El miércoles pasado, la Ley Justina (cuyo texto completo se puede leer aquí) fue aprobada en el Congreso. Los diputados, como antes los senadores, la votaron por unanimidad y así dispusieron que todas las personas mayores de 18 años sean donantes de órganos o tejidos, salvo que dejen una constancia expresa de lo contrario. La norma tiene más de 70 artículos y entrará en vigencia en 90 días, en los que el INCUCAI debe reglamentarla.
Ezequiel Lo Cane fue quien impulsó el proyecto. nyerőgépes játék letöltése ingyen Su hija, Justina, de 12 años, falleció el año pasado mientras esperaba un trasplante de corazón. “De alguna manera, aportamos un granito de arena para que todo esto mejore”, dice él ahora. gaminátor játékok letöltése “No hay palabras, lo que sentí con la sanción de la ley fue enorme”.
¿Cómo se implementará la ley?
La gente del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI) se juntará con las organizaciones de médicos que correspondan para consolidar todo el proceso y reglamentarla. Desde el punto de vista formal, el INCUCAI debe liderar la reglamentación porque es el representante del Ministerio de Salud y del Poder Ejecutivo. Nosotros, desde Multiplicate x 7, veremos cómo podemos aportar con un foco que estará puesto en lo que necesitan las familias y las personas: la contención.
¿Qué decía la ley anterior, que fue modificada por la Ley Justina?
Decía que si uno se muere y no se registró nunca como donante en el INCUCAI, la familia decidía si los órganos se donan o no. Lo mismo pasaba, en general, aunque uno estaba registrado como donante en el carnet de conducir porque en el 80% de los casos, esos registros no se trasladaron al INCUCAI. E incluso si uno se registró como donante, al morirse se le avisaba a la familia que los órganos se iban a extraer y la familia podía decir que no estaba de acuerdo e interponer una acción legal. Si uno se registró como no donante, cuando muere no se le preguntaba nada a nadie. Pero cabía la posibilidad de que la familia lograra que los órganos se donaran igual. La última palabra siempre la tenía la familia.
¿La Ley Justina simplifica todo?
Sí. Se le quita la decisión a la familia y facilita la decisión del sí y del no. Quien no quiera ser donante, se registra como tal. Decide uno mismo; la familia no. De esta manera se hace una diferencia tremenda en tiempos, y en respeto al dolor y a la situación que atraviesa la familia. Es una cuestión de sensibilidad y de tiempo. Y, por ende, de vida. Ahora se perderán menos oportunidades de trasplantes. Y además, la ley establece artículos que mejoran el proceso de donación y trasplante. Por ejemplo, se fija un traslado prioritario aéreo para quien necesita un trasplante en un sitio lejano: si esta persona va al aeropuerto y no tiene lugar en el avión, se le da prioridad de viaje.
¿Cómo lograste que el tema se tratara de un modo tan rápido y eficiente en el Congreso?
No fue fácil. Demandó tiempo para explicar a los senadores y diputados, y para trabajar y coordinar opiniones diferentes de profesionales, médicos y familiares. Me junté también con policías, abogados, gendarmes, abogados y profesionales del área de trasplantes. Hubo actitud y compromiso de parte de todas las personas con las que estuvimos trabajando; incluso de las que estaban en desacuerdo con algunos puntos. Trabajamos con una gran diversidad de roles. Las cosas como éstas tienen que suceder porque día a día en Argentina mueren unas 6 o 7 personas porque no les llega un trasplante. Tenemos que actuar.
Hay gente que se queja en las redes sociales diciendo que, con la Ley Justina, el Estado pasa a ser el dueño de los cuerpos. ¿Qué le responderías?
Esta ley no toma posesión de nada; al contrario, ayuda a que cada uno tome su decisión. Esa es una posición a la que le falta información para entender la situación. La gente tiene todo el derecho de dudar y nosotros con gusto lo explicaremos siempre que haga falta.
Otra crítica llega desde algunos médicos, que opinan que el sistema de salud no está listo para funcionar con la Ley Justina. magyar fogadóiroda ¿Qué les dirías a ellos?
Si algo no está preparado, hay que prepararlo. Y justamente esta ley prepara al sistema de salud. Por ejemplo, en la ley se exige que los centros de salud tengan personal capacitado para donación y trasplante, y guardias; se pide una cantidad de temas mínimos con los cuales capacitar a los profesionales; se establece pedidos muy específicos acerca de qué, cuándo y cómo tiene que comunicar el médico con respecto a estos procesos; y se pide información acerca de las diálisis que se están realizando (hay entre 20.000 y 30.000 personas que no están en lista de espera, pero que deberían ser informadas porque su salud podría empeorar). En sus más de 70 artículos, esta ley, que no es improvisada, contempla todo lo necesario para que el sistema de salud se prepare mejor.