Que las lágrimas tienen una función social clave es algo que se sospecha desde hace décadas. Pero que pueden influir químicamente en el comportamiento humano se supo a ciencia cierta recién en 2011, cuando un grupo de investigadores publicó un estudio que demostró que las lágrimas de las mujeres reducían los niveles de testosterona y la excitación sexual en los varones.
Luego de años de investigación ―sumados a la dificultad de recolectar lágrimas de donantes― los científicos encontraron que estas gotitas, cuando las producen las mujeres, contienen una sustancia que reduce la agresividad masculina en un 44 %. El estudio publicado en PLOS Biology puntualizó que lo que sucede es que las lágrimas cambian la actividad cerebral en partes del cerebro que conectan el olfato y la agresión de quienes están lo suficientemente cerca. Los autores creen que las lágrimas de todas las personas, y no solo mujeres, pueden tener un efecto similar, pero ún no se ha probado.
El investigador principal, Noam Sobel, del Departamento de Neurobiología del Instituto Weizmann en Israel, dijo en un comunicado que los hallazgos significan que las lágrimas son una "manta química que ofrece protección contra la agresión, y que este efecto es común a los roedores y los humanos, y quizás también a otros mamíferos".
Por su parte, un artículo sobre el tema de Scientific American resaltó: “Los humanos, al igual que otros mamíferos, comunicamos información mediante olores corporales. Pero no era obvio que las lágrimas tuvieran algún efecto olfativo en el comportamiento humano porque las personas no pueden percibir el olor de ellas”.
“El estudio proporciona al menos una explicación para el antiguo enigma evolutivo de por qué lloramos: puede servir como un mecanismo calmante entre grupos”, sintetiza otra nota en DW.
¿Cómo llevaron a cabo los experimentos?
Dado que los investigadores necesitaban al menos un mililitro de lágrimas de cada participante, de las aproximadamente 100 mujeres que se ofrecieron sólo seis calificaron. Usar una cebolla u otro irritante para obligar a alguien a llorar no era una opción porque se trata de un tipo de lágrimas diferente, aclararon. Por eso, las opciones fueron escuchar música triste, leer una carta triste o ver películas tristes. En paralelo, también recolectaron gotas de solución salina que aplicaron sobre la cara de las mujeres para usarlas como control.
Luego, recopilaron datos de 25 voluntarios varones que participaron de un juego que se suele utilizar en estudios de este tipo para medir el nivel de agresividad. Durante la competencia se les dijo que su oponente era otra persona, aunque se trataba de un algoritmo. De vez en cuando, el oponente les robaba dinero y ellos tenían dos opciones: vengarse sin ninguna ganancia monetaria o dejar que su oponente se saliera con la suya y continuar recolectando dinero. En efecto, los investigadores calcularon la agresividad por el número de veces que un varón eligió vengarse dividido por el número de veces que fue provocado. Por otro lado, repitieron el experimento en otro grupo de 26 varones que jugaron mientras estaban dentro de un escáner de imágenes por resonancia magnética para ver su actividad cerebral.
No obstante, antes de cada sesión de juego se les pidió que inhalaran de un frasco que contenía lágrimas o solución salina, sin que ellos lo supieran. En efecto, vieron que cuando habían olido las lágrimas de las mujeres, eran casi un 44 % menos agresivos en el juego que cuando olieron la solución salina. Esta reducción de la agresión en el comportamiento también estuvo acompañada de cambios neuronales.
¿Qué significan los hallazgos?
La doctora Minna Lyons, psicóloga de la Universidad John Moores de Liverpool, Reino Unido, explicó a The Guardian que la reducción de la agresión era "notable", pero advirtió que era importante que los estudios sobre el comportamiento humano se repliquen antes de sacar conclusiones sólidas. “En la vida real, las cosas pueden ser diferentes. Las lágrimas de la víctima de violencia doméstica pueden hacer poco para reducir la agresión del perpetrador. ¿Por qué la quimioseñalización no funciona en estas circunstancias? El contexto social del llanto es enormemente complicado y sospecho que la reducción de la agresión es sólo una de las muchas funciones potenciales de las lágrimas", profundizó.
Según National Geographic, “de ser cierto que las lágrimas de las mujeres disminuyen la agresividad de los hombres, no sólo sería la manifestación de un sentimiento, sino un instinto de supervivencia en un mundo en el que las mujeres son asesinadas”.