Las dificultades específicas de aprendizaje (DEA), entre ellas la dislexia, afectan a “entre un 10 % y un 15 % de la población en América Latina y España”, mientras que al menos uno de cada 10 niños con esta condición tiene problemas escolares y “la mayoría no posee un diagnóstico certero”, afirma la presidenta de la sede argentina de la Organización Internacional Dislexia y Familia (Disfam), María Arabetti. La dislexia es una dificultad del aprendizaje de la lectoescritura, de carácter persistente y específico, que se da en niños que no presentan ninguna desventaja físico, psíquico ni sociocultural y cuyo origen parece derivar de una alteración del neurodesarrollo.
Disfam es una asociación sin fines de lucro integrada por familias con hijos con dislexia y otras dificultades específicas de aprendizaje y por adultos con esta condición y profesionales del ámbito de la educación y la salud, preocupados y sensibilizados por estas dificultades invisibles y por las consecuencias emocionales que conllevan.
“El principal problema que tiene la dislexia es que no es compatible con nuestro sistema educativo, pues todos los aprendizajes se realizan a través del código escrito, por lo cual el niño con dislexia no puede asimilar ciertos contenidos, porque no es capaz de llegar a su significado a través de la lectura”, explican en el sitio web de Disfam.
“El niño o niña con dislexia debe poner tanto esfuerzo en las tareas de lectoescritura que tiende a fatigarse, a perder la concentración, a distraerse y a rechazar este tipo de tareas. La dislexia es mucho más que tener dificultades en la lectura y en la escritura, ya que existen problemas de compresión, de memoria a corto plazo, de acceso al léxico, confusión entre la derecha y la izquierda, dificultades en las nociones espacio-temporales”, añaden.
La importancia de los libros accesibles
A partir de una experiencia familiar, la editora Fabiana Nolla Portillo, fundadora de Gerbera Ediciones, supo que en promedio, en una clase de 30 alumnos, 3 pueden tener dislexia. En este grupo estaba una amiga de su hijo, por entonces de 8 años. “Toda la vida tuve la costumbre de regalar libros para los cumpleaños, incluso cuando cumplían años los amigos de mi hijo. En una ocasión, lo encontré en casa muy triste porque no lo invitaron a una fiesta. Cuando indagué, se debía a que la madre de la cumpleañera quería evitar que a su hija le regalasen libros: a la nena le acababan de diagnosticar dislexia, le costaba mucho leerlos y para ella un libro de regalo era lo mismo que una piedra”, señala Fabiana, quien es uruguaya y estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional de Misiones, Argentina.
Fabiana entendió así la importancia de hacer libros accesibles para quienes tenían serios desafíos para leerlos: “Me dije ‘no puedo dejar a este público afuera de la posibilidad de leer los libros que tanto me gustan hacer’”, reflexiona.
Luego de vender libros durante varios años en una importante cadena de librerías de Buenos Aires, decidió incursionar en la edición. “El 19 de junio de 2007 registré los tres primeros libros, que eran de tela y de cartoné ( todas las páginas de cartón) para bebés”, recuerda Fabiana. “Era más un hobby que otra cosa. Yo hacía de todo: comprar las telas, coserlos, mandarlos a estampar, rellenarlos, y los distribuía”, cuenta.
Pero luego de investigar la dislexia e inquieta ante esa realidad, la producción de sus libros viró 180 grados: el gran salto se concretó cuando tomó la decisión de imprimir cada libro con tipografía amigable para personas con dislexia.
Una de las particularidades de estas personas es la sensación de que las letras se mueven, giran, suben y bajan del renglón cuando intentan leer un texto impreso en tipografías convencionales. Mientras Fabiana investigaba en internet encontró una solución gráfica para los lectores con dislexia: una tipografía con características que hacen que el texto se “quede quieto” para ellos. Ni bien la adquirió, hizo la prueba piloto con ella. Y la compañera de su hijo se convirtió entonces, sin quererlo, en su primera lectora. El hijo de Fabiana finalmente fue invitado al cumpleaños de su amiga a quien le obsequió una remera… pero también el libro-maqueta recién salido del horno. “Cuando la nena nos ve llegar, la mira a la mamá y se queda muda. Le entregamos el regalo e insistimos para que lo abriera en ese momento, delante de todos. ‘Es un libro hecho especialmente para vos’, la convencimos. Cuando abrió el libro y empezó por la primera página, notamos cómo los ojitos se le abrieron. ¡Y comenzó a leer de corrido! Esa primera frase creo que fue el mayor logro de toda mi carrera”, se emociona Fabiana.
“Fue como una película. Mientras la mamá lloraba, la pequeña se sentó y todos los compañeritos la rodearon. Durante 40 minutos ella leyó para todos sus invitados. Cuando terminó, todos la aplaudieron. Era la primera vez en tres años de escuela primaria que la escuchaban leer así. Fue maravilloso”, relata.
De la tipografía inclusiva al braille
La editorial, que lleva el nombre de la flor que más le gusta a Fabiana, publica libros con una tipografía amigable para lectores con dislexia y, al mismo tiempo, de alta legibilidad para el resto de las personas. La tipografía utilizada es Opendyslexic, de código abierto creada para aumentar la legibilidad y favorecer la lectura continua, y fue diseñada para mitigar algunos de los errores de lectura causados por la dislexia. Fue creada por Abelardo González, un diseñador de aplicaciones móviles de New Hampshire, Estados Unidos, que lanzó el proyecto a fines de 2011 que rápidamente se propagó por el mundo digital.
“Tiene el mayor peso en la base y ciertos ángulos entre letra y letra, lo que hace al texto visualmente estable. Para el lector común es imperceptible, pero para aquellos con dislexia, eso les permite leer de corrido”, detalla Fabiana.
Otras características importantes de estos libros son: el interlineado especial y el color de la tipografía, que nunca es negro, sino que utilizan otros colores, dado que, sobre papel blanco, el negro hace un contraste que no permite que la lectura sea continua.
A partir del quinto libro, todos los títulos de Gerbera pasaron a ser inclusivos, desde aquellos destinados a la primera infancia hasta los dirigidos a adolescentes.
Además, por una experiencia con una escuela de Ramos Mejía en 2015 Fabiana decidió incorporar el sistema braille en los libros y ampliar así su meta de llegar a todos los públicos. “Una nena ciega leyó delante de su clase uno de nuestros libros, que la madre y la docente integradora habían traducido al braille. En lugar de las ilustraciones, habían utilizado telas de distintas texturas”, contó la editora en una entrevista a La Nación. Esa anécdota la llevó a imprimir una parte importante de los títulos con tinta-braille (que incluyen códigos QR con audiolibros que explican las imágenes) y tinta común en el mismo libro.
“Nos convertimos así en la primera editorial de Latinoamérica con un perfil totalmente inclusivo. La misión editorial y eje principal es la inclusión, sin perder de vista la calidad literaria. De esta manera, personas con y sin discapacidad visual pueden compartir el mismo texto”, señala.
En esa línea, Fabiana aclara que no le gusta ser catalogada como “la editorial para chicos con dislexia”. Su voluntad es la inclusión y no la diferenciación. “Es tratar de hacerles entender que no son libros 'para', son libros que incluyen a los lectores con dislexia y son libros que incluyen a los niños y niñas ciegos, o a los adultos ciegos que le quieren leer a su hijo que puede ver”, explica.
“Mi hermano mayor tiene síndrome de Down. Nosotros vivimos como familia esa realidad que nos lastimó durante tanto tiempo; y, aunque parezca muy poco, cuando tuve la posibilidad de hacer algo para incluir a una pequeña parte que se siente excluida, lo hice”, cuenta Fabiana.
Temática universal
¿Quiénes son los autores? Al igual que los ilustradores, el 95 % son argentinos, que al tratar temáticas universales —la interculturalidad, diferencias sociales, cuestiones ambientales, alfabetización, adopción, diferentes formas de maternidades y paternidades— permiten que los libros también se exporten. Gerbera lleva publicados 85 títulos, que se distribuyen a todas las provincias de Argentina y llegan a Chile, Uruguay, Colombia, México y Estados Unidos.
“Para mí, cada libro que se publica es especial. Cada libro de Gerbera tiene un valor intrínseco”, afirma.
¿Son libros caros? “Al contrario, los libros de Gerbera tienen menor precio de venta al público porque el leit motiv de la editorial es que los libros sean inclusivos en todo sentido, hasta para el bolsillo de quien los compra”, explica.
“Hay muchísimas docentes que utilizan nuestros libros. De hecho, muchos ministerios de educación de varios países nos han comprado libros para entregar a los alumnos de sus países. Organismos como la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (CONABIP) nos compran todos los años a través de las más de 3.000 bibliotecas populares de todo el país”, señala. Esto ayuda a que el emprendimiento sea sustentable incluso con precios bajos.
Además, el Plan Nacional de Lecturas adquirió en varias oportunidades cantidades para los diferentes programas que desarrollan en todo el país.
“Es una pena que la escuela secundaria Waldorf donde mi hija de 14 años cursa segundo año jamás le haya mostrado uno de estos libros”, comenta Paula Asiain, vecina de la ciudad de Bariloche, provincia de Río Negro, de visita a la Feria del Libro Infantil en el Centro Cultural Kirchner, donde Gerbera expone sus productos estas vacaciones de invierno.
Fabiana agrega: “Muchas psicopedagogas utilizan nuestros libros para facilitar la lectura continua con sus pacientes que no sólo tienen dislexia, sino también otras dificultades de lecto-escritura”.
Entre los mejores recuerdos que atesora de su vida profesional, Fabiana destaca los momentos en que los padres de niños con dislexia escuchan a sus hijos leer de corrido por primera vez, o aquellos en que una persona ciega puede compartir el placer de la lectura. “Innumerables veces me enviaron fotos o videos de algún adulto ciego leyendo a sus hijos o de niños compartiendo junto al adulto el mismo libro al mismo tiempo. Recuerdo un video de una tía ciega leyéndole a su sobrino por primera vez. Son cosas que a uno le llenan completamente el alma. Son esas experiencias que me hacen sentir que estoy logrando llegar a una meta que va más allá de la venta”, confiesa.
Esta nota forma parte de la plataforma Soluciones, una alianza entre Río Negro y RED/ACCIÓN.