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¡Buenos días! Desde hace 15 años el Centro Ana Frank para América Latina trabaja para promover lo que nos enseñó esta joven judía a través de su famoso diario. Reflexionamos en lo trascendental de su mensaje para estos tiempos y charlamos con dos jóvenes voluntarias que buscan concientizar.
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En la década del 60 comenzó a desarrollarse en Brasil la pedagogía de la esperanza. Resistir a las injusticias, al sometimiento, era algo central de este naciente movimiento. Y hay una situación que ayuda a reflejar y nos permite aprender desde este enfoque.
Alrededor de 1940 una chiquita de 12 años tiene que ocultarse con su familia en Holanda y vivir una vida en medio del terror para que no la descubran. Así estuvo durante poco más de dos años. En ese tiempo escribió un diario que más tarde se volvió famoso: el de Ana Frank, traducido a tantos idiomas, tan conmovedor.
Para volver a pensar en este concepto de la pedagogía de la esperanza aparece la simpleza de una chica adolescente, que no buscaba el heroísmo, solo quería contarle a su diario lo que vivía, ante la amenaza inminente de ser encontrada cada día.
El Museo de Ana Frank de la Ciudad de Buenos Aires es un lugar que nos llama a aprender de esta tragedia. Ahí hay varias réplicas. Una de ellas es ese cuarto acogedor y tremendo, escondido a la entrada, detrás de una biblioteca. En un lugar así escribía Ana un canto a la esperanza.
En medio de la tragedia de la shoá. Una adolescente desafía una situación así con esperanza. Y en sus escritos y decires hace una serie de aportes a la cultura global y local.
La pedagogía de la esperanza toma situaciones en las que un grupo de personas sufre, tiene miedo o está en riesgo. Situaciones en las que cumplen un rol fundamental otras dos partes de la sociedad: los testigos, observadores, que pueden o no comprometerse, y los protectores (familias, empresas, organizaciones, estados), que tienen la posibilidad de salvar vidas.
Cuántas personas pasan cerca de tragedias cada día y son indiferentes. Pero también hay muchos que se comprometen y ayudan a salvar vidas. Al igual que en el bullying, más allá de agredido y agresor, hay una tercera parte que juega un rol crucial.
Le pedagogía de la esperanza es un concepto que dará para escribir capítulos y más capítulos llenos de humanidad y abrazos. Pensando en el pasado, el presente y seguramente hará falta más pedagogía de la esperanza en años y siglos que vienen.
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El 12 de junio de 2009, el día que Ana Frank hubiera cumplido 80 años, abrió sus puertas en la Ciudad de Buenos Aires el Centro Ana Frank para América Latina (CAFA), que en estos casi 15 años ha trabajado en la educación y la difusión de la lucha por los derechos humanos y la no discriminación.
Por esto, se tocan la vida de esta joven judía como también la memoria de la última dictadura militar argentina y la forma contra la violencia y la discriminación.
“Fomentar el legado de Ana Frank para educar a jóvenes y comunidades sobre las consecuencias de la exclusión social e inspirar a las nuevas generaciones en la construcción de un mundo basado en el respeto mutuo”, es parte de su visión.
Parte del centro es el Museo Ana Frank, ubicado en una bella casona en Superí 2647 (Coghlan, CABA), donada por la familia Szulman. Este año, con motivo de los 15 años de la institución, está prevista una renovación, ampliación y puesta en valor del museo. Nuevos conceptos, tecnologías, diseñar nuevos espacios para incrementar los visitantes y potenciar una experiencia que crece.
Desde la apertura del centro, cerca de 1.800.000 personas (en su mayoría adolescentes y jóvenes) han participado de planes y proyectos propuestos por el centro. Además, 1.450.000 visitaron el museo y sus exposiciones itinerantes.
El centro, además, es impulsor de la Ley 26.809, por la cual cada 12 de junio se celebra en nuestro país el Día de los adolescentes y jóvenes por la inclusión social, la convivencia contra toda forma de violencia y discriminación.
Pan American Energy busca ser un promotor activo en el desarrollo de las comunidades en las que opera. Por ello, lleva a cabo acciones de triple impacto para crear valor económico, social y ambiental a través de la articulación público-privada. Su trabajo en Sustentabilidad se basa en cuatro ejes estratégicos: educación y cultura, salud y deporte, desarrollo local y ambiente. En el último año, con sus más de 100 programas, la compañía alcanzó a más de 300.000 personas.
Conocé más en pan-energy.com/sustentabilidad
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Durante las vacaciones de verano 2024 en Buenos Aires, en el Museo Ana Frank se organizan recorridos guiados y exposiciones basadas en la pedagogía de la memoria y la esperanza. Son de jueves a domingo de 14 a 19. Durante enero, la entrada general vale 1.500 pesos, y 1.300 pesos para docentes, estudiantes y jubilados. El jueves hay 2 x 1.
Los recorridos guiados abarcan cuatro salas con objetos originales de la familia Frank, la única recreación escenográfica de la Casa de Atrás y el castaño original al que Ana Frank solía escribirle en su diario.
Además, el museo ofrece una exposición para niños, orientada a promover la lectura, y visitadas guiadas virtuales.
Podés encontrar más información de las actividades acá.
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Uno de los pilares para transmitir valores en el Centro Ana Frank es la educación de pares: los y las guías del museo son jóvenes voluntarios que se forman en la pedagogía de la esperanza, los derechos humanos y la convivencia en la diversidad de pensamiento.
Michelle Ickowicz (21 años) y Magalí Stemberg (26) son dos de estas jóvenes comprometidas con los derechos humanos y con promover el legado de Ana Frank.
—¿Cómo se vincularon con el centro? ¿Qué las motivó a ser voluntarias del centro?
Michelle: Entré como guía voluntaria en el 2021 y a principios del 2023 empecé a trabajar en la coordinación del museo. Desde chica me enseñaron sobre lo que había ocurrido en la Segunda Guerra Mundial y desde ese momento sentía que quería profundizar mi conocimiento sobre el tema pero no sabía bien dónde. Hasta que vi en las redes sociales sobre la capacitación a guías y me anoté.
Magalí: Entré como coordinadora del museo en septiembre del 2022 al mismo tiempo que me capacité como guía. Me motivó el poder sumarme a una institución que sentía que hablaba de todos los temas que nos interpelaban y que convocaba las voces jóvenes a promover acciones consecuentes. Soy licenciada y profesora en Ciencias de la Educación y habité diversas instituciones a lo largo de toda mi trayectoria pero siempre me vi atraída por la oportunidad de transitar contextos que exploraran las intersecciones con la educación. Este es un espacio educativo que reivindica la historia y la cultura desde una perspectiva de derechos humanos, a través de voces jóvenes comprometidas con la memoria y la esperanza.
—¿Por qué adoptan la educación entre pares?
—Es un motor central de nuestro trabajo. Hay una idea potente que nos atraviesa que tiene que ver con "jóvenes hablándole a otrxs jóvenes". Trabajamos con grupos escolares, miles de jóvenes transitan la institución cada año; no hay imagen más poderosa que la de ver a un par convencidx de su rol y comprometidx con el mensaje que está construyendo y transmitiendo. Apostamos al empoderamiento juvenil y creemos que desde el rol de guías asumen un accionar activo en pos de generar cambios necesarios.
—¿Qué impacto ven que tienen las actividades del centro?
—El impacto de las actividades es muy heterogéneo y depende también de cada público, pero las repercusiones son siempre muy positivas. Tuvimos la posibilidad de presenciar y participar en instancias muy movilizantes, que nos confirman nuevamente que estamos en el camino correcto. Este es un centro de derechos humanos con distintas áreas que trabajan bajo nuestras premisas centrales: la pedagogía de la memoria y la esperanza, la educación de pares, la construcción de una ciudadanía activa a partir de la cultura de paz y la convivencia pacífica y la construcción de lxs jóvenes como sujetxs de derechos entendiendo también, la centralidad del rol adulto. Como se ve, es un desafío constante.
—¿Qué aporte hace la historia de Ana Frank a la pedagogía de la esperanza?
—La historia de Ana Frank, claramente, es el eje central de este espacio. Aún bajo un contexto infinitamente hóstil, ella encontró la forma de plasmar su voz que, sin saberlo, se convirtiría en un legado que hasta el día de hoy no pierde vigencia. Se dedicó a escribir y compartió sus miedos, sus deseos y sus pensamientos... con el objetivo de convertirse en escritora. Con la convicción y la esperanza. En la actualidad, gracias a Otto, su padre, podemos conocer este legado; él decidió cumplir el sueño de su hija luego de entender que la potencia de su escritura era, sin dudas, parte de las voces de muchxs jóvenes que, al igual que ella, no eran escuchadxs. Esto lo motivó a dedicar su vida a hacer que más jóvenes en el mundo hablaran por los derechos humanos para que esto nunca más vuelva a pasar, a seguir construyendo este camino de esperanza que su hija comenzó.
—¿Cuáles son los principales aprendizajes que buscan transmitir a los jóvenes voluntarios?
—Son muchísimos, pero podríamos mencionar algunos transcendentales. Por un lado, buscamos crear un espacio de encuentro, que muchxs jóvenes puedan juntarse a conversar, debatir y compartir en la diversidad, entendiendo que podemos respetarnos y dialogar para construir algo superador. Por otro lado, nos interesa propiciar instancias en donde puedan alzar su voz y conmover a otrxs. Finalmente, nos interesa que puedan construir un mensaje propio, una forma singular de apropiarse de la esperanza y la memoria que transmitan con solidez y emoción, generando un impacto transformador que habilite a lxs otrxs a accionar.
—¿Qué desafíos tiene esta tarea de concientización en un contexto como la Argentina de hoy?
—En el contexto actual, nuestro trabajo se fortalece y se potencia. Reivindicamos y reforzamos cada una de nuestras líneas de trabajo y nos abrazamos y contenemos colectivamente para seguir constituyendo este espacio de encuentro en la diversidad que construye esperanza y brinda herramientas para llevar adelante pequeñas acciones transformadoras. La justicia, la igualdad, la no discriminación, la participación y la convivencia pacífica serán siempre el horizonte de nuestras intervenciones.
Cuidate mucho, cuidalas mucho, cuidalos mucho.
Te mandamos un gran abrazo.
Juan y David