La última ronda de aumentos de aranceles en la actual guerra comercial entre Estados Unidos y China podría tener impactos de gran alcance no solo para los grandes exportadores de soja, como Brasil y Argentina, sino en toda América Latina. El oportunismo inicial de la región está dando paso a los temores por la inestabilidad y el lento crecimiento mundial.
El 1° de junio, China suspendió la compra de soja estadounidense en lo que fue una nueva escalada de la disputa comercial. En gran medida, el mayor comprador del mundo apelará a Brasil para satisfacer la demanda, un cambio que podría afectar a los bosques de América del Sur, ya que podría ampliarse el riesgo a tensiones prolongadas.
Después de un año de aranceles en base a una lógica del ojo por ojo en la aplicación de tarifas, están comenzando a disminuir los impactos sobre los países de América Latina. Un informe de la Conferencia Nacional de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) estimó un crecimiento en las exportaciones de varios países de la región, incluyendo México (5,8%), Brasil, (3,8%) y Argentina (2,4%).
Sin embargo, mientras algunos proyectan capitalizar la situación, otros prevén el fin del mundo. Pocos están dispuestos a predecir cuánto tiempo durará la disputa comercial, o si sus efectos se prolongarán.
“En general, genera inseguridad. Ese es el problema", sostuvo Lucilio Alves, del Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada (Cepea), en la Universidad de San Pablo. “Esto hace que las nuevas inversiones sean más difíciles”.
Riesgo de deforestación
En marzo pasado, un grupo de científicos advirtió que la guerra comercial entre Estados Unidos y China podría causar un aumento devastador en la deforestación en Brasil, ya que el país intentó absorber la demanda china de soja.
“Prevemos que podría producirse un aumento de la deforestación tropical como resultado de la nueva demanda que se está imponiendo sobre los otros proveedores importantes de China”, escribieron en un artículo en la revista Nature, el cual predice que Brasil podría ser impulsado a ampliar la producción en hasta 13 millones de hectáreas. “Instamos a los Estados Unidos y China a ajustar sus acuerdos comerciales de inmediato para evitar esta catástrofe”.
Después de poco más de un mes, la Confederación Nacional de Industrias de Brasil celebró los US$ 8 mil millones extra en carácter de ingresos que generó la guerra comercial en el 2018. “Una guerra comercial no es buena, ni tampoco se le recomienda a ningún país a medio o a largo plazo, pero en el corto plazo, Brasil se ha beneficiado”, dijo la institución a través de un comunicado de prensa.
Brasil espera que la guerra comercial tenga un impacto positivo en sus exportaciones de carne de res y pollo, pero de los US$ 8 mil millones en nuevas exportaciones, la soja representa US$ 7 mil millones.
Hasta el momento no hay evidencia de que el aumento de las exportaciones de soja haya causado una mayor deforestación. Dada la incertidumbre sobre cuánto tiempo durará el aumento de la demanda, la mayoría de los agricultores brasileños han optado por convertir la tierra utilizada para otros cultivos como el maíz y la caña de azúcar, en lugar de expandirse, dijo Alves.
“[Sustituir cultivos] es sin duda la forma más barata y rápida de hacerlo”, dijo. “Ahora, claramente, si hay un cultivo que es extremadamente lucrativo, podría ser que al principio exista una sustitución y, en una segunda fase, haya dislocación [a nuevas áreas]”.
Temores a largo plazo
Según Richard Fuchs, uno de los autores del estudio de Nature, cuanto más prolongado sea el conflicto comercial, mayor es el riesgo de cambio al uso de la tierra. “Si esto se extiende a largo plazo, existe una clara amenaza de deforestación”, dijo.
Si China en el futuro se niega a importar una sola onza de soja de los EE. UU. y recurre solo a Brasil para reemplazarla y satisfacer la demanda, la producción tendría que aumentar en un 39%, según el estudio de Fuchs.
Esto significaría que millones de hectáreas de nuevas áreas sembradas en una variedad de naciones conformarán el déficit, entre ellas Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y China, estableció el estudio.
La preocupación es que esta presión llevará a la deforestación en el Cerrado brasileño, una vasta sabana tropical y el bioma más afectado por la expansión de la soja. Esto en gran parte se debe a la imprecisión de las regulaciones sobre cuánta vegetación nativa puede ser legalmente destruida.
Sin embargo, dados los intentos del presidente Bolsonaro por desmantelar las leyes ambientales y su aplicación, el Amazonas, aunque sea legalmente el más protegido, también podría sufrir.
La disputa comercial puede hacer mucho más que cambiar temporalmente la producción y dañar la relación entre las dos economías más grandes del mundo. Fuchs recuerda el embargo estadounidense de 1980 sobre la Unión Soviética, que impulsó la demanda de soja hacia Brasil, en donde se mantuvo mucho tiempo después de que se resolvieran las tensiones políticas. “La gran confianza en la que ha ingresado esta relación ahora se destruye”, dijo.
Alves, de Cepea, señala que China necesita proveedores diversos: “Que China dependa de un solo país no suena como una estrategia adecuada”.
Inestabilidad económica regional
Si bien la guerra comercial presenta una oportunidad para que algunos países exporten más productos tanto a China como a los Estados Unidos, no todos están listos para capitalizar esta ventaja. El informe de la UNCTAD predice que las exportaciones de manufacturas mexicanas podrían crecer, ya que algunas líneas de ensamblaje podrían trasladarse allí desde China.
Sin embargo, México podría luchar para atraer la inversión necesaria para que esto suceda, según Enrique Dussel Peters, coordinador de la Red Académica China-América Latina. “México debe tener una estrategia clara y detallada centrada en estas empresas, hecho que hasta ahora no ha sucedido”.
Colombia también espera poder aprovechar la oportunidad para volver a exportar productos manufacturados al mercado de los EE. UU, ya saturado de alternativas chinas más baratas.
Pero a los colombianos también les preocupa que los productos chinos diseñados para Estados Unidos sean objeto de dumping en América Latina a precios con los cuales las industrias manufactureras nacionales no puedan competir, según el medio nacional de noticias El Tiempo.
Aun cuando algunas exportaciones crecen, la rentabilidad de la guerra comercial para América Latina es cuestionable. La incertidumbre erosiona la economía global y alimenta la inestabilidad de la moneda. Esto perjudica a los agricultores que importan fertilizantes y maquinarias para producir y vender commodities porque las fluctuaciones en los cambios de divisas con el tiempo pueden afectar las ganancias.
A pesar de una cosecha récord, Argentina espera una pérdida de ingresos de entre 1.000 y 3.000 millones de dólares este año debido a una guerra comercial que afectó los precios de la soja a nivel global, según lo estableció un informe reciente. Los precios de la soja están ahora cerca estar en su nivel mínimo en 10 años.
El gobierno argentino estima que la cosecha de este año rendirá 145 millones de toneladas de soja, 44% más que el año pasado. La esperanza inicial era que esto se traduzca en US$ 16,2 mil millones, pero será sustancialmente menor. Argentina vende anualmente alrededor del 85% de su producción de soja a China.
“Una guerra comercial no es buena para nadie, incluida Argentina. Se genera mucha volatilidad”, dijo Marcelo Elizondo, experto en comercio de la consultora DNI. “La economía de China probablemente se desacelerará, lo que significa que reducirá sus importaciones. Eso se combina con los precios más bajos de la soja para reducir los ingresos del país “.
A través del Río de la Plata, Uruguay teme consecuencias similares. Los productores argumentan que vender sus cultivos a menos de US$ 300 por tonelada significa no obtener ganancias. El país también espera una cosecha récord, luego de una severa sequía y una menor producción el año pasado.
“La soja es uno de nuestros principales productos de exportación, pero está experimentando una contradicción”, dijo Danilo Astori, ministro de Economía de Uruguay. “La cosecha está exhibiendo una calidad impresionante, pero hay un problema. Los precios son demasiado bajos para las necesidades de los agricultores uruguayos y eso está directamente relacionado con la guerra comercial entre Estados Unidos y China”.
Expectativas vitivinícolas
Inicialmente, Chile fue optimista acerca de la guerra comercial que beneficia a su sector vitivinícola, ya que China introdujo un arancel del 15% sobre los vinos estadounidenses. Chile es el cuarto mayor exportador de vino del mundo y el 16% está destinado a China, unos 8,1 millones de cajas.
Pero desde que la disputa ha aumentado, el optimismo se ha ido.
“A corto plazo podríamos beneficiarnos de los problemas que enfrenta Estados Unidos en la venta de sus vinos a China. Pero veo que eso se complica a largo plazo", dijo Aurelio Montes, director de la asociación nacional de vinos de Chile.
“Un conflicto entre EE. UU. y China podría llevar a tasas de crecimiento más bajas en todo el mundo, incluso en China, y en consecuencia a un menor consumo de vino”.
Nota originalmente publicada en Diálogo Chino