Desde hace décadas se busca que las fuentes energéticas verdes sean prioridad para abordar los desafíos del cambio climático. Y el 2023 marcó un hito: se registró un récord del uso de renovables en nuestro país.
Oscar Ferreño es director de Relaciones Institucionales & Regulación en Ventus Ingeniería, una empresa uruguaya que brinda servicios a numerosos países de Latinoamérica en todas las etapas de proyectos de energía renovable e infraestructura. Desde RED/ACCIÓN conversamos sobre el panorama y la importancia de la transición hacia un futuro más sustentable.
—¿Hace cuánto usamos energías renovables?
—La energía eólica es milenaria, por ejemplo, los molinos que molían granos o que bombeaban agua antes del Renacimiento. El problema es que las energías renovables no son gestionables, no se pueden usar cuando se precisan, sino cuando están disponibles, cuando hay viento o sol. El potencial es muy grande, sobre todo con las mejoras tecnológicas que se han hecho desde el punto de vista aerodinámico.
—¿A qué necesidad respondió la energía eléctrica?
—Con las los sistemas eléctricos, lo que se genera tiene que ser igual a lo que se consume. Entonces, tenés que tener una forma de gestionar esa energía. Cuando empezó la Revolución Industrial y se descubrió el combustible fósil, se guardaba en un patio de carbón o en un tanque con petróleo. Luego, se transformaba en energía mecánica y luego en eléctrica para ser usada en el momento que se quería. Lo mismo sucedió con el gas natural. El depósito está bajo tierra y la tubería que lo extrae a medida que se va precisando. Detrás de todo el sistema eléctrico mundial hay energía fósil, ya que cuando se empezó a manejar las energías fósiles, la eólica y la solar desaparecieron, a mitad del siglo pasado.
—¿Cómo llegamos a la combinación actual?
—Algunos países tenían más combustible que otros y padecieron problemas geopolíticos, ya que empezaron a usar la disponibilidad de esa energía como un arma. Los países árabes eran los dueños del petróleo, mientras que los países europeos y Estados Unidos tenían poco. Así empezaron a buscar otras alternativas. Entre ellas la energía eólica y la solar empezaron a cobrar nueva vida y surgió un mix del sistema eléctrico. Algunos países, como Uruguay, también explotaron la energía hidroeléctrica.
—¿Cuándo comenzó el renacer de las renovables?
—Hace treinta años se descubrió que sacar carbón o petróleo de abajo de la tierra y volcarlo al aire cambiaba la composición de la atmósfera, lo que se llama los gases de efecto invernadero. Entonces se descubrió que los combustibles fósiles no se pueden seguir usando como hasta ahora y hubo un renacer de las energías renovables.
—¿Qué necesitamos para que aumente la transición hacia energías renovables en el mundo?
—Hay que dominar el almacenamiento de larga duración, que cuando te sobra energía la puedas guardar para usar cuando se precisa. Hay muchas formas de almacenar en corto plazo en pocas horas, como las baterías de ion litio. No obstante, se precisan baterías de larga duración de varias semanas porque puede haber una sequía de viento que dura una semana o muchos días nublados. Para eso, empieza a jugar un rol preponderante el hidrógeno y sus derivados.
—¿Cómo ves el panorama de las energías verdes en Argentina?
—Hay muchas centrales hidroeléctricas. En la Cordillera de los Andes hay muchos lugares para poner centrales de bombeo, una forma de batería más eficiente que la de litio. En cuanto a guardar energía por largos períodos, son las centrales de bombeo reversibles o centrales hidroeléctricas reversibles que consisten en un lago a bajo nivel y otro lago a nivel superior. Cuando sobra energía con bombas, subís el agua al lago superior y la dejas bajar cuando este cuando la precisase. En Río Tercero (Córdoba) existe una central de bombeo muy importante. Europa está llena de esas. No obstante, tampoco alcanza eso para para cubrir las demandas de un sistema que eliminara los combustibles fósiles totalmente y se convirtiera todo en eléctrico.
Argentina, Uruguay y en general los países de Sudamérica tienen una ventaja frente a Europa: una densidad de población bastante más baja. La generación energía eólica y la solar son proporcionales a la superficie que se tiene disponible para aplicarlas.
—¿Son necesarias normas más estrictas a nivel nacional para que la transición sea más rápida?
—Eliminar los gases de efecto invernadero es un tema más ético que económico. Con economía no lo vamos a resolver, el hidrógeno o los almacenamientos no van a ser más baratos que comprar petróleo, pero si no nuestros nietos o bisnietos no van a tener un mundo donde vivir. Lo que hay que poner a nivel mundial son incentivos o multas para el uso de gases de efecto invernadero. Europa ya lo tiene en su pequeña escala.
Una observación sobre esto es que es similar a lo que ocurría con la esclavitud. No se abandonó porque ocho horas semanales tuvieran mejor rendimiento. La mano de obra más barata siguió siendo la esclavitud, pero por un problema ético no se podía usar. De la misma manera, hay que empezar a prohibir el uso de los hidrocarburos.
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