron que aún hacen falta más trabajos para determinar con certeza el momento del colapso.