Durante el primer día de clases de este año, la escuela secundaria técnica N°1 de Parada Robles, en Exaltación de la Cruz, fue noticia porque una avioneta la sobrevoló tras fumigar un campo lindero. Al mediodía, las clases se suspendieron y los chicos fueron retirados del establecimiento. Tres chicos se descompusieron.
Visitamos la comunidad, ubicada a 80 kilómetros de Ciudad de Buenos Aires, para conversar sobre las consecuencias de ese acontecimiento y cómo repercutió en la población. La escuela, que está rodeada de campos de productores hortícolas, en su mayoría pequeños o medianos, tiene 300 alumnos. Al ser una escuela rural, los estudiantes tienen familiares o amigos productores.
Allí, los alumnos se muestran preocupados por el uso desmedido de agroquímicos. Sin embargo, los estudiantes de sexto y séptimo año no se quedan de brazos cruzados: trabajan en un proyecto que tiene por objetivo que los productores produzcan alimentos más sanos -sin agroquímicos- y se minimicen las fricciones que se dan con las personas del pueblo, de más de 1600 habitantes.
La intención es que los productores hortícolas se acerquen a la escuela en busca de herramientas productivas, como por ejemplo, caldos fitosanitarios. Se trata de soluciones que nutren a la planta: funcionan como insecticidas y fungicidas, y estimulan el crecimiento de raíces.
Los estudiantes elaboran tres caldos minerales: Sulfocálcico, Bordelés y Visosa. "Si te tomás medio litro de caldo te va a hacer mal, pero no es lo mismo que un tóxico industrial. Se pone en una mochila y se pulveriza", cuenta el ingeniero agrónomo Gonzalo Sánchez Correa. Él acompaña a los estudiantes con el proyecto.
Como contraprestación por los servicios, los productores dejan una parte de su producción a los alumnos, quienes los ofrecen como productos producidos sin uso de agroquímicos; De esta manera, la escuela podría comercializar estas verduras como producción orgánica y generar ingresos para la cooperadora.
La escuela técnica ya trabaja de forma constante con tres productores, que tienen dos o tres hectáreas, trabajadas de forma intensivas. “Muchos todavía tienen miedo de aplicar nuestra técnica porque los fitosanitarios disminuyen los riesgos de la producción. Hoy el principal asesoramiento que reciben es de aquel que les vende el insumo industrial”, señala Sánchez Correa.
Los caldos se hacen a demanda. Un litro rinde para cuatro aplicaciones. El productor se comunica con la escuela cuando necesita más, se prepara y lo viene a buscar. En general, durante un mes y medio quedan cubiertos.
El proyecto, que se viene realizando hace tres años, consiste en brindar un servicio de asesoramiento técnico a los productores para que puedan llevar adelante una producción más sustentable. La iniciativa apunta a cooperar con la producción, y no a ser un obstáculo para la misma. Se busca demostrarles que existe otra forma de producir hortalizas y que es totalmente rentable con respecto a una convencional.
Junto con Sánchez Correa y la contadora Analía Arnaiz, ambos profesores de la escuela, se realizó una comparación de rentabilidad entre una producción orgánica y una convencional. Según sus cálculos para una superficie de 400 metros cuadrados, la orgánica permite recuperar la inversión inicial en un año y generar ganancias de $50.902. Mientras que la convencional lleva cuatro años en recuperar lo invertido inicialmente y deja una ganancia de $13.975.
“Queremos achicar la brecha entre los productores y los ambientalistas. Un sector de la sociedad argumenta que nos están intoxicando con los agroquímicos. Lo cierto es que la solución no es pelearse con los productores, sino cambiar la forma en que se produce, por ejemplo reemplazar los agroquímicos por algo más sano", dice Joaquín Gallardo, estudiante de sexto año. Y su compañera, Olivia Exeni agrega: "No hay que ponerse de un lado ni del otro. Con este proyecto nos ponemos en el medio y mostramos que siempre hay una alternativa mejor”.
En 2017, la secundaria, de las especialidades técnico químico y técnico electromecánico, realizó un convenio con escuelas de Lyon, Francia, a través de la geógrafa Julie Le Gall, en el marco del proyecto "Marguerite". Esa iniciativa intenta que la comunidad tome conciencia sobre la procedencia de los alimentos que llegan a su mesa. "Julie nos visitó en nuestro establecimiento y realizamos una jornada, en donde los alumnos cocinaron comidas típicas de la zona y también se realizaron platos típicos de Francia. También realizamos videoconferencias con escuelas de Francia, de Canadá y de otras partes de Argentina para transmitir la experiencia que venimos realizando con los productores", cuenta Sánchez Correa.
“Cuando hablamos de generar conciencia, también planteamos la necesidad de la recategorización de los agroquímicos", enfatiza Ariadna Saffores, alumna de la escuela técnica. Para medir su toxicidad hacen experimentos en ratas, que tienen un organismo y un sistema inmune diferente al de un humano. Además, la dosis letal media (DL50), está basada en la intoxicación aguda y no en enfermedades crónicas o efectos a largo plazo. Es decir, cuando se clasifican los agroquímicos no se estudian efectos a largo plazo producidos por intoxicaciones crónicas, sino solamente los casos agudos.
Respecto al futuro, Gallardo cuenta que quiere ser ingeniero agrónomo. Dice: "Este proyecto me ayuda para mi carrera. Es una buena idea para seguirla más allá del colegio". En este sentido, Sánchez Correa opina: "Hoy es un proyecto de una escuela técnica que busca soluciones para problemáticas reales de la comunidad. Espero que el día de mañana se pueda constituir como una fábrica rentable".
El día que un avión fumigador sobrevoló la escuela
El 11 de marzo, un productor de soja incumplió la ley y fumigó en horario escolar. Su campo es lindero al colegio de Educación Primaria N° 4 y a la Secundaria Técnica N° 1. "Fue la primera vez que pasó algo así. El productor cometió una imprudencia, como cruzar un semáforo en rojo. Es una excepción y no es representativo del resto. El productor no tenía los permisos previos para hacer ese tipo de fumigacion", comenta Sánchez Correa.
Fumigación en torno a las escuelas primaria 4 y secundaria técnica 1 de Parada Robles, Exaltación de la Cruz: más videos. En ida y vuelta de sus pulverizaciones con agrotóxicos, el avión sobrevuela el patio -mástil con bandera incluido- de los establecimientos. c @anabelpomar pic.twitter.com/0H2Yt1IOIU
— Patricio Eleisegui (@Eleisegui) 11 de marzo de 2019
“Entraron los chicos a la escuela y al rato nos llamaron para que los vengamos a buscar. Mi nene dijo que se vio la avioneta y sintió el olor. Es la primera vez que nos llaman por una fumigación”, cuenta Micaela San Juan, ama de casa y madre de un alumno de primaria.
El vicerrector de la secundaria técnica N°1, Juan Manuel Calviño, cuenta que ese día inmediatamente hicieron funcionar el protocolo que tienen para estos casos. "No sabíamos el nivel de peligrosidad, pero en una hora y media los chicos ya se habían ido", agrega. En primaria, una maestra y tres chicos estuvieron descompuestos.
El Ministerio de Agroindustria de la provincia de Buenos Aires presentó una denuncia contra el empresario agrícola y la empresa aplicadora.
“Lo que sucedió con la avioneta nos incentiva más a continuar con nuestro proyecto. Queremos generar conciencia entre los productores”, señala Gallardo.
Escuelas fumigadas
Las escuelas rurales conviven a diario con la producción agraria que, mayormente, utiliza glifosato. En noviembre del año pasado, en el 1º Encuentro Regional de Pueblos y Ciudades Fumigadas, se calculó que unos 700.000 niños y adolescentes que estudian en escuelas rurales están en riesgo por las fumigaciones con agroquímicos que se llevan a cabo sin control en los campos cercanos. Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos son las provincias más afectadas.
Murió de cáncer Ana Zabaloy, una de las maestras "fumigadas"
— Enrique Viale (@EnriqueViale) 9 de junio de 2019
En una de las varias pulverizaciones de agroquímicos que soportó, en la escuela rural de San Antonio de Areco donde era directora, le costó una parestesia facial hasta insuficiencia respiratoria. pic.twitter.com/ygf8IzAQ5c
El 9 de junio, la directora de la Escuela Rural número 11 de San Antonio de Areco Ana Zabaloy murió de cáncer. Ella se puso sobre sus hombros la lucha contra el uso de agrotóxicos en la provincia de Buenos Aires. En octubre de 2015 la escuela fue fumigada en horario escolar, incumpliendo las normas establecidas por la normativa vigente en la zona. Ella dio charlas por todo el país y se convirtió en protagonistas del documental "Viaje a los pueblos fumigados", dirigido por el cineasta y senador nacional, Fernando "Pino" Solanas.
Si conocés otra escuela donde los alumnos y docentes estén trabajando en una solución a una problema de su comunidad, contanos la iniciativa y ayudamos a visibilizar cómo los jóvenes y la educación pueden contribuir a un mundo mejor.