Acceso a la banca y otros servicios financieros son un componente a menudo pasado por alto en las políticas de desarrollo. Esto es especialmente cierto cuando se trata de personas con discapacidad. Es un mercado que posiblemente valga un billón de dólares, razón más que suficiente para que la industria lo tome en serio.
El mes pasado, el Reino Unido fue anfitrión de la primera Cumbre Global sobre Discapacidad para ayudar a que el mundo ponga su atención en las necesidades de las personas con discapacidades. El programa abunda en temas como el desarrollo de una educación equitativa, el fin de la discriminación y llevar las tecnologías a las comunidades de discapacitados, especialmente en los países pobres del Sur Global.
Pero un reto que no recibió la atención que merecía es un componente de la política del desarrollo que a menudo se subestima: el acceso a los servicios financieros. Fue una oportunidad perdida, no solo para los mil millones de discapacitados, sino también para las instituciones que deberían darles servicio.
Es una buena política social y es un buen negocio
Elevar la accesibilidad de los servicios financieros es bueno para los negocios y el crecimiento económico. Según estudios de Barclays, cuando los clientes con discapacidades son capaces de manejar su dinero, disminuye su vulnerabilidad económica y el bienestar económico general aumenta. Más aún, con más de un billón de dólares de ingresos disponibles, el llamado mercado de la discapacidad es uno de las mayores bases de clientes potenciales del mundo. En otras palabras, los proveedores de servicios financieros tienen todas las razones para llegar a las personas con discapacidades. Entonces, ¿por qué la mayoría de las empresas hacen justo lo contrario?
Una razón es la falta de conocimiento. Puesto que los discapacitados suelen disponer de menos ingresos que los no discapacitados, los proveedores de servicios a menudo han carecido de incentivos para llegar a ellos. Sin embargo, en tiempos como este, en que se presta más atención al potencial mercado total, las instituciones financieras están comenzando a ajustar sus líneas de productos de manera correspondiente. A medida que lo hacen, será necesario abordar cuatro temas para obtener el máximo beneficio para sus clientes con desafíos de accesibilidad.
Primero, las compañías de servicios financieros deben esforzarse más para comprender las necesidades de sus clientes actuales y futuros. Por ejemplo, con mejores datos a su disposición, un banco de un mercado específico podría mejorar la accesibilidad de sus plataformas de banca móvil. En esencia, esto es lo que hizo el año pasado el Standard Chartered Bank de India, cuando los empleados desarrollaron un sistema asistido para ayudar mediante voz a los clientes con problemas visuales a acceder a sus cuentas en línea. Los datos de buena calidad son esenciales también para la eficacia de los grupos de defensa para presionar a los proveedores a que mejoren sus servicios.
Segundo, el compromiso no se debe detener con productos innovadores, sino extenderse también al mercado laboral. En pocas palabras, el sector de los servicios financieros debería contratar más gente con discapacidades, invirtiendo en tecnologías de asistencia como lectores de braille y dispositivos de comunicación alternativos y aumentativos. La necesidad de diversificar la fuerza de trabajo es particularmente intensa en los Estados Unidos, donde una de cada cinco personas padece una discapacidad.
Tercero, siempre hay que incluir a personas con discapacidades sobre cómo ampliar y reforzar la independencia financiera. En 2013, cuando el Lloyds Banking Group formó un grupo focal para examinar los efectos de la demencia en el comportamiento de los clientes condujo a una carta sobre Servicios Financieros aptos para la Demencia. Este innovador documento codificó el modo como los bancos deberían ajustar sus productos a clientes con impedimentos cognitivos. Las iniciativas futuras deberían seguir este modelo colaborativo para asegurar que la toma de decisiones en todos los niveles se facilite con un diseño centrado en los humanos.
Y, para terminar, los gobiernos deben comprometerse a abordar este tema, imitando las medidas de países como el Reino Unido, que ha vinculado servicios para los discapacitados a la financiación del desarrollo. Con el apoyo correcto, puede ser muy amplio el progreso en estos complejos retos, por ejemplo, en Financial Sector Deepening Uganda, donde trabajo, usamos los fondos de ayuda británicos para extender los servicios financieros a los discapacitados en comunidades rurales. Nuestra visión es fomentar el surgimiento de programas similares en todo el mundo. Está claro que hay un gran apoyo político para estas iniciativas, con 91 países que ya han ratificado el Protocolo Optativo a la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidades.
Es un mercado que crece a pasos agigantados
En las próximas décadas, la población mundial de discapacitados crecerá a medida que los avances médicos hagan posible que la gente viva vidas más plenas, prolongadas y sanas. Ofrecer a los discapacitados acceso a servicios y productos financieros está entre las mejores maneras de proteger contra la discriminación y fomentar el empoderamiento de largo plazo.
La inclusión financiera plena llegará poco a poco a una comunidad que se suele denominar “el grupo minoritario que crece a mayor velocidad en el mundo”. La tarea para los activistas, defensores, líderes empresariales visionarios y autoridades es destacar los beneficios sociales y económicos de su éxito.
Traducido por David Meléndez Tormen
Jacqueline Muna Musiitwa, Miembro de Aspen New Voices 2014, es abogada normativa y Directora Ejecutiva de Financial Sector Deepening Uganda.
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