El 19 de diciembre, casi un 56% de las y los chilenos votó por un cambio de rumbo político y social: eligió al candidato de la izquierda Gabriel Boric como su nuevo presidente. Hay dos datos significativos para resaltar: con 35 años y 4 millones y medio de votos, Boric se convirtió en el candidato más joven y con mayor cantidad de apoyos en ganar una presidencia en ese país.
Se enfrentó a un candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, y en una elección sorprendente se impuso y ganó por más de diez puntos en el ballotage.
El presidente electo representa a una nueva izquierda, una izquierda que se caracteriza por ser joven y que no vivió las atrocidades de la dictadura de Pinochet. Y en su victoria prometió: “Este será un Gobierno con los pies en la calle, las decisiones no se tomarán entre cuatro paredes de La Moneda [en alusión al edificio presidencial]”. El 11 de marzo de 2022, podría comenzar a escribirse otra historia para Chile cuando Boric asuma la presidencia.
Boric sucede a Sebastián Piñera, dos veces presidente, que en este momento se destaca por su impopularidad: este año llegó a tener apenas un 6% de aprobación. Piñera enfrentó un juicio político en noviembre pasado tras quedar involucrado en el escándalo de los Pandora Papers, y por consiguiente fue acusado de los delitos de cohecho y soborno. Pero su destitución fue rechazada por el Senado y la transición presidencial va a suceder con normalidad.
Para entender el triunfo de Boric primeramente se debe conocer cómo fue la conducción política de Chile a partir de 1990, con el final de la dictadura de Pinochet. En primer lugar, dos grandes bloques políticos se convirtieron en protagonistas de la transición democrática durante treinta años. Por un lado, el bloque de centroizquierda, conocido como la Concertación, al que perteneció la expresidenta Michelle Bachelet, y por el otro lado el de centroderecha, con Sebastián Piñera a la cabeza.
Gabriel Boric se diferencia de estos espacios y representa a una nueva izquierda chilena. Su frente, Apruebo Dignidad, surge de la unión del Frente Amplio, conformado por jóvenes y universitarios de izquierda, y el Partido Comunista.
Juan Negri, es doctor y máster en Ciencia Política, especializado en instituciones políticas latinoamericanas. También es director de las carreras de Ciencia Política y Gobierno y Estudios Internacionales en la Universidad Di Tella. Él explica que esta nueva izquierda es distinta a los partidos tradicionales, “a la concertación, que fueron los protagonistas de la transición, de los primeros años de gobierno”. Y agrega que “ es una izquierda mucho más ligada a los movimientos sociales, a los movimientos estudiantiles, la juventud, con mucha más llegada a esos sectores, y con una agenda mucho más amplia en los nuevos temas como feminismo, minorías, ambiente”.
“Y también sobre todo, es una izquierda mucho más ambiciosa en cuanto a lo que se puede lograr desde el poder —agrega Negri—. Una de las principales críticas de Boric a la izquierda tradicional es que era bastante neoliberal, bastante tímida, y que de alguna forma se ajustó a los cánones del modelo económico impulsado por Pinochet, poco ambiciosa en su afán de redistribución. Y Boric lo que viene a plantear es una ruptura con ese pasado y la intención al menos de una agenda un poco más radical y ambiciosa”.
Una mayor participación que favoreció a Boric
Otros aspectos para resaltar de la elección son: la alta participación electoral que se vio en esta segunda vuelta de los comicios presidenciales. Porque votó un 55% de la población, es decir 8,3 millones de personas. Esto es ocho puntos más que en la primera vuelta. Fue el porcentaje de participación más alto desde que el voto en Chile es voluntario, algo que se estableció en 2012.
Ayelén Oliva, es periodista argentina y analista internacional. Ella explica que las posibles causas del triunfo de Boric pueden estar enfocadas en tres aspectos. En primer lugar destaca el perfil político del presidente electo. Y cómo éste logró ser atractivo para el electorado juvenil, “esas personas que no participaban de la política porque no creían en ella”, porque no se veían representados por los políticos del centro, “aquí se ven representados y deciden participar”.
Otro aspecto que Oliva señala es que se trató de una elección que “pudo haber estado empujada por las identidades políticas negativas. Esto lo desarrolla muy bien una politóloga chilena Rosana Castiglioni, que dice que hay gente que participó más por miedo a lo que podía venir que por amor por lo que querían votar. Eso ha favorecido en esta segunda vuelta sin dudas al candidato de izquierda”.
“Por otro lado —sigue Oliva—, las encuestas daban un empate técnico, una segunda vuelta muy reñida entre dos candidatos polarizados, con proyectos políticos antagónicos, y en ese sentido terminó siendo más convocante para aquellos electores que si hubiesen sido opciones de candidatos moderados”.
Las principales propuestas de Gabriel Boric
Los principales ejes del plan de gobierno del presidente electo son: priorizar en su agenda el cuidado del medio ambiente, los derechos de pueblos originarios, diversidades sexuales y de género y de las mujeres. Durante su primer discurso tras la victoria dijo: “Quiero agradecer con especial énfasis a las mujeres de nuestra patria, que se organizaron por otro el territorio por alcanzar los derechos que tanto les ha costado alcanzar. Cuenten con nosotros, ustedes serán protagonistas de nuestro gobierno”.
La agenda de Boric está alineada en gran parte con los reclamos que se vieron en el estallido social que se vivió en todo Chile en 2019. Con el alza en la tarifa del sistema de transporte público de Santiago, la capital, detonó una olla a presión y sacó a la superficie muchos reclamos de la sociedad, entre ellos, en materia de salud, educación, jubilaciones y acceso a servicios públicos de calidad.
Boric propone reformar el sistema de pensiones para mejorar la calidad de vida de los jubilados. También busca terminar con el sistema privado de pensiones que hay en Chile, las administradoras de fondos de pensiones (AFP). Y mutar hacia un modelo de seguridad social, solidario y sin fines de lucro. También busca también crear un Fondo Universal de Salud que financie la atención de salud en centros públicos y privados.
Entre las propuestas de trabajo se encuentran: bajar la carga horaria laboral de 45 a 40 horas semanales y subir el salario mínimo. A nivel educativo, quiere avanzar hacia una educación universitaria gratuita, y en el camino hacia eso, crear un sistema de créditos.
En lo que respecta a seguridad, busca crear una Comisión Calificadora Permanente para revisar los casos de crímenes que se dieron en el régimen militar de Augusto Pinochet, y también hacer una reforma estructural a los famosos carabineros o policía chilena.
#EleccionesChile2021
— Mariano Beldyk (@MiBeldyk) December 19, 2021
El triunfo de @gabrielboric es importantísimo para la integración en Latinoamérica y presupone (veremos) un alineamiento desde el Sur
Difícilmente @joseantoniokast hubiera cumplido con todo lo que decía, tipo Bolsonaro, pero mejor no averiguarlo, ¿no? pic.twitter.com/s5JpnaoCYr
Mariano Beldyk, periodista y politólogo especializado en relaciones internacionales, dice: “Chile es un país que ha funcionado muy bien a nivel económico pero a costa de pagar un precio muy alto desde lo social. Y en un punto la apuesta de Boric, el Frente Amplio y la coalición de partidos que lo apoyaron, es que esos derechos sean atendidos. Que se lleve adelante una agenda social mucho más intensa, con las reformas en las jubilaciones, algo que el propio presidente electo se comprometió a cambiar, poniendo fin al sistema de capitalización privada; la agenda de los pueblos originarios; una agenda interseccional en muchos aspectos, una agenda de género que tiene que ver con los derechos y el lugar que se le otorga a las mujeres”.
“Boric habló de un gabinete paritario. Hay mucha expectativa sobre los próximos nombramientos y los lugares que ocupen las mujeres, porque no se trata de sumar nombres y mujeres sino de darle espacios de relevancia, espacios de decisión, que es el compromiso que asumió el propio Boric y la coalición de Apruebo Dignidad cuando suscribieron este pacto político electoral. Al nivel de esta Constitución que se está forjando, pero también al nivel de esta elección presidencial”, añade Beldyk .
Chile se encuentra en el proceso de reformar su Constitución, que había sido heredada de la era Pinochet. Está trabajando en eso una Convención Constituyente electa por el pueblo e integrada por 155 personas, muchas provenientes de espacios de izquierda, representativas de diversas minorías y los pueblos originarios. Un aspecto fundamental es ver cómo y de qué manera la victoria de Boric puede condicionar las acciones y decisiones de ese órgano, para que se sientan más respaldados para tomar decisiones menos moderadas.
El presidente electo, para poder llevar adelante estas ambiciosas medidas de su plan de gobierno plantea subir impuestos: a los superricos, a los combustibles y a las empresas mineras (no es un dato menor que estas representan la principal industria exportadora de Chile).
Esto no es bien visto por el establishment chileno. No hay que pasar por alto que, al día siguiente de su triunfo en las urnas, la Bolsa de Santiago cayó un 8% y la cotización del dólar pegó un salto que no se registraba desde la crisis financiera de 2008.
TAMBIÉN PODÉS LEER
A Gabriel Boric no le espera un camino fácil por delante
Boric tiene que hacer un malabarismo entre la enorme expectativa de quienes lo votaron, que esperan cambios y reformas ambiciosas, y el temor de buena parte de la élite económica y el sector conservador.
En su discurso, también dijo: “El futuro de Chile nos necesita a todos de lado de la gente y espero que tengamos la madurez de poder contar con sus ideas y propuestas para comenzar mi gobierno. Que a pesar de las diferencias que tenemos, en particular con José Antonio Kast, podamos construir puentes para que nuestros compatriotas podamos vivir mejor”. Se mostró dialoguista con otros espacios, posiblemente porque necesita alcanzar un equilibrio.
“¿Cuánto podrá Boric, cuáles son los límites que tendrá el nuevo gobierno? Es una de las preguntas centrales que deja esta elección, entendiendo que tiene un plan de medidas que no son para nada tiradas de los pelos sino que vienen de la mano de los reclamos de las manifestaciones sociales desde 2011 hasta acá”, opina Oliva.
La periodista explica que estas medidas planteadas requieren una reforma tributaria, lo que implica que el dinero para avanzar con ellas sea sacado de algún lado. “Entonces las medidas tienen que pasar por el Congreso, y para eso tiene que forjar alianzas”, dice Oliva. Y agrega que el Frente Amplio, el partido de Boric, “no tiene mayorías en el Congreso”. Profundiza en esta cuestión y recuerda que “diputados está dividido como nunca antes”.
“Antes el Congreso —desarrolla Oliva— se dividía en dos grandes frentes, ahora hay una multiplicidad de actores y bloques en la Cámara Baja, y el Senado está empatado, también la tiene difícil ahí. Entonces por eso necesita de acuerdos, sobre todo con la centroizquierda chilena, con los partidos que formaron la vieja concertación. Y por eso el discurso de Boric del domingo pasado fue un discurso con miras a mostrarse amplio, abierto al diálogo y a negociar lo que sea necesario para conseguir apoyos que le permitan avanzar con este plan de reformas”.
¿Qué implicancias tiene el triunfo de Boric para la región y en particular para la relación con la Argentina?
“En relación con la región —hace énfasis Negri— Boric ha mostrado ciertas diferencias con el eje bolivariano. Parece sugerir que va a ser crítico de los gobiernos de izquierda con peores credenciales democráticas como Venezuela, Nicaragua o El Salvador. Hace poco dijo que las elecciones en Nicaragua habían sido una farsa. Todavía hay que ver cuáles van a ser sus posiciones con respecto al comercio y el bloque del Pacífico. Pero todo indica que va a ser una izquierda más parecida a la uruguaya que a la venezolana”.
“En términos de la relación bilateral, para Argentina debería ser un alivio el triunfo de Boric, porque Kast había sugerido hipótesis de conflicto incluso con nuestro país en la Patagonia. Boric todo lo contrario, ha demostrado tener afinidad con ciertos valores culturales argentinos; desde geopolíticos, como la causa Malvinas, hasta culturales como algunos grupos de música. Así que en principio imagino sintonía con el Gobierno de Fernández, lo cual sería una buena noticia para la Argentina”, resalta Negri.
“Desde el punto de vista regional y a nivel bilateral con la Argentina, la llegada a La Moneda de Boric es la mejor noticia posible —destaca Beldyk—. No solo porque difícilmente un presidente como Kast hubiera podido llevar adelante gran parte de sus promesas en la agenda, como ser la construcción de una zanja, pero porque su discurso, aunque no sea acompañado de acciones, condiciona la integración, y esto ante una Latinoamérica bastante en zozobra, con un escenario de pandemia que no ha ayudado precisamente para lo que son las conexiones entre fronteras, la llegada de un presidente rupturista como Kast hubiese roto más la armonía en el Cono Sur”.
El politólogo menciona que lo que se espera de la figura de Boric es que sea de “corte más dialoguista e inclusive con una mirada progresista muy similar a la de otros gobiernos en Latinoamérica”. Además señala que un posible regreso al poder de Lula da Silva en Brasil “presupone un mejor punto de partida para pensar en una integración a nivel regional que hace un tiempo se resquebrajó y que no se logra terminar de enmendar”.
“La victoria de Gabriel Boric es un aire fresco para el progresismo y la izquierda en América Latina —dice la periodista Oliva—. Esto lo desarrolla el historiador argentino Pablo Stefanoni, y es una postura con la cual coincido. Si uno escucha el discurso de Boric tras su victoria, es un discurso que por un lado se para en los reclamos históricos de la izquierda latinoamericana, como reducir la brecha de desigualdad social, los derechos humanos vinculados a la memoria y la última dictadura militar”.
“Pero por otro lado, reconoce de forma genuina, y no hace un esfuerzo por interpretar los reclamos de las nuevas generaciones, como los feminismos, la crisis climática, los pueblos indígenas. Me parece que reconoce de manera genuina porque es parte de esa generación, y lo lleva a su agenda. También en el tono, hay una diferencia con los viejos referentes de la izquierda latinoamericana, siempre hay una mirada para atrás, nostálgica, del pasado. Si uno escucha sus intervenciones públicas, Boric tiene mirada de futuro, que busca proyectar una mirada del futuro, y eso para el progresismo en América Latina es una bocanada de aire fresco”, concluye Oliva.
Podés leer este contenido gracias a cientos de lectores que con su apoyo mensual sostienen nuestro periodismo humano ✊. Bancá un periodismo abierto, participativo y constructivo: sumate como miembro co-responsable.