La guerra en Ucrania interrumpió la cadena de suministro de muchísimos productos, incluidos los fertilizantes. Los agricultores del mundo están en problemas y hay una amenaza a la provisión normal de alimentos. Pero quienes reciclan orina humana —los “pipícicladores” o peecyclers— tienen una solución: el pis aporta nitrógeno, fósforo y potasio, como los fertilizantes sintéticos, y estimula el crecimiento de las plantas. Además, y más allá de la guerra, es una alternativa sostenible a esos químicos que tienen un costo ambiental derivado de los combustibles fósiles y la minería.
El Rich Earth Institute de Brattleboro, de Vermont (Estados Unidos), es una de las organizaciones dedicadas a la investigación y aplicación de orina como fertilizante: recoge el pis de 200 voluntarios, lo investiga y lo usa en granjas locales.
Esta institución informa que la mayor parte de la materia fertilizante que se encuentra en los desechos humanos de todos los días ― 80 a 85 % de nitrógeno y 66 % de fósforo― está en la orina. Mejor aún: desde una perspectiva de salud pública, las enfermedades asociadas con saneamiento deficiente se originan en patógenos fecales, pero la orina suele estar libre de estos microorganismos y se desinfecta fácilmente.
El pis que una persona hace en un año, por ejemplo, contiene suficiente fertilizante como para producir alimentos durante la misma cantidad de tiempo. En los adultos esto implica unos 500 litros que contienen alrededor de 4 kilos de nitrógeno y 3,50 de fósforo. Usados para fertilizar el grano, esto es muchísimo: suficiente para cultivar trigo y hacer una hogaza de pan en cada uno de los 365 días del año.
La mayoría de las granjas de los Estados Unidos obtienen su nitrógeno de los fertilizantes sintéticos que se crean a través de un proceso que aporta aproximadamente el 1 % de las emisiones globales de carbono. Por su parte, los agricultores que buscan un enfoque más ecológico tienen opciones limitadas: harinas de huesos, soja o alfalfa o estiércol seco de pollo. Pero cada uno de estos productos requiere que se importen nutrientes de lugares distantes, se consiguen en cantidades limitadas y son más caros que los fertilizantes sintéticos.
La orina, en cambio, es un recurso renovable y disponible a nivel local. Si se recolecta en un recipiente de vidrio o de plástico que se mantiene sellado, se conserva todo su valor fertilizante. El amoníaco que se desarrolla en este líquido almacenado es un agente desinfectante natural y destruye cualquier bacteria. Los recicladores caseros de orina generalmente la diluyen con agua y luego la aplican al suelo con una regadora.
Saneamiento ecológico
En 2011, los fundadores del Reach Earth Institute, Kim Nace y Abraham Noe-Hays se reunieron por su interés común en los inodoros de compostaje y el saneamiento ecológico, y se preguntaron cuál era la mejor manera de promover la gestión alternativa de desechos. Noe-Hays había buscado durante mucho tiempo crear un instituto de investigación para la tecnología y la aplicación agrícola de los desechos humanos, y ambos eligieron comenzar centrándose en la orina separada en origen. “Esta es otra forma de reciclar”, dijo Noe-Hays en una entrevista con la cadena de televisión alemana Deutsche Welle.
En unos meses, Nace y Noe-Hays reunieron una junta directiva y crearon el instituto, que en 2012 se convirtió en una organización sin fines de lucro con la misión de promover el uso de los desechos humanos como fertilizantes. La institución debutó con el Proyecto Recuperación de Nutrientes en Orina (UNRP, por sus siglas en inglés). Fue y sigue siendo el primer lugar en los Estados Unidos que reutiliza orina en granjas.
El Rich Earth Institute solicitó permisos estatales, pidió a los participantes del proyecto que donaran orina y la transportó a una granja donde construyó un pasteurizador solar para desinfectarla. Recolectó muestras de suelo, marcó parcelas y tiras experimentales, aplicó al heno la orina tratada y luego cosechó. La investigación mostró que no hubo diferencias significativas entre los rendimientos de heno fertilizado con orina diluida, con orina sin diluir y con fertilizante sintético. “Ahora los desechos humanos se utilizan para fertilizar los alimentos que se encuentran en el supermercado”, dijo recientemente al New York Times Kim Nace, la cofundadora del instituto.
Un recurso, no un desperdicio
Hay muchas experiencias. En países como Francia, Alemania, Sudáfrica y Australia otras organizaciones también trabajan en la reutilización de los desechos humanos. Por ejemplo, en Gotland, una isla de Suecia, los investigadores de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas recolectcan el pis de urinarios sin agua durante la temporada de verano. Un equipo seca la orina y la convierte en trozos sólidos que martilla hasta convertir en polvo y luego en gránulos de fertilizante que caben en el equipo agrícola estándar.
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“Al reciclar la orina, reforzamos nuestro sistema alimentario”, dijo Prithvi Simha, de esa universidad sueca, en una entrevista en la Deutsche Welle. Este investigador cree que alrededor de un tercio de todo el nitrógeno y el fósforo utilizados en la agricultura a nivel mundial podría ser aportado por la orina.
Recolectar este desecho se ha convertido en un gran desafío y hay dispositivos nuevos. Muchos accesorios de baño con desviador de orina están hechos de porcelana para imitar a los convencionales. Y hay urinarios sin agua que se pueden conectar a los tanques de recolección. “Cuando la orina se junta en grandes volúmenes, la pasteurización en una ubicación central puede ser un método práctico de desinfección”, indica el Rich Earth Institute, que desarrolló un pasteurizador móvil controlado por computadora. El compostaje a alta temperatura y la exposición a los rayos ultravioletas son métodos que también sirven. Sin embargo, el almacenamiento es un gasto importante y un desafío logístico en el reciclaje de orina a gran escala.
“La orina es un recurso, no un desperdicio”, se lee en el sitio web de Rich Earth. “Es hora de cambiar la forma en que la tratamos. Nuestro ‘oro líquido’ es una fuente abundante de fertilizante sostenible, pero actualmente lo tiramos a las alcantarillas, donde causa una contaminación que les cuesta a los municipios miles de millones de dólares. Al recolectar y reciclar la orina en fertilizante, podemos proteger de manera económica el ambiente mientras reponemos los suelos que nos sustentan”.
Según el instituto, la orina es una de las mejores inversiones en tiempos de incertidumbre: ahorra dinero y apoya las economías locales de varias maneras. Reduce los costos del tratamiento de las aguas residuales y el uso de agua potable ―los inodoros con desviador de orina emplean un 80 % menos que los convencionales―, además de la propuesta central de reemplazar los costosos fertilizantes sintéticos por este insumo.
También, al desviar la orina hacia los lugares donde se la almacena y no vertirla a la red cloacal, se reduce la contaminación por nutrientes, lo que contribuye al valor recreativo y la productividad biológica de ríos, lagos y bahías.
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Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones para América Latina, una alianza entre INFOBAE y RED/ACCIÓN, y fue publicada originalmente el 27 de julio de 2022.
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