Tenemos la impresión de que todos percibimos el mundo de igual manera. Y cuando hablo de percibir no lo hago en sentido metafórico: me refiero a la manera que tiene nuestro cerebro de interpretar aquello que nos rodea.
No obstante, algunas personas tienen experiencias perceptivas fuera de lo común, extraordinarias. Por ejemplo, un individuo que escucha una melodía y le “sabe” a crema de champiñón, o que al oír una nota musical la “ve” en color púrpura, o que incluso “siente” como si le pellizcaran en la mejilla cuando ve que a otra persona realmente le pellizcan la mejilla. Es lo que llamamos sinestesia, una palabra que tiene su raíz en el griego: sin significa unión y estesia significa sensación. Es decir, unión de sensaciones. Estos ejemplos indican que existen numerosas formas de sinestesia
Cuando los sentidos se cruzan
Esas uniones entre sentidos también ocurren dentro de una misma modalidad sensorial. Por ejemplo, letras, números y palabras pueden verse en colores. Hay quien ve los meses del año formando un círculo y cada mes en un color distinto. Cuando se le pregunta a la persona dónde detecta el color, su respuesta suele ser del tipo “en ningún sitio, es como si mi mente tuviese un ojo”.
Cuando el color no está ubicado en un sitio concreto de la imagen percibida, hablamos de sinestesia asociativa. Otras personas, por el contrario, ven la letra o la palabra como si la hubiesen pintado de un determinado color: a este tipo de sinestesia se le denomina proyectiva.
En el pasado, estas personas eran consideradas bichos raros, mentirosas o, peor aún, drogadictas o enfermas mentales. Conocer que este tipo de percepción no constituye ninguna enfermedad supuso una gran liberación para muchas de ellas.
Ni manías absurdas ni patologías mentales
Cuando le expliqué a un profesor que su “absurda manía” con los colores, como le reprendía su madre, le ocurre a muchas otras personas y no es ninguna alteración, se quitó un gran peso de encima. Eso mismo le ocurrió a una chica muy preocupada cuando le expliqué que las visiones que tenía en el momento del orgasmo eran experiencias sinestésicas, y que no tenían que ver con ninguna alteración cerebral.
En muchos casos, los sinestetas descubren por casualidad que no todos tenemos ese tipo de experiencias perceptivas. Se sorprenden y, de repente, preguntan cosas como: ¿pero a ti esa melodía no te sabe a carne a la brasa?
Aunque la sinestesia no es muy frecuente, hay muchos sinestetas en el mundo del arte. Por ejemplo, para Kandinsky el sonido de la tuba era de color bermellón, el compositor Franz Liszt veía distintos tonos musicales en diferentes colores y Vicent Van Gogh veía colores cuando tocaba el piano, algo que el pintor interpretó como una manifestación de su locura. Actualmente, cantantes como Lady Gaga, Ed Sheeran o Miguel Bosé también dicen ser sinestetas.
La sinestesia no es una asociación aprendida
A veces relacionamos palabras con diversos colores, pero eso no es sinestesia. La palabra navidad nos sugiere el color blanco en alusión a la nieve que cae en esa época del año, y la palabra realeza el color azul, por aquello de tener sangre azul. Tampoco tiene nada que ver con la sinestesia que usemos frases metafóricas como “pasé un día amargo”.
La ciencia nos dice que la sinestesia es el resultado de conexiones entre neuronas que ocurren de forma automática, está presente desde la infancia y es estable a través del tiempo. También nos dice que puede heredarse, aunque nuestras experiencias en la tierna infancia pueden influir en el tipo de sinestesia.
Es curioso que, cuando estas palabras aparecen en un anuncio publicitario o una revista en un color distinto a como el sinesteta las ve normalmente, les produce una sensación desagradable, como si les molestara a la vista.
Pero la sinestesia también puede ser de gran ayuda. Una estudiante universitaria me comentaba que sus percepciones sinestésicas le ayudaban a recordar mejor a la hora de realizar los exámenes. Algunos estudios sugieren que los sinestetas suelen tener una mejor memoria que los no sinestetas.
Explicaciones de las experiencias sinestésicas
Cuando se estudia el cerebro de personas sinestésicas, se observa que algunas partes que responden al color también se activan cuando el color no está presente. Esto puede explicar por qué en este tipo de sinestesia ocurre esa visión de color.
Para algunos investigadores todos nacemos sinestetas, es decir, con conexiones neuronales atípicas entre distintas partes del cerebro. Con el tiempo, sabemos que se produce una poda en el cerebro que hace que muchas conexiones neuronales desaparezcan. Es posible que en algunas personas esa poda no sea completa, de modo que algunas de esas conexiones se mantienen intactas, dando lugar a las experiencias sinestésicas.
Para otros investigadores, dichas conexiones están presentes en todas las personas pero inhibidas, excepto para los sinestetas quienes, por algún motivo que desconocemos, las mantienen activas. Si las conexiones están en todas las personas, cabe preguntarse si alguien que no es sinesteta puede experimentar percepciones sinestésicas.
¿Se puede generar sinestesia temporal con hipnosis?
Hace algunos años tratamos de responder a esa pregunta utilizando la hipnosis. Personas muy sugestionables fueron hipnotizadas. Durante la hipnosis se establecieron asociaciones entre algunos números y algunos colores, lo que suponíamos que produciría percepciones sinestésicas tras despertar de la hipnosis.
Esto fue precisamente lo que ocurrió. Eso nos condujo a la siguiente conclusión: si las percepciones sinestésicas pueden crearse y luego desaparecer durante el tiempo que dura un experimento, está claro que las conexiones neuronales que las producen deben estar presentes. A través de la hipnosis simplemente conseguimos desinhibirlas.
Estos estudios científicos nos ayudan a entender mejor en qué consiste la sinestesia, y demuestran que se trata de una experiencia perceptiva fascinante que enriquece a aquellos que, de forma natural, la experimentan.
Luis Fuentes Melero, Catedrático de Psicología Básica, Universidad de Murcia
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.