Cuando alguien responde a tus quejas con frases como "¡pero mirá el lado bueno!" suele resultar un poco irritante. Claro, hay problemas graves y asuntos que requieren que nos pongamos en acción cuanto antes. Pero, ante las situaciones en las que no podemos hacer mucho, un cambio de actitud puede significar un gran alivio.
Hace poco escribí una nota sobre un estudio que analizó cómo las quejas impactan a nuestro cerebro. En resumen, estar expuestos a quejas hace que liberemos hormonas del estrés, causa algunos deterioros en nuestras funciones cognitivas y altera nuestro cerebro para que seamos cada vez más propensos a encontrar cosas negativas. Entre las distintas alternativas para aminorar estos efectos (porque quejarse y escuchar quejas es inevitable) estaba la actitud de gratitud.
No se trata de un consejo ingenuo o basado en la intuición. La ciencia demostró en muchos estudios su eficacia y legitimidad: las personas que se toman el tiempo de reconocer aquello por lo que están agradecidas son menos propensas a experimentar emociones negativas e informan de un mayor bienestar general, además de mejoras en sus relaciones personales. También hay evidencia de que la gratitud se asocia a una presión arterial más baja y a una mejor calidad del sueño.
Lo más cautivador de todos los posibles beneficios de la gratitud es, quizás, lo fácil que es incoporarla a nuestra rutina. Te compartimos algunas formas que aconsejan los expertos:
Parte del día a día
Judy Moskowitz es doctora y maestranda en Salud Pública, profesora de ciencias sociales y médicas en la Universidad Northwestern y presidenta de la Asociación Internacional de Psicología Positiva. Comentó a la revista Self que para incorporar la gratitud a nuestro día a día podemos unirla a una tarea rutinaria: haciendo la cama a la mañana, preparando el café, o lavándonos la cara antes de dormir. De esta forma, la gratitud se asocia e incorpora como algo habitual (y ni si quiera tenemos que dedicarle tiempo extra).
Sobre el contenido de esta actividad, Moskowitz agrega que las cosas por las que estamos agradecidos no tienen por qué ser distintas cada día, ni tampoco demasiado trascendentales: desde nuestras mascotas a cómo entra el sol por la ventana o el sabor del café ese día son buenos candidatos.
Escribir un diario
La actividad de escribir un diario de gratitud fue una pieza fundamental para muchos de los estudios al respecto. Emiliana Simon-Thomas, directora general de ciencia en Greater Good Science Center, de la Universidad de Berkley, aclara que esta práctica es más beneficiosa si realmente nos permitimos un momento para reflexionar y sentir aquello que apuntamos. Es decir, la idea de llevar un diario de agradecimiento no se trata de sentarnos a cumplir con las formalidades y apurarnos a escribir ítems como si se tratara de la lista del supermercado.
Si lo hacemos cuando termina la jornada, podemos notar detalles que de otra forma pasarían desapercibidos; cómo alguien nos hizo reír en la oficina o algo simpático que se cruzó en nuestro camino. La doctora Simon-Thomas dice que no es necesario hacer esto todos los días: pueden ser un par de días a la semana, o lo que sea que nos parezca factible.
Decir "gracias"
Aclarar que decir "gracias" puede ayudarnos a implementar la gratitud puede parecer un poco obvio, pero la doctora Laurie Santos (PhD, profesora y directora del Silliman College de la Universidad de Yale y presentadora del podcast The Happiness Lab) explica que "cuando expresamos gratitud a otras personas, la experimentamos nosotros mismos, con el bonus track de mejorar nuestras relaciones interpersonales".
¿Basta con decir simplemente "muchas gracias" y seguir con nuestro camino? La doctora Simon-Thomas explica que las expresiones de gratitud más eficaces implican ser lo más específico posible, dirigiéndonos a la persona por nombre, describiendo lo que hizo y reconociendo su esfuerzo. Un ejemplo de esta forma de agradecer es: "Muchas gracias por compartirme tus resúmenes para la materia. Sé que invertiste mucho de tu tiempo y aprecio que me hayas hecho la vida más fácil". Al hacer esto, probabemente la persona se sienta más reconocida y validada, y nuestras interacciones tengan una cuota extra de calidez.
El equilibrio es la clave
Aunque intentemos incorporar estos actos que tienden a enfocarse en lo positivo, no se trata de ignorar lo negativo o adoptar un optimismo tóxico. La Dra Santos aclara que la gratitud no implica ignorar nuestros problemas. Si estás atravesando un mal momento, pasando estrés o ansiedad, puede que no baste con escribir un diario.
En situaciones más difíciles, la Dra Simon-Thomas recomienda probar con afirmaciones positivas que permitan aprender del mal momento que atravesamos y tener en cuenta que pasará, por ejemplo: "Esta vez no conseguí el trabajo de mis sueños, pero sé que tengo talento y soy aplicado/a, y confío en que me va a salir mejor en el futuro". Puede que esto no sea fácil y resulte más natural para quienes practican la gratitud hace tiempo, pero, con la práctica, aprendemos a encontrar cosas para apreciar también en los días malos.
Si te gusta esta nota, puede que te interesen: