La brecha salarial es un indicador que muestra la diferencia entre los ingresos de los varones y las mujeres de una población. Para ONU Mujeres este factor representa "el porcentaje resultante de dividir 2 cantidades: la diferencia entre el salario promedio de los hombres y las mujeres, dividida entre el salario de los hombres”. Si la cifra es positiva significa que las mujeres cobran menos.
Si tomamos los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del segundo trimestre de 2023 publicada en septiembre por el Instituto Nacional de Censos y Estadísticas de la República Argentina (INDEC), la brecha salarial en Argentina existe y es del 26,6%. Para llegar a este resultado, el organismo tomó el ingreso promedio de los varones que fue de 161.252 pesos y el de las mujeres, de 116.584 pesos, durante ese período. El resultado indica que la población femenina cobra en promedio 44.668 pesos menos que los varones.
Por otro lado, el organismo sumó esta información al análisis de los últimos cuatro años. En la tabla se puede ver que durante el segundo trimestre de 2021 la brecha salarial de género tuvo un pico del 29,2 % que luego se redujo para el mismo período en 2020 y volvió a aumentar en el último trimestre este año.
Causas
Según ONU Mujeres, hay cinco razones por las cuáles la brecha salarial existe en el mundo: por el empleo a tiempo parcial para reducir costos por parte de las empresas, empleos mal remunerados, trabajos socialmente menos valorados por género, discriminación en el mercado laboral por género y el desconocimiento de la diferencia salarial entre mujeres y varones por parte de los empleadores.
Aunque también existen otros factores que interfieren directamente con el desarrollo profesional y crecimiento económico de las mujeres: las licencias por paternidad y las tareas de cuidado. Según el INDEC, las mujeres dedican —en promedio— aproximadamente tres horas por día más que los varones a tareas que incluyen limpiar, alimentar, cuidar.
Ese tiempo es fundamental para el desarrollo cotidiano de la sociedad, pero no es remunerado. Por eso, el Ministerio de Economía desarrolló una "Calculadora del cuidado" para que las mujeres puedan saber cuánto valor económico está faltando en sus bolsillos y restando oportunidades. A partir de su uso, se descubrió qué las mujeres dedican —en promedio— 192 horas por mes a tareas de cuidado, esto equivale a ocho días enteros.
Por otro lado el desconocimiento, la falta de información acerca del tema en la sociedad y el mercado laboral, y la falta de respuesta del Congreso para ampliar las licencias por paternidad que son de sólo 2 días en comparación con las licencias por maternidad que son de 90 días, también intervienen en la desigualdad económica entre hombres y mujeres.
Recientemente, una encuesta realizada por la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires señaló que "2 de cada 10 empleados varones en relación de dependencia en el ámbito bonaerense, tanto en el sector público como en el privado, no saben si existe o no licencia por paternidad en su actual trabajo".
Además, el mismo documento reveló que los comentarios que recibió el 21,8% de los trabajadores recibió cuestionamientos en primera persona por tomarse licencias por paternidad: "Entre las palabras utilizadas aparecen: 'Dominado', 'de esas cosas se encargan las minas', 'si la que lo tuvo fue tu señora'.
Pero eso no es todo, ambas causas (licencias y reparto de tareas de cuidado) también contribuyen a la existencia del famoso "techo de cristal", un factor naturalizado en el mercado laboral que supone que las mujeres no pueden ser lideres o tener puestos jerárquicos por las tareas domésticas que deben realizar y/o las licencias que se tomarán.
Respecto a este último punto, la directora de CIPPEC Gala Díaz Langou señaló que "la brecha salarial no es casual, si miramos puestos jerárquicos, sólo 3 de cada 10 personas con ese tipo de rol son mujeres, como excepción que acorta ese porcentaje está el Poder Legislativo, por la ley de paridad de género que se aprobó el año pasado. El panorama otorga en este punto un terreno fértil para trabajar en políticas públicas que acorten esa brecha. Reestructuración de licencias por maternidad y paternidad, ampliar la oferta de los espacios para el cuidado de niños pequeños, comunicar en publicidad y campañas otros modelos femeninos posibles para construir otras sociabilizaciones, entre otras“.
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