Las diferentes variedades lingüísticas que nos rodean desempeñan un papel fundamental en la manera en que nos relacionamos, nos percibimos o incluso desempeñamos nuestras funciones.
Aunque generalmente no somos conscientes de esta realidad y podemos funcionar sin complejos en nuestra lengua materna, hay momentos en los que el “canal lingüístico” en el que decidimos abordar un objetivo sí emerge como una decisión trascendental.
Esto ocurre muy a menudo cuando se trata de elegir la lengua en la que queremos aprender (o que aprendan nuestros hijos). En España, por ejemplo, hasta la llegada (y popularización) de los colegios bilingües, este debate solía restringirse a las comunidades con lenguas cooficiales propias o a casos muy concretos.
Buscar el éxito a través de una lengua
En la actualidad, dominar una lengua internacionalmente fuerte suele ser uno de los argumentos esgrimidos por muchos padres para abrazar la enseñanza en lengua inglesa.
Es decir, en un intento de multiplicar las posibilidades de éxito de sus hijos o evitar que sufran la eterna frustración que muchos de estos padres y madres han vivido (tradicionalmente con el inglés), los progenitores apuestan por un determinado colegio que imparte un número específico de materias en esta lengua.
Los resultados que acompañan este tipo de enseñanza son bastante heterogéneos y vienen condicionados por muchas variables.
Cuando el contexto ya es multilingüe
¿Qué ocurre cuando el contexto es multilingüe? Observemos el ejemplo de Sudáfrica: con once idiomas oficiales (nueve lenguas indígenas y dos de origen europeo: inglés y afrikáans), la lengua inglesa sólo es la lengua materna de menos del 10 % de la población actual.
Sin embargo, este es el idioma que predomina en toda la educación primaria, secundaria y universitaria. A modo de ejemplo, en 2020, más del 80 % de las universidades sudafricanas tenían inglés como única lengua de enseñanza, con la única alternativa del afrikáans en la mayoría de los casos.
¿La ventaja del inglés?
A simple vista, siendo la lengua de Shakespeare ya oficial en el propio país, uno podría pensar que esto representaría una clara ventaja para el ciudadano medio.
Es decir, aún siendo hablantes de otra lengua, el inglés vendría de la mano del sistema educativo, estaría presente en los medios de comunicación, en las instituciones, etc. Esto supondría una exposición mucho mayor de la que podemos tener en un país con otra lengua dominante como es el caso del castellano en España.
Sin embargo, los resultados no son todo lo positivos que uno podría esperar.
La importancia de la lengua materna
Aunque podemos argumentar que los recursos no son los mismos y que partimos de un trasfondo socio–histórico diferente, lo cierto es que cada vez un número mayor de estudios abogan por la inclusión de las lenguas maternas en la trayectoria educativa de los estudiantes.
En la opinión de muchos lingüistas, para aprender en una segunda lengua es fundamental tener una base sólida en la lengua materna.
Es más, a medida que diferentes trabajos de investigación demuestran que pueden surgir problemas de aprendizaje si la lengua que el estudiante domina oralmente (sobre todo en niveles tempranos) no es la misma que la lengua de instrucción, las consecuencias de una enseñanza prácticamente monolingüe en contextos plurilingües son especialmente tangibles y preocupantes.
Numerosos estudios en varios contextos multilingües demuestran cómo esta realidad puede afectar negativamente al rendimiento académico de los estudiantes en aspectos académicamente tan relevantes como, por ejemplo, la evaluación.
Aunque en la actualidad han surgido iniciativas para revertir esta realidad, en el contexto de Sudáfrica cada vez son más las voces que alertan sobre las serias consecuencias que el predomino de la lengua inglesa en el sistema educativo de los últimos 25 años de democracia ha supuesto en términos de acceso a la educación y perpetuación de las desigualdades sociales.
Formar profesores en lenguas nativas
Lo paradójico de esta situación es que la legislación existente durante las últimas décadas, al igual que el nuevo Marco de Política Lingüística (2020), han reivindicado el desarrollo y la consolidación de las lenguas indígenas como lenguas de estudio, enseñanza y aprendizaje en las universidades públicas sudafricanas.
Es más, el marco legislativo actual redobla la presión sobre las instituciones de educación superior para que desempeñen un papel de liderazgo en este terreno.
En este contexto, hemos puesto en marcha el proyecto Erasmus + BAQONDE. BAQONDE es una respuesta coordinada para abordar una de las prioridades nacionales identificadas por las autoridades sudafricanas, esto es, el hecho de que la mayoría de estudiantes (hablantes de lenguas indígenas), no reciben educación en su lengua materna.
Este proyecto representa un esfuerzo de colaboración entre universidades europeas y sudafricanas (liderados por la Universidad de Salamanca) para crear capacidad en estas últimas con el fin de promover el uso de las lenguas africanas indígenas como medio de instrucción.
Intelectualización de lenguas indígenas
En otras palabras, partimos de esta prioridad nacional y de muchos intentos inconexos para establecer una red de colaboración de Unidades de Desarrollo de Lenguas Africanas (ALDUs, en sus siglas en inglés) donde podamos formar a los profesores en metodologías innovadoras o multilingües y donde podamos desarrollar materiales tanto para los profesores como para los estudiantes, para poder enseñar y aprender de manera multilingüe.
De este modo, buscamos poner en marcha estrategias interinstitucionales a corto y largo plazo que impulsen el proceso de intelectualización (creación de materiales y recursos docentes para compartir y desarrollar coordinadamente) para acelerar este proceso, en favor de sus millones de hablantes y sin menoscabar la convivencia con otras lenguas que ya están en este nivel.
*Pedro Álvarez Mosquera es profesor de Lengua y Lingüística, Universidad de Salamanca.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.
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