Cómo "agujereamos" la capa de ozono, cómo la empezamos a recuperar, qué nos dice el nuevo reporte científico sobre su recuperación al 100%; qué nos dice todo esto para la lucha frente al cambio climático. Una buena noticia en materia ambiental es una excepción y, por ello, amerita profundizar en su análisis.
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"Algunas buenas noticias de nuestros amigos de la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. No solemos recibir buenas noticias de ellos". Confieso que me reí un poco cuando escuché estas palabras de Stéphane Dujarric, el vocero del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Me reí porque tenía razón.
En las materias de periodismo de la facultad nos solían decir que las noticias no son buenas ni malas, son construcciones de acontecimientos de la realidad a las cuales luego los destinatarios de la información pueden otorgarle o no un calificación. La comunicación sobre cambio climático podríamos decir que, en líneas generales, se recibe con una calificación algo ¿negativa, bajón, siempre preocupante? Vivimos informando sobre reportes científicos que nos dicen lo mal que estamos, sobre negociaciones climáticas con más obstáculos que avances en la acción, con intereses presionando por todos lados en contra de lo que se requiere para vivir en un planeta mejor.
Yo no suelo dar buenas noticias en esta newsletter. Ustedes, en palabras de Dujarric, no suelen recibir buenas noticias. Esta semana hubo una excepción.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) informaron que la capa de ozono está en camino de terminar de recuperarse en las próximas cuatro décadas. Ello, además, contribuirá a la mitigación del cambio climático. Todo ello, claro, si seguimos trabajando para protegerla.
A excepción de la Antártida y el Ártico, que llevaría un poco más de tiempo, en el resto del mundo la capa de ozono recuperaría los valores de 1980 (antes de que se iniciara el agujero) para 2040.
Pero paremos acá un poco.
Si bien todos alguna vez escuchamos "cuidate del sol por el agujero de ozono" mientras mirábamos al cielo como si hubiese un Zeus que nos lanzaría un rayo, no todos los días hablamos de este tema en PLANETA. Comprender la magnitud y la calificación buena de esta noticia, amerita algunas explicaciones.
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¿Qué es la capa de ozono y por qué la hemos "agujereado"? El ozono es un gas que está presente en la atmósfera. Un 90% del ozono de la Tierra se encuentra en la estratosfera, la segunda de las cinco capas que conforman la atmósfera, justo por encima de la troposfera donde reside el 10% restante. La parte de la estratosfera con la mayor cantidad de ozono es lo que se ha dado en llamar capa de ozono. Un fino escudo de gas que se expande alrededor del planeta cual anillo, protegiéndolo.
La capa actúa como filtro de los rayos ultravioletas (UV) nocivos del sol y contribuye así a preservar la vida en la Tierra, no sólo la nuestra, la de todas las especies de flora y fauna. Como todo en estos temas, si desequilibramos aquello que funciona en armonía... las cosas se ponen feas. Y aquí aparecen, de nuevo, nuestras actividades.
Fue en la década de los ´70 que los científicos descubrieron que algunas sustancias químicas, al ser liberadas, contribuían al agotamiento de la capa de ozono. Es decir, se generaban menores concentraciones de ozono. De allí la popular referencia a que se estaba generando un agujero en la capa de ozono. Ese agujero, ese agotamiento implicaría una reducción de la capacidad protectora de la capa. Ello significaría un mayor impacto de los rayos UV en la superficie; en —tras prolongada exposición— nuestros cuerpos (provocando cáncer de piel, enfermedades infecciosas, daños en la vista); en el suelo, la producción de alimentos y las especies arbóreas; en la cadena alimenticia de la vida submarina y consecuentemente en la pesca, por sólo mencionar algunos efectos.
Ahora bien, ¿por qué todo esto era también producto de nuestras actividades humanas?
Esas sustancias químicas que contribuían al agotamiento de la capa de ozono —y que han recibido la sigla de SAO, porque nunca no estoy aportándoles nuevas siglas— se encontraban en productos de uso algunos más cotidianos que otros, pero todos ellos que formaban parte de nuestra vida. Probablemente la SAO que más han escuchado son los clorofluorocarbonos (CFC). Estas sustancias estaban presentes en, por ejemplo, equipos de refrigeración y aires acondicionados, matafuegos, solventes y limpiadores, aerosoles.
Si las sustancias que estaban dañando la capa de ozono estaban presentes en productos que podían identificarse y que dependían de nuestra elaboración, la solución parecía estar a la vuelta de la esquina, ¿no?
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Desde entonces hasta ahora, ¿cómo raramente resultamos exitosos en su recuperación? "Docenas de naciones alcanzan un acuerdo para proteger la capa de ozono", dice uno de los títulos de la portada del New York Times del 17 de septiembre de 1987 que ven en imagen. El denominado Protocolo de Montreal nacía y se pondría en vigor dos años más tarde. Su propósito era claro: eliminar progresivamente el uso de estas sustancias químicas. Ello implicó buscar alternativas para cada caso que garantizarían el uso de los productos mencionados pero sin dañar a la capa de ozono, y a nosotros mismos.
En 2016, el Protocolo de Montreal fue extendido con la Enmienda de Kigali que buscó eliminar también la producción y el uso de los hidrofluorocarbonos —cuyo uso había aumentado recientemente como alternativa a las sustancias prohibidas por el Protocolo—, gases también contribuyentes al cambio climático.
La buena noticia de esta semana procede de un nuevo informe del Grupo de Evaluación Científica del Protocolo de Montreal, respaldado por Naciones Unidas, que confirma que "la eliminación progresiva de las sustancias prohibidas que agotan la capa de ozono ha logrado proteger la capa de ozono, ha contribuido a que se recupere de forma notable en la estratosfera superior y a que disminuya la exposición de las personas a la radiación (UV)". Siguiendo estas políticas, la recuperación de la capa de ozono sería casi de su totalidad en la Antártida para 2066, en el Ártico para 2045 y en el resto del mundo para 2040.
¿Cómo de 1989 a 2023 logramos esto y con la acción climática damos dos pasos adelante y cuatro para atrás?
🔎 Leamos el Protocolo de Montreal, y sin que el Acuerdo de París nos extrañe. O sea... todavía estoy fascinada con semejante detalle que tiene ese texto. Detalles de casi 100 sustancias cuya producción y consumo regula, de los plazos de cumplimiento y control, de CONTROL explícito, de la responsabilidad frente a compromisos vinculantes y medibles, de medidas de incumplimiento.
Mucho de eso que el Acuerdo de París carece, por supuesto con intención. Mucho de eso que, quizás por la experiencia y rigurosidad en la implementación de Montreal, algunos países presionaron más para que con el acuerdo climático no se repitiera. Y quizás ello también por lo que sigue.
🔎 La acción climática es más que cambiar un aire acondicionado, mucho más. El problema con la capa de ozono fue muy claro en sus causas, en los productos de los que dependía. Fue también muy fácil. Y no me refiero a los cambios que la implementación del Protocolo de Montreal significó para los países, por supuesto que no. Requirió de esfuerzos, de inversión de dinero (donde el financiamiento también tuvo sus diferencias entre desarrollados y en desarrollo), de concientización a la ciudadanía, de normativas prohibitorias. La facilidad a la que me refiero es que la solución al problema estaba en eliminar progresivamente determinadas sustancias químicas detectadas. El problema con el cambio climático es mucho más complejo.
Las causas del cambio climático son igual de claras. La acción frente a el implica múltiples, diversos y drásticos cambios en todos los sectores y con todos los actores involucrados. No se trata simplemente de cambiar un aire acondicionado por otro, es cambiar toda la matriz energética como la conocíamos hasta ahora.
¿Es la acción climática entonces una causa perdida?
No sería autora de PLANETA si creyera que ese interrogante tiene una respuesta afirmativa. Si algo enseña al mundo la buena noticia de esta semana es que, cuando el multilateralismo funciona, cuando los países se unen en pos de un objetivo común dejando a un lado sus diferencias (y no todo fue color de rosas en este proceso), cuando los acuerdos consensuados se implementan y se cumplen, los resultados positivos tienen lugar con todos sus buenos impactos en el ambiente, la vida humana, las especies en la Tierra.
La próxima COP28 tendrá el enorme desafío y la encantadora oportunidad de ser un primer control indirecto al cumplimiento del Acuerdo de París, de ver lo que estamos haciendo mal (un montón) y bien (apenitas algo), de identificar todo eso que hay por mejorar y apretar el acelerador.
El deterioro de la capa de ozono y el cambio climático muchas veces se confunden. Tienen causas distintas, pero algunos puntos en común. Algunas de las sustancias químicas que agotan la capa de ozono son gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global. De hecho, se espera que la ampliación que se hizo con la Enmienda de Kigali contribuya a evitar entre 0,3 y 0,5 °C de calentamiento global de aquí a 2100. En otras palabras: actuar frente a un problema contribuye en el otro.
Ahora bien, que uno no nos haga olvidar el otro. Sólo se logrará la recuperación felizmente completa de la capa de ozono si se continúa con una correcta implementación de las políticas requeridas. Y sólo disfrutaremos felizmente de esa recuperación en pocos años si, a la par, actuamos con ambición y justicia frente al cambio climático.
En palabras del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres: "La recuperación de la capa de ozono es un ejemplo alentador de lo que el mundo puede lograr cuando trabajamos juntos por el bien de nuestro planeta y su gente".
Y como hoy sólo quiero dar buenas noticias, cierro esta edición con una local. Porque sí, sé que esta semana el servicio climático Copernicus de la Unión Europea reportó que el 2022 fue el quinto año más cálido registrado y que los últimos ocho años fueron los ochos años más cálidos desde que se tienen registros. Porque sí, sé que ayer se comunicó oficialmente que el CEO de la empresa nacional de petróleo de Abu Dhabi será el presidente de la próxima COP28 (les recuerdo: una conferencia donde se tiene que avanzar en la acción ante el cambio climático). Porque sobre todo ello seguiremos profundizando la próxima semana y probablemente a lo largo del 2023 donde las buenas noticias escaseen, hoy quiero cerrar con una noticia de impacto positivo y local de Argentina también vinculada con estas cosas.
La app del tiempo es el nombre de la nueva aplicación digital para celulares que el Servicio Meteorológico Nacional de Argentina lanzó este martes con el objetivo de ofrecer información precisa y actualizada a la ciudadanía sobre el estado del tiempo en general y del tiempo en el lugar en el que se encuentren en particular o que estén por visitar. Incluye el pronóstico a siete días para la ciudad de interés y los alertas necesarios ante determinados eventos climáticos a 24, 48 y 72 horas de ocurrir.
Estar informados sobre cómo está el tiempo hoy o si hay un alerta de precipitaciones intensas para mañana es fundamental para tomar decisiones de nuestra rutina, pero especialmente por el contexto de cambio climático en donde todo ello se intensifica y altera cada vez más, incidiendo también en nuestra vida diaria.
Y una observación/recordatorio: es "la app del tiempo" y no "la app del clima" porque una cosa es el estado de la atmósfera en un lugar y momento determinado y otra el conjunto de fenómenos meteorológicos que caracterizan el estado de la atmósfera en un lugar en el largo plazo, diferencias que vimos en la Guía especial sobre cambio climático de RED/ACCIÓN.
🤳🏼 La app es gratuita y se puede descargar para Android (a partir de Android 10) aquí y para IOS aquí. Yo ya la configuré para recibir información no sólo de Buenos Aires, donde vivo, sino también del destino argentino de mucha mucha naturaleza en el que me encontraré el próximo viernes mientras ustedes lean la siguiente edición de PLANETA.
¡Un saludo hasta el próximo viernes!
Tais