La revista científica estadounidense PNAS publicó un estudio que sugiere que los cerebros de hombres y mujeres son diferentes en aquellos países donde la desigualdad de género es muy alta. Los investigadores vieron diferencias en el grosor de la corteza y consideraron que puede deberse al estrés que provoca lidiar con la discriminación.
Para la investigación, el grupo internacional de científicos analizó 7876 resonancias magnéticas de hombres y mujeres sanos de 29 países diferentes. La desigualdad de género fue medida con el Índice de Desigualdad de Género y el Índice de Brecha de Género de cada país.
Los resultados mostraron que en los países con índices más altos de desigualdad de género, las mujeres tienen el grosor de la corteza del hemisferio derecho más fino que los hombres. Esto sugiere que un entorno social perjudicial, con discriminación constante en ámbitos educativos, laborales y personales, genera estrés y acaba modificando la estructura del cerebro. En cambio, en los países con indicadores más bajos, las resonancias no mostraban grandes diferencias.
Según El País, muchos estudios adicionales han demostrado también que en los países con alta desigualdad de género, las mujeres tienen más riesgo de sufrir enfermedades mentales y suelen tener menos éxito en los estudios. Y es que, al igual que los músculos, el cerebro cambia con las circunstancias del entorno.
Los autores del estudio publicado en PNAS plantearon la hipótesis de que estos cambios en el cerebro pueden relacionarse con las respuestas a la desigualdad o la resistencia a la adversidad. El coautor Nicolás Crossley explicó que el trabajo es claro en personas que se ven expuestas a una subordinación permanente e incluso a violencia física.
Para Crossley, este estudio también será importante para aclarar las ideas sobre las diferencias en los roles sociales que muchas veces se creen biológicas. Con estos resultados se demostró, una vez más, que algunas de estas diferencias entre hombres y mujeres no son “naturales”, sino causadas por el ambiente social. El objetivo principal del equipo de investigadores es que este tipo de estudios acaben impulsando mejores políticas públicas.