Fernanda Chaves es periodista y miembro co-responsable de RED/ACCIÓN. En 2017, a los 22 años, pasó un mes en un campo de refugiados sirios en Grecia, donde estuvo como voluntaria. Allí, además de colaborar con actividades educativas para niños en edad de jardín de infantes y actividades culturales, convivió con quienes escapaban de la guerra. A partir de sus vivencias, escribió el libro No solo refugiados: historias detrás del rótulo.
—¿Cuál es el mensaje central del libro?
—La idea es mostrar todo lo que se esconde detrás del rótulo de un refugiado. Hay historias o vidas que uno no conoce al pensar en olas de gente. Busco que la gente pueda entender que las personas refugiadas están ahí por una circunstancia, pero mañana puedo ser yo o cualquiera.
—¿Qué aprendiste de esa experiencia?
—Desde chica estoy familiarizada con el tema de refugiados: soy nieta de una persona que escapó de la Segunda Guerra Mundial por ser judía. También bisnieta de inmigrantes sirios. Cuando estuve de viaje por Europa busqué un campo que me permitiera vivir con ellos. No tenía idea de donde había ido. Yo pensé que no tenía prejuicios, pero tenía un montón. Los terminé de derribar viviendo con esas personas. Uno tiene una idea de la cultura musulmana, del islam, pero cuando se vive con personas que profesan la religión esa idea cambia.
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—¿Y cuán importante fue convivir con estas personas, a diferencia de otro tipo de voluntariado?
—Yo quería vivir con ellos porque creo que solo así podés entender su realidad. Llegué a dormir en habitaciones con nenas hermanas de una mamá que había cruzado el mediterráneo sola. Solo entendés su amor durmiendo toda la noche o compartiendo la cena o el té en su habitación. No es la misma relación que cuando hacés tu tarea de voluntariado y te vas. Además, por ejemplo, un aspecto que cambió mi cotidianeidad es que ya no rechazo comida en ninguna casa, porque allá te invitaban a comer de lo poco que tenían.
—Argentina recibe a muchos migrantes y refugiados. ¿Cómo se puede ayudar a estas personas?
—Cuando uno quiere ayudar puede ayudar desde cualquier lugar. No tenés por qué alojar una familia, pero podés acompañarlos con trámites o dar clases de idioma. Y, sobre todo, incluirlos en el día a día. Sacarnos la idea de “tolerar”, que es aguantar, sino compartir con personas de otros países, que también nos enriquecen.