En una cálida tarde después de una reunión de estrategia fuera de la oficina, un equipo de ejecutivos llega a un conocido restaurante local. El CEO no está contento con la mesa y pide que los cambien. Un joven mozo rápidamente encuentra al gerente, quien les explica que no hay otras mesas disponibles.
El grupo trata de cambiar de tema, pero nuevamente es interrumpido por el CEO. “¿Soy el único al que le incomoda la vista? ¿Están haciendo obras hoy?” exige saber. El mesero intenta una explicación. “Nos estás a la altura” replica el CEO. Después de que el mozo se aleja, alguien hace un chiste sobre la inteligencia del hombre. Esto parece agradarle al CEO, que responde con su propia ocurrencia despectiva. El grupo se ríe.
Si usted estuviera presente en esa comida, ¿le diría al CEO que no aprueba su lenguaje y comportamiento? ¿Trataría usted de poner un mejor ejemplo, o se quedaría en silencio?
Esta escena encapsula tres dinámicas psicológicas que llevan a cruzar líneas éticas, las mismas dinámicas que entran en juego cuando se cruzan líneas mucho mayores en la arena corporativa.
¿Cómo saber cuando usted, o su equipo, están en camino a una falla ética? He aquí consejos para identificar y combatir cada dinámica:
- Omnipotencia: Cuando alguien se siente tan merecedor que considera que las reglas del comportamiento decente no le aplican a él. Una forma de evaluar si ha alcanzado un “pico de omnipotencia” es si sus decisiones solo reciben aplausos, deferencia o silencio. El contrapeso psicológico a la omnipotencia es asumir sus defectos. Especialmente si está en una posición de liderazgo, asuma que tiene debilidades y piense regularmente sobre ellas. Cultive un grupo de pares que le digan la verdad incluso cuando esta sea desagradable.
- Adormecimiento cultural: Cuando gradualmente comienza a aceptar y encarnar normas desviadas. Psicológicamente, usted está haciendo un intercambio entre adaptarse a la cultura y mantenerse sincero con lo que valora. Comience a buscar señales de captura moral: breves momentos en los que no se reconoce. Pregúntese si se sentiría cómodo diciéndole lo que está pasando a un periodista o a un juez. También puede ser útil obtener una perspectiva externa. Recurra a un amigo o familiar que pueda detectar cambios que usted no perciba en sí mismo.
- Negligencia justificada: Cuando comienza a racionalizar acciones y se dice a usted y a otros, “esta es una situación excepcional.” Combátala obligándose a sí mismo y a sus colegas a actuar correctamente, recompensando el comportamiento ético y definiendo sus límites. Esto podría ser tan simple como hacer una lista de cosas que no hará por ganancia o placer, leyéndola con regularidad y mostrándosela ocasionalmente a su equipo como recordatorio.
Incluso aunque la mayoría de las empresas tienen algunos contrapesos culturales, los líderes también deben ser conscientes de las condiciones psicológicas que empujan a las personas — incluyendo ellos mismos — a cruzar líneas éticas. Entre más preparado esté para manejarlas, será más probable que mantenga intacta su integridad.
Merete Wedell-Wedellsborg es una consejera ejecutiva.
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