El post Covid-19, los trabajos remotos, los familiares que se mudaron al exterior, el poco tiempo de ocio acaparado por el tiempo laboral y el descuido de los vínculos nos está llevando a una verdadera epidemia de soledad. De hecho, el problema es tan grande que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que atenderlo deberá ser prioridad en la próxima pandemia.
Mientras el sistema nos impulsa al aislamiento, ir contra la corriente representa un esfuerzo para la mayoría de nosotros y es principalmente urgente para quienes disfrutan más de las interacciones sociales, según un reciente estudio.
El equipo de investigadores de la Universidad de Viena, Austria, y la Universidad de Cambridge, Reino Unido, encontró que ocho horas de soledad pueden agotar la energía y aumentar la fatiga tanto como pasar ocho horas sin comer.
De acuerdo a un informe de los autores, así como los humanos necesitamos ingerir alimentos, necesitamos a otros para sobrevivir. “La evidencia muestra que la falta de contacto social induce una respuesta de deseo en nuestros cerebros comparable al hambre, lo que nos motiva a reconectarnos”, explican acerca del paper publicado en Psychological Science.
De hecho, en su experimento con 87 participantes de Austria, Italia y Alemania durante las cuarentenas por COVID-19 en el 2020 encontraron que la reducción de energía es el resultado de cambios en la respuesta homeostática del cuerpo. Es decir, una especie de acto de equilibrio, donde la falta de conexión social desencadena una reacción biológica.
Estimaciones de la OMS señalan que entre el 20 al 34% de las personas mayores en China, India, Estados Unidos, Europa y América Latina se sienten solas. Las consecuencias para la salud incluyen enfermedades cardiovasculares, ACV, deterioro cognitivo, demencia, depresión, ansiedad, ideación suicida, entre otros.
No obstante, hay mucho que podemos hacer a pequeña escala. Por ejemplo, un estudio publicado en Psychiatric Services mostró que una simple llamada por teléfono ayuda a aliviar la soledad y la depresión en las personas mayores, la población más afectada.
Los investigadores las llamaron “Sunshine Calls” y consistían en voluntarios que eran capacitados para llamar a otras personas, mayormente mujeres que vivían solas de un promedio de 69 años. En efecto, los síntomas de depresión mejoraron después de cuatro semanas, en comparación a un grupo de control.
“Este es un método mínimamente invasivo y de bajo costo que se basa en nuestra necesidad esencial de conexión humana. Es tan simple como eso”, expresó Maninder Kahlon, autora del estudio de la Universidad de Texas en Estados Unidos. En síntesis ,tan solo una llamada puede convertirse en un “rayo de sol”.