La historia de Paulo: el primer bebé con dos mamás reconocidas legalmente en Cuba- RED/ACCIÓN

La historia de Paulo: el primer bebé con dos mamás reconocidas legalmente en Cuba

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Dachelys Valdés y Hope Bastian pasaron a ser noticia luego de recibir el certificado de nacimiento de su bebé que las consignaba como hijo de dos madres, un hecho sin precedentes en la isla.

La historia de Paulo: el primer bebé con dos mamás reconocidas legalmente en Cuba

Foto: Alba León.

“Lo único que yo no puedo hacer con Paulo es eso que está haciendo Hope”, dice Dachelys Valdés mientras su esposa, Hope Bastian, amamanta al bebé de ambas. Tener a Paulo fue una decisión fácil para ellas. “Desde que empezó la relación supimos que queríamos tener familia juntas”. Era solo cuestión de escoger el mejor momento. Y el mejor momento fue el año pasado.

De ser una pareja con una vida privada común, hace semanas Hope y Dachelys se convirtieron en las protagonistas de un suceso mediático, fueron noticia: “Cuba reconoce bebé con dos mamás”. Después de recibir el certificado de nacimiento que lo consignaba como hijo de dos madres, Paulo César Bastian Valdés pasó a ocupar portada en medios cubanos, de Estados Unidos, de Alemania… “Hasta vimos algo de Turquía”, cuentan las madres.

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Paulo se ha despertado temprano como siempre, pero esta mañana hay dos personas extrañas en su casa; una de ellas, además, tiene un aparato negro y grande que hace un sonido sutil pero llamativo. Es la cámara de Alba León, que él mira con carita curiosa mientras ella le toma fotos para esta entrevista.

Cuando la cámara y las personas nuevas le fueron familiares, se fue a mecer su caballito de madera y a jugar con una pelota enorme, siempre en la seguridad de la sala: un corral gigante para él donde la única limitación a su movimiento es la barrera que le impide ir hacia el balcón. Además, tiene cuatro brazos siempre pendientes para cargarlo, para tenerlo. Si él reclama atención, a sus madres les basta una mirada entre sí para decidir quién acudirá esta vez.

Nos sentamos en el suelo para estar a su nivel. El ritmo de la entrevista lo marcará el niño. Dachelys se va a interrumpir ella misma alguna explicación psicológica con un “gordi, toma tu cucharita”. Y haremos una pausa para celebrar cómo la toma, antes de seguir conversando sobre cómo ellas están viviendo este capítulo en sus vidas de “dos mamás y un bebé feliz”, como la terapeuta etiquetaba sus historias familiares en Facebook. Las respuestas serán a dos voces, no pocas veces mientras tejen entre sí una narración única en la cual el testimonio íntimo de cada una complementa el de la otra.

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Foto: Alba León.

“Yo siempre supe que quería hacer una maternidad y no la quería hacer sola”, cuenta Hope, antropóloga nacida en Estados Unidos y residente permanente en Cuba desde hace años. “Muchas mujeres —continúa— deciden hacerlo sin otro padre o madre; pero yo me enamoré de Dachelys como la persona que es, la pareja que es para mí y como la madre que sería para nuestra familia”.

Dachelys cuenta que estaban en un momento en que las condiciones creadas les permitieron preguntarse qué otro proyecto podrían emprender juntas. “Podemos tener un bebé”, se dijeron. “No tanto por tener tiempo libre para hacerlo, sino porque sería nuestra concreción como familia. Por ese lado fue una decisión fácil de tomar, lo queríamos; lo difícil vino después”.

Lo difícil fue comprobar que tendrían que salir de Cuba para iniciar una reproducción asistida, un servicio médico que en el país excluye a mujeres solteras y parejas homosexuales.

Pero no emprendieron este camino solas. “Se lo dijimos a mi hermana, que decía que a ella había que enseñarle fotos del donante como adulto, que no confiaba en el gusto de nosotras para los hombres”, cuenta Dachelys divertida. Además de su hermana mayor, se involucraron mucho los padres de Hope. “Cuando nos dimos cuenta de que no podría ser aquí sino allá, ellos tendrían que apoyarnos en todo”.

La madre de Hope llegó a ser puente entre el médico en Estados Unidos y ellas en Cuba. También estaba a cargo de procurar a su hija las hormonas que debía tomar. “Tu mamá puede narrar la historia perfectamente, o mejor que nosotras”, le dice Dachelys a Hope.

Foto: Alba León.

¿Cómo decidieron cuál de las dos se iba a embarazar?

Hope es mayor que yo, siempre tuvimos eso en cuenta. En términos profesionales ella estaba con su doctorado. Tenía más sentido para las dos que fuera ella. Nuestra idea es que quizás antes de que Paulo cumpla cuatro años yo salga embarazada. Vengo de una familia muy grande: tengo cinco hermanos. Los cumpleaños de nosotros, antes de que la gente se fuera del país, eran increíbles. Para mí tener hermanos es importante y me gustaría que Paulo tuviera uno o una. También porque me gustaría tener la experiencia del embarazo.

Ustedes viven muchas situaciones que las colocan en la posición de tener que “explicar” su familia, explicar que no es una sino dos madres. ¿Es una carga? ¿Les ha sido molesto, las cansa?

HB: Ha sido incluso divertido. Tú lo dices y en ese momento esperas para ver cuál va a ser la reacción, a veces dudo que entendieron lo que dijimos porque no hay reacción alguna. Otras veces dicen “ah, ok” y siguen a otra cosa. Mucha gente no tiene experiencia con esto, pero creo que tampoco los saca mucho del paso.

Foto: Alba León.

DV: El reto para mí fue pensar en el personal de Salud, porque el principio del embarazo y la mayor parte del proceso hasta que Hope viajó para dar a luz, fue aquí. Explicarle a la médica de la familia, a la que hace los análisis, lograr que nos dejaran pasar a las dos cuando solo dejan a la embarazada sin ningún acompañante… Al final, nunca hubo un conflicto: el consultorio de nosotras está justo enfrente y la doctora nos conoce. Desde el minuto cero nos acompañó en el proceso. También tuvimos otro médico, genial, y después la doctora. Pero yo siempre estuve preparada. Cada vez que teníamos alguna nueva consulta yo iba con el ánimo de explicar a quien hiciera falta que las dos éramos las madres.

Sí nos han pasado cosas con amigos de amigos, o gente en la calle; pero nunca hay un problema ni nos afecta, también por la forma en que nos tomamos las cosas: con mucho humor.

Foto: Alba León.

“NOMBRE DEL MADRE”

El registro de Paulo, en el que hasta ahora se leyó sin excepción “padre”, dice “madre” y aparece el nombre de Dachelys. Que accidentalmente no se modificara el artículo y resultara “nombre del madre” a la larga sirve para dejar huella de que hubo una fuerza que actuó para modificarlo, que se cambió un curso de hechos preestablecido.

“Esa planilla está en un software —explica Dachelys—. Modificaron solo esa casilla. La primera vez que fui a buscarla, primero nos dijeron que no podrían cambiarla; después nos pidieron regresar en dos o tres días para que a nivel de Ministerio de Justicia se pudiera cambiar eso para que pudiera ser madre y madre. ¡Pero ya está cambiado!

“El Ministerio de Justicia tuvo que instruir al Registro Civil para poder hacerlo. La supremacía constitucional se impuso, el principio de no discriminación, el interés superior del niño, el reconocimiento de la familia…”, enumera Dachelys refiriéndose a los derechos que respaldan su caso. “Esto es muy útil para otras parejas, independientemente de si desean tener familia o no, que sepan que hay pasos que se pueden dar, derechos que los pueden proteger”.

“Nosotras hemos recibido mucha ayuda para lograr esto; ayudar a otras personas es una forma de devolverla”, añade Hope.

Foto: Alba León.
Foto: Alba León.

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Toda la vida hemos oído historias sobre la maternidad y la paternidad, con todos los estereotipos que supone, y los roles que culturalmente se asignan a la mujer o al hombre. Para Hope y Dachelys construir sus propios referentes no ha sido difícil.

“Creo que es más fácil por un lado —dice Hope— porque una pareja hetero, aunque sean los dos feministas, tienen toda la sociedad encima para que las cosas sean como siempre han sido. Salir de eso supone lidiar con mucha presión. Todos esos mitos populares, como que “el niño es de la madre”, “madre es una sola”… Ambas nos criamos siendo niñas en sociedades patriarcales en las cuales inconscientemente toda la vida nos formaron para ser madres. Ese sentido lo tenemos las dos y quizás incluso este sentimiento de tengo que hacerlo todo porque soy la madre”.

Dachelys, que hace terapia familiar, escucha —tanto en su consulta como fuera— frases como “Yo soy la que lo baña, porque el padre no sabe”. “Pues enséñalo a que lo bañe bien. Nadie empieza sabiendo cómo hacerlo, sea madre o padre, depende del amor por aprender a hacerlo bien y ser responsables por un bebé. Nosotras no tenemos esa presión externa. Nadie está esperando que yo busque los mandados y Hope sea quien se quede en la casa o al revés”.

En una fiesta otra madre les dijo que seguramente Dachelys lo mimaba más. “Creo que estaba pensando que yo tenía que compensar el no haberlo dado a luz; no, yo no siento que perdí algo o que es menos mío porque no salió de aquí”, dice tocando su vientre.

Hope cree que “muchas veces las parejas sufren esos patrones de que la madre tiene más responsabilidad; el padre al no tenerla puede ser el más divertido, la madre es quien pone los límites y el papá llega del trabajo a jugar. Creo que nosotras tenemos más libertad para tener una relación de iguales porque no necesitamos luchar contra esos patrones predeterminados. Podemos ser creativas. No es el género lo que determina quién lo baña o le da de comer”.

Foto: Alba León.

¿Cómo ha cambiado la relación de ustedes con la maternidad?

DV: Hay algo que creo que nos ayudó mucho y es que una amiga nos mandó una carta superlinda en la cual nos dijo: “Nada de lo que pase en la madrugada importa”. Eso para nosotras fue mucha luz porque es verdad que cuando es de madrugada y ellos lloran y tú no sabes qué tiene, qué quiere, estás cansada, debatirnos entre quién lo coge, lamentarnos, tener que salir a esa hora a caminarlo por la casa, o fuera de la casa. A veces es inevitable que en medio de ese cansancio la emoción te gane. Nos sirvió mucho también para evitar decir algo que pudiera ser hiriente. En la experiencia de la maternidad hay situaciones que nadie te cuenta.

Fuera de eso, nosotras antes, si no estábamos en el cine, estábamos en el teatro, o con una peña de dominó en la casa con una pila de gente. Ahora consideramos todo en función de si a Paulo le puede molestar o no.

HB: Sí, hay cosas que me he dado cuenta de que no serán parte de nuestra vida en los próximos años. Una es ir al cine. Tú puedes quizás ir a un concierto con un bebé. Si en algún momento se pone incómodo, te levantas, te pierdes dos o tres canciones y regresas. Pero con una película, no. Teatro tampoco. Cuando sea más grande podremos dejarlo con alguien; como decía, con la maternidad todo es temporal. A veces la maternidad puede ser esa pausa en tu vida, pero pasa y cuando termines con esa fase la vida seguirá ahí y podrás recuperar tus rutinas.

También empecé a investigar sobre maternidad y lactancia. Sabía que por lo menos por dos años iba a estar enfocada en ese tema, además iba a tener acceso a los espacios para hacer observación participante y era una forma de quedarme vinculada con mi ser profesional a la vez que ser madre.

Foto: Alba León.

MATERNIDAD BILINGÜE

Dachelys es cubana y Hope, estadounidense. Ambas viven en Cuba. En Cuba nació la idea de tener un hijo. El hijo se concibió en Estados Unidos. El embarazo se confirmó y se desarrolló en Cuba. El parto, en Estados Unidos. Luego, de vuelta a Cuba. Esta historia no podría contarse en un solo idioma.

Dachelys sabía inglés, pero tuvo que aprender el vocabulario médico de todo lo relacionado con la maternidad. “Tuve que estudiar en inglés todo lo relacionado con parto y postparto para poder entender. Fue difícil porque era muy técnico. Cuando regresé a Cuba y conté que había estado en el parto, que le corté el cordón umbilical a Paulo, había palabras que yo decía en inglés porque no las había usado nunca en español. Es algo que viví en otro idioma”.

Ahora al niño se le habla en inglés en la casa y en español en la calle. “Sería muy triste que como madre no puedas comunicarte con tu hijo en tu propio idioma, aunque el español de Hope es perfecto; pero no es lo mismo para las nanas, los mimos… Además, la familia de Hope en Tallahassee no habla español, y limitar a los abuelos, las tías, las primas de poder comunicarse con él por no saber inglés no era una opción”, dice Dachelys. La madre de Hope, que fue educadora de niños preescolares en Estados Unidos, le manda videos enseñándole a Paulo inglés. “Es toda una youtuber”, dicen riendo.

También tienen literatura para la primera infancia en inglés. Libros en los cuales los protagonistas son familias homoparentales como la suya. Han tratado de encontrar libros así en español, sin éxito. Están buscando la forma de hacer libros así para niños cubanos. “Tenemos una  pareja de amigas —cuenta Dachelys— que un día vino de visita con los niños y el mayor vio el libro. Aun sin saber inglés, por las imágenes se identificaba, decía: ‘¡Mira, otro niño con dos mamás!ʼ Miraba el libro como si fuera un gran hallazgo. Esos niños no encuentran representación en ninguna parte. Aquí hemos encontrado libros de Mildred Hernández, pero es para edades más avanzadas”.

Foto: Alba León.

“¿DÓNDE ESTÁ TU PAPÁ?”

“Sabemos que en algún momento alguien lo va a molestar por ser hijo de dos mamás”, dice Dachelys con mucha serenidad. “Creo que una de las primeras cosas que Paulo va a escuchar es ‘¿dónde está tu papá?ʼ, ‘¿por qué tú no tienes papá?ʼ. Incluso viniendo de otros niños, sin maldad, que preguntan todo lo que les parece distinto a lo que ven en su casa. A lo mejor la pregunta viene de él mismo. Tenemos que estar listas para todo eso”.

La idea de la pareja es enseñarle que su familia es tan válida como las demás y “que tenga una autoestima sólida y bases para contar su historia, que no es ningún secreto, no hay nada oculto ni raro ni malo en lo que está alrededor de él”.

Dachelys: Yo soy mamá y Hope es mami. Pero tenemos que ver qué hace él con esa información después. Nosotras nos llamamos así y él nos identifica. “Mi papá nos decía the moms, como una unidad”, se ríe Hope.

Con Paulo otra vez en brazos Hope explica que cuando comenzaron a hablar de tener hijos, decidieron que como pareja debían ser abiertas y transparentes sobre la relación. “Teníamos muy claro que el clóset no podía tener nada que ver con nosotras, porque no queríamos que cuando viniera nuestro hijo tuviera que lidiar con sentimientos de que su familia era algo que él tenía que esconder, algo secreto o que no estaba bien. Una vez que llegara el niño, debíamos tener identificadas en nuestra familia y nuestro entorno a las personas que no iban a aceptar nuestra relación y decir ‘Estas personas se van a privar de la oportunidad de conocer a nuestro hijo’. Siempre nos dijimos: ‘si vamos a tener que chocar con algo, que sea ahora’”.

“Sí, va a pasar que alguien lo quiera molestar, desafortunadamente lo sabemos —dice—. También depende mucho del próximo Código de Familias y los debates alrededor. Lo del matrimonio igualitario como posibilidad en la nueva Constitución levantó mucha homofobia. De repente, era socialmente aceptable expresarse con homofobia. A mí me asustó mucho y no vi una estrategia de comunicación del Estado para contrarrestarlo. Si pasa lo mismo con el Código de Familias, podría hacerle mucho daño Paulo. Por otro lado, él vive en una familia en la cual hay mucho amor, y rodeado de una comunidad que reconoce eso y le da mucho amor también. Espero que sea un niño con una autoestima saludable, que va a ser capaz de sortear esas cosas”.

Foto: Alba León.

Esta nota fue originalmente publicada en el medio El Toque, de Cuba, y es republicada como parte de la Red De Periodismo Humano.