Si es cierto que «lo esencial es invisible a los ojos», la Isla de los Pájaros, la reserva natural de Chubut , en la Patagonia tiene una impresionante semejanza con la boa y el elefante a simple vista. Se trata de una de las ilustraciones más célebres de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, el escritor francés vivió un tiempo en Argentina, tierra que le sirvió de inspiración para sus creaciones.
A 3 kilómetros del Centro de Visitantes del Istmo Ameghino se encuentra la Isla de los Pájaros, una porción elevada de tierra sobre el mar que tiene la particularidad de cambiar con la marea alta y baja. Allí el turista puede avistar aves patagónicas y conocer los rastro de los conquistadores españoles en el norte de Chubut.
Se denomina como isla pero los expertos aseguran que no lo es, porque cuando baja la marea se puede caminar hasta el lugar. La Isla de los Pájaros es parte de esos sitios únicos que tiene Chubut, a 800 metros de la costa, en el Golfo San José, a 3 kilómetros del Centro de Visitantes del Istmo Ameghino, la puerta de entrada al Área Natural Protegida Península Valdés.
Esa porción de tierra siempre estuvo frente al mar. Sin embargo, en 1967, por sus características y la cantidad de aves que cobijaba fue denominada reserva. Siete años después se prohibió el ingreso a su interior para evitar la intervención del hombre en el hábitat natural de aves, como cormoranes, garzas blancas y brujas, gaviotas cocineras, biguaes, ostreros, flamencos, pingüinos de Magallanes y gaviotines.
La leyenda cuenta que el escritor Saint-Exupéry, piloto fundador de la Aeroposta Patagonia que llegaba a Comodoro Rivadavia, se inspiró en ella para un dibujo de El Principito, aquel libro histórico que han leído diversas generaciones y que se ha traducido a todos los idiomas.
Como el turista no se puede acercar, en el Centro de Visitantes hay un potente binocular, que permite observar de cerca el comportamiento de las aves, en esta porción de tierra de 170 metros de largo por 75 de ancho. Pero eso no es todo. Allí también se puede observar una réplica de la capilla del fuerte San José, único asentamiento español en la Península.
La misma fue creada en 1779 por los conquistadores españoles con un objetivo defensivo, ideológico, productivo y comercial, asegura la investigación “De gestas, de salvajes y de mártires. El relato maestro sobre el Fuerte San José reconsiderado desde la arqueología histórica (Península Valdés, Pcia. de Chubut, siglo XVIII)”.
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