Llevamos dos años aprendiendo a convivir con una pandemia que cambió radicalmente nuestro estilo de vida: nuestra forma de trabajar, de viajar, de reunirnos con nuestros seres queridos, de enfrentar temas de salud. El 2020 nos sorprendió con la cancelación de tratamientos y cirugías no urgentes y con la imposibilidad de acudir al médico para consultas de control. El confinamiento y las restricciones a la movilidad provocaron, además, que la población dejara de acudir a los servicios de sangre para donar. Durante el aislamiento la donación de sangre se redujo en un 80 %.
Según datos que la empresa privada de salud OSDE publica en su web, en la Argentina se precisa que entre el 8 y el 10 % de la población done sangre para abastecer la demanda. La proporción actual está alrededor del 1,5 % y es por eso que se necesitan iniciativas para recuperar el nivel de donaciones que había antes de la pandemia.
Un artículo publicado por el especialista colombiano Armando Cortés Buelvas, en la página web del Grupo Cooperativo Iberoamericano de Medicina Transfusional (GCIAMT), titulado Formulación estratégica para la suficiencia de sangre en épocas difíciles, expone la siguiente situación: “Solo seis países (de Latinoamérica) tienen más del 50 % de su donación procedente de donantes voluntarios, en tres países las tasas son menores del 5 % y en alguno de ellos sin un interés aparente de mejorar su situación.
En general para Latinoamérica solo el 48 % de la donación de sangre es voluntaria, siendo más prevalente la donación por reposición o intrafamiliar y en algunos países aún se informan oficialmente donantes remunerados. Los esfuerzos en la región solo han permitido aumentar la donación voluntaria en los últimos 20 años, pasando de 35 % a 48%”.
“Como resultado de ello, la mayoría de los donantes de sangre considerados voluntarios no repiten (80 %), es decir, son donantes de primera y única vez”, agrega Buelvas y esa diferenciación que hace entre donantes intrafamiliares y voluntarios apunta al centro del problema.
En la Argentina, así como en otras naciones de Latinoamérica, se acostumbra solicitarles a los pacientes, que deban realizarse algún tratamiento médico o cirugía en la que pueden necesitar transfusión de sangre, que consigan sus propios dadores. Es por eso que se repite en las redes (y años atrás se hacía a través de la radio y los noticieros de la televisión) el pedido de dadores de tal grupo y factor para un paciente en particular, en cierta institución. Este concepto de “sangre con dueño”, que los especialistas en medicina transfusional trabajan por dejar atrás, tiene mucho que ver con la baja de donaciones durante la pandemia. Si ningún ser querido necesitaba sangre, ¿para quién se iba a donar?
En su artículo, el doctor Buelvas explica que “se debe cambiar la motivación filial de la donación por la motivación comunitaria o social. Las personas no deben donar para beneficiar a un amigo, conocido o familiar; deben donar porque se compadecen, porque son solidarios con cualquier ser humano que requiere el producto de su donación”.
Y señala tres pilares sobre los que hay que trabajar para que la donación de sangre sea voluntaria y no se detenga en tiempos de crisis. En primer lugar, el compromiso estatal: “Es responsabilidad del Estado establecer una política de sangre, con lineamientos y plan estratégico para conseguir sus objetivos. (...) Es necesario hacer evidente al Estado que la prestación de los servicios de sangre es una cuestión de seguridad, que hace parte integral del sistema de salud y que la salud es un derecho social inalienable”.
En segundo lugar, la comunidad: “Debe ser educada, consciente, motivada y dispuesta, con responsabilidad social, siendo prenda de garantías para el logro de una donación de base altruista y regular. La donación debe considerarse como un deber cívico y convertirse en un agente de cohesión social. La donación debiera ser un acto socialmente prestigioso, de dignidad y de categoría”.
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En tercer lugar, la organización de los servicios de sangre: "Se requiere la equidad, integridad, eficiencia, seguridad y confianza en la prestación. (...) El trato empático y la eficiencia son las fuerzas más poderosas para atraer y fidelizar. Hay que trabajar en optimizar los procesos, reducir las pérdidas, proteger la seguridad de los donantes o receptores y garantizar un acceso universal a la sangre”.
En toda Latinoamérica
El pasado 16 de diciembre tuvo lugar la Jornada Latinoamérica Unida Dona Sangre, organizada por el Grupo Cooperativo Iberoamericano de Medicina Transfusional (GCIAMT), presidido por Silvina Kuperman, también jefa del banco de sangre y el banco de sangre de cordón umbilical del Hospital Garrahan.
La jornada fue la culminación de un trabajo realizado a lo largo de cinco meses, que permitió la constitución de la comunidad de promotores latinoamericanos de la donación voluntaria de sangre GCIAMT, con el propósito de compartir conocimientos y experiencias destinadas a lograr una donación 100 % voluntaria.
La donación de sangre de una persona puede salvar la vida de otras tres. Es por ello que se hace necesario educar para donar, comunicar y encontrar las vías para llegar a los donantes y fidelizarlos, es decir: que se haga hábito la donación de sangre. Con esta premisa, GCIAMT trabajó en el armado de duplas: una combinación, en cada localidad que participó, de voluntarios de la comunidad en colaboración con el sistema de sangre.
De Latinoamérica Unida Dona Sangre participaron 15 países y más de cien instituciones, entre hospitales, centros regionales, fundaciones y servicios de hemoterapia. Esta donación masiva tuvo lugar tanto en ciudades como Buenos Aires, Santiago de Chile o Ciudad de México y en pequeños pueblos de pocos habitantes.
Promoción comunitaria
La argentina Silvia Balmaceda, de Lomas de Zamora, una de las promotoras de esta iniciativa en el país, repasa el recorrido que la llevó a participar de la jornada: “Fui donante voluntaria primero y luego, motivada por la causa, me formé como promotora comunitaria de la donación voluntaria de sangre en el banco de sangre del Garrahan. Desde el 2014, promociono y organizo colectas externas en el lugar donde vivo . Hace algunos años junto a otras promotoras comunitarias creamos además el Observatorio de la Donación Voluntaria de Sangre”.
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“En el Banco de Sangre Garrahan”, continúa Balmaceda, “desde que comenzó la pandemia, ya venimos implementando acciones de cuidado para los donantes, para el personal técnico, para las personas de las instituciones como iglesias, clubes, municipios que nos abrieron sus espacios. Estas acciones fueron atender con turnos, buscar espacios amplios para poder mantener distanciamiento, una prolija sanitización entre donantes en los lugares de uso común. Todas las acciones nos dieron excelentes resultados, nunca se dejaron de hacer campañas de donación”. Esta experiencia, que fue contada en una nota de Soluciones del 26 de octubre pasado, permitió que en el Garrahan se mantuvieran los niveles de sangre necesarios y que no bajaran ni aún en el peor momento de la pandemia.
“Ese aprendizaje lo usamos como referencia en las diferentes duplas (comunidad más servicios de salud) para el trabajo del 16 de diciembre”, explica Balmaceda. En la promoción no solo brindás información, que es imprescindible, sino que también le contás al donante cómo va a ser cuidado, cuánto dura el proceso, en qué consiste, eso abre una puerta de respeto personal y sanitario para con el donante. Todo esto, por supuesto, respetando la identidad de cada hospital con el que trabajamos”.
El aprendizaje que rescata del trabajo grupal es que “con el amor de la comunidad no alcanza, deben existir políticas públicas concretas que nos lleven a la donación 100 % voluntaria”. “Es nuestra responsabilidad participar para que eso suceda. Siento que estamos generando algo necesario, imprescindible para cada paciente que necesite contar con sangre segura, a tiempo y suficiente, sea donde sea el lugar en el que se encuentre”, expresa.
Además del GCIAMT, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires también organiza campañas voluntarias de donación con turnos programados y en la página Donarg se recopila información sobre sitios a los que se puede acudir.
Los requisitos para la donación de sangre son pesar más de 50 kilos; tener entre 16 y 65 años; si se tienen tatuajes, que hayan pasado seis meses desde la realización del último; donar con un intervalo mínimo de dos meses (los hombres pueden donar hasta cuatro veces en un año y las mujeres, tres). No estar tomando antibióticos, anticoagulantes, medicamentos oncológicos o insulina.
Es importante desterrar mitos relacionados con la pandemia de COVID-19: donar sangre no representa un riesgo de contagio, los servicios de sangre han implementado todos los protocolos y normas de seguridad e higiene para cuidar a los donantes.
Existen postas fuera de los hospitales o centros hematológicos para brindar mayor seguridad y cuidar a las personas que se acerquen a donar. Es posible reservar turno online para que la donación sea más ordenada y ágil, y así evitar aglomeraciones y esperas. Las personas que tuvieron COVID-19 pueden donar sangre a partir del día 28 desde el alta médica y, en caso de ser diagnosticadas como caso confirmado o sospechoso luego de la donación, deben notificar al sitio donde se realizó.
La pandemia visibilizó las fallas de un sistema de donación de sangre que se mantiene gracias a las personas que solicitan dadores en momentos de urgencia y que enfrenta grandes dificultades en tiempos de crisis. Por eso, trabajar en un cambio de paradigma en la donación, pasar del pedido al hábito, es la tarea que tiene por delante, como bien dicen los especialistas, el Estado junto a los centros de sangre y toda la comunidad.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 14 de enero de 2022.
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