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Incertidumbre y COVID-19 van de la mano. Pero hay una cosa que parece estar clara: la vacuna es la clave para que todo esto termine de una vez.
Pero aunque la vacuna sea la solución, desarrollar una que sea efectiva, testearla, fabricarla y distribuirla para que todos accedamos a ella, no es para nada fácil.
¿Cómo se hace una vacuna?
Hoy hay en desarrollo por lo menos 149 vacunas contra el COVID-19 alrededor del mundo por universidades, laboratorios privados y otras instituciones. En la Argentina, hay dos proyectos en desarrollo.
En promedio, producir una vacuna puede tardar entre 10 a 15 años. Pero debido a los esfuerzos globales, una vacuna contra el COVID-19 podría estar lista en un tiempo récord de entre 12 y 18 meses.
Lo que demanda más tiempo es el testeo, que está dividido en 4 etapas:
1. El testeo preclínico, donde científicos aplican la vacuna a animales para ver si produce una respuesta inmunológica.
2. Después de eso se pasa a la fase 1 de los testeos clínicos, donde un grupo pequeño de 20 a 100 personas, recibe la vacuna de prueba y se chequea la efectividad y potenciales efectos secundarios.
3. En la fase 2, se amplía el grupo de prueba a hasta 300 personas divididas en subgrupos, como niños y adultos mayores, para ver si la vacuna actúa de manera diferente entre grupos.
4. Y por último, se pasa a la fase 3, donde se le da la vacuna a miles de personas, y se espera a ver cuántas de estas personas se infectan, en comparación con un grupo que solo recibe un placebo.
Recién después de todo esto, los entes reguladores de cada país que están a cargo de aprobar o no nuevos medicamentos revisan los resultados de los testeos, y deciden si aprobar la vacuna o no. Un proceso que en sí suele tardar un año o más.
La buena noticia es que científicos alrededor del mundo están avanzando a una velocidad histórica para tener una vacuna contra el COVID-19 lo antes posible. Ya hay 17 vacunas siendo testeadas en humanos, y por lo menos dos de estas van a entrar en la fase 3 de testeos este mes de julio, una en Estados Unidos y otra en Inglaterra.
¿Cuáles son los caminos posibles para que una vacuna llegue a la Argentina?
"La primera alternativa es que la desarrolle un grupo de investigación o un laboratorio nacional", dice Juan Ugalde, investigador del CONICET en la UNSAM. "Después que la desarrolle un laboratorio del exterior, y que la Argentina pueda adquirir esa licencia para la producción en una industria local. O finalmente que una empresa extranjera la desarrolle y la Argentina vaya y compre la producción".
Pero esto no termina acá. Que una vacuna esté aprobada, no significa que de un día para el otro todos tengamos acceso a ella. El próximo desafío es el de la producción y la distribución.
"Obviamente hay una capacidad limitada de producción. Eso va a ocurrir con cualquier vacuna", dice Ugalde. "Quizás la esperanza es que haya más de una vacuna y por lo tanto más de una empresa la pueda producir. También está la posibilidad de que empresas licencien y que eso permita aumentar la capacidad productiva".
Frente a una cantidad limitada de vacunas, también se presenta la pregunta de quién recibe la vacuna primero.
"La priorización va a depender de cada país", dice Ugalde. "Hay países que van a priorizar seguramente quien la pueda pagar. Puede haber también una cuestión de salud pública. Probablemente los Estados priorizarán a las poblaciones vulnerables".
Una de las maneras de aliviar el cuello de botella en la producción de vacunas es lo que se llama la producción “a riesgo”. Es decir, empezar a producir una vacuna a escala masiva antes de que esté aprobada. Si la vacuna no pasa los testeos clínicos, entonces esa producción se tendría que tirar. Pero si sí pasa, entonces ni bien se apruebe ya habría millones de dosis disponibles.
Es algo que está haciendo, por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos, al invertir miles de millones de dólares en 5 vacunas candidatas. Mientras tanto, Bill Gates está construyendo fábricas para 7 de las vacunas más prometedoras contra el COVID-19, con el objetivo de ya tener la capacidad de producción instalada ni bien una de estas se apruebe.
Entonces, ¿vamos a poder volver a la “normalidad” una vez se apruebe una vacuna? Probablemente, la gran mayoría de nosotros no. Por lo menos en lo inmediato.
Algunos expertos predicen que el virus no va a dejar de circular hasta que el 60 al 70% de la población sea inmune. Y hacer llegar la vacuna a esta cantidad de gente va a ser un proceso largo.
Así que sí, el día que se apruebe una vacuna será un gran día. Pero probablemente sigamos usando barbijo y manteniendo distancia social, por lo menos por un rato más.
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