El ave nadaba en círculo por la laguna neuquina La Solitaria, a 50 kilómetros de Zapala. Parecía una gaviota pero la productora agropecuaria Cecilia de Larminat estaba segura de que era una especie que nunca había visto. Hace cuatro años que observa aves y tiene el ojo entrenado.
Cecilia y los chicos que la acompañaban se quedaron quietos pese al frío. El 4 de mayo la temperatura en la laguna era de 5 grados. Pero necesitaban asegurarse una foto que los ayudara a identificar la especie. Cecilia disparó su cámara y tuvo la imagen nítida de un ave blanca y lomo manchado.
La foto viajó del celular de Cecilia al del biólogo Horacio Matarasso, quien tuvo una primera corazonada: podía ser un falaropo de pico fino, un ave que nidifica en el Ártico y en invierno migra al hemisferio sur, pero que nunca fue vista en la Argentina. Matarasso reenvió la imagen al Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, en Nueva York. La respuesta llegó el mismo día: era un falaropo de pico fino, un ave que suele verse del otro lado de la Cordillera, en Chile, porque migra por el Pacífico.
El hallazgo no fue casual. Esa mañana, Cecilia había acordado con el colegio Nuestra Señora del Rosario llevar de excursión a alumnos de 3° grado para ver aves y hacer el ejercicio de cargar las observaciones en eBird, una plataforma creada por la Universidad de Cornell para que cualquier persona en cualquier lugar del mundo pueda subir sus registros y colaborar en la generación de una base de datos que ayude a conservar la biodiversidad de aves a nivel global.
Ingresar a la plataforma eBird
La noticia empezó a viralizarse y circuló entre biólogos y naturalistas. Varios días después, llegó a la portada del diario Río Negro. Los chicos y Cecilia confirmaron que habían hecho un aporte valioso. “Ellos se sintieron científicos y yo me alegré porque sé que es una contribución que no podemos dimensionar pero que ayudará a preservar los recursos naturales”, explica Cecilia.
Evitar extinciones y advertir cambios climáticos
¿Por qué apareció un falaropo de pico fino de este lado de la Cordillera? ¿Estaba perdido? ¿Esa laguna es un ambiente que lo satisface? ¿Neuquén es una parada usual en su camino de regreso al Ártico o es una pausa incorporada como consecuencia del cambio climático?
El registro de Cecilia disparó preguntas en las que ya trabaja Aves Argentinas, una ONG que se ocupa de proteger las aves silvestres y que en 2013 firmó un convenio con la Universidad de Cornell para administrar la versión local de eBird.
El caso es, además, la demostración más reciente del aporte que puede significar sumarse a la construcción colectiva de una base de datos muy útil para trabajar en el equilibrio ambiental. En seis años, eBird se convirtió en el proyecto de ciencia ciudadana más grande del país: 3.670 usuarios subieron 2.134.870 registros de aves e identificaron con fotos, videos y grabaciones de su canto a 992 especies, casi la totalidad de las 1.000 que se estima que hay en Argentina.
El instrumento tiene diversos usos: la información se utiliza como base para investigar especies en riesgo de extinción, estimar poblaciones de aves, elaborar proyectos de conservación, impulsar la creación de reservas, identificar cómo se producen las migraciones y hasta orientar a las aficionados de la observación de aves.
“La suma de registros nos puede estar contando un efecto del cambio climático o puede colaborar a evitar la extinción de una especie. Las aves participan de la polinización, dispersan semillas o son alimento de mamíferos. Que desaparezca una especie puede producir un desequilibrio ambiental difícil de dimensionar pero muy grave”, explica Hernán Casañas, director ejecutivo de Aves Argentinas.
Para dimensionar el aporte que hacen los usuarios de la plataforma, sirve detallar que el Sistema Nacional de Datos Biológicos, que recopila la información de la biodiversidad del país y suma 1.750.871 registros, se compone en un 46 % por antecedentes reportados en eBird.
Aportes a la conservación de especies
La información generada en el país ya sirvió para complementar el censo del tordo amarillo, amenazado por la transformación de su hábitat por la expansión de la frontera agropecuaria, en Entre Ríos y Corrientes, y por el tráfico de fauna. “Logramos estimar la población en 600 individuos y armar un plan para proteger sus colonias”, cuenta Francisco González Táboas, responsable de comunicación de Aves Argentinas.
“Sin dudas eBird es el proyecto de ciencia ciudadana que más potencial tiene para generar información a escala nacional y sostenido en el tiempo”, asegura Diego Moreno, secretario nacional de Política Ambiental, Cambio Climático y Desarrollo Sustentable. Y cita dos planes oficiales de conservación que utilizan información de la plataforma: el del macá tobiano y del cauquén colorado, que junto al tordo amarillo son tres de las 18 especies de aves del país que están en “peligro crítico” de extinción, según las categorizaciones oficiales.
En ambos casos, lo que se hace es, más allá del trabajo de campo, utilizar los registros de eBird para impulsar planes de protección de áreas donde nidifican o se reproducen estas especies.
La del macá tobiano es un caso muy ilustrativo. Es un ave endémica del país, es decir que solo se encuentra en la Argentina. Su extinción acabaría con la especie a nivel global. Su población se estima en 800 individuos. Y sus principales amenazas son efectos del cambio climático: aumentos en la velocidad del viento y severas sequías, lo que provoca que se sequen las lagunas patagónicas donde se reproduce.
Una plataforma con rigor científico y fácil de usar
Para registrar la observación en eBird hay que crear un usuario y completar un formulario que permiten cargar el avistaje con precisión: nombre de la especie (se puede identificar usando la app de Aves Argentina desde el celular) y el día y la hora en la que fue vista. Según el sitio que se marca para iniciar la carga y la fecha, la plataforma ofrece una lista de aves factibles de ver en ese lugar y en esa estación del año, de acuerdo a información bibliográfica y al algoritmo de probabilidades que se generó a partir de las observaciones de los propios usuarios.
“En caso de que se trate de una especie no habitual en el lugar, el usuario debe cargar fotos, videos o grabaciones de sonido, de modo tal que podamos confirmar que no fue un error y que se trata de la especie que dice haber visto”, explica el biólogo Fabricio Gorleri, coordinador de los 38 revisores que tiene eBird en el país, cada uno especializado en una región. Ese rigor permite que los investigadores puedan confiar en los registros.
Gorleri inició su doctorado con un tema titulado "Ecología de los sistemas migratorios de las Aves del sur de Sudamérica" y planea hacer uso de los datos recolectados vía eBird. Por eso llamó a los usuarios a registrar, durante junio y julio, observaciones de 26 especies que en invierno migran desde la Patagonia hacia el centro y norte del país en busca de climas más amigables para pasar el invierno.
Orienta al turismo y entusiasma a los aficionados
Para fomentar la participación y animar el uso de la plataforma, los 5 de mayo se organiza el Gran Día Mundial de observaciones de aves. Los usuarios argentinos participan desde 2013 y año a año su participación se volvió más numerosa. De la última jornada, 400 observadores de 23 provincias subieron registros de 695 especies. Es decir: vieron en un solo día el 70 % de las aves que hay en la Argentina.
En la misma línea, todos los años se publica una breve biografía del observador que vio más especies a lo largo de los 365 días. En 2017 y por segundo año consecutivo ese título se lo quedó el cordobés Julián Quillén, que logró ver 533 tipos de aves. Tiene 34 años y desde los 17 años guía turistas extranjeros que vienen al país con el objetivo de ver aves y que según el Ministerio de Turismo de la Nación son 36 mil y gastan en promedio unos U$S 110 por día.
Por eso, en Aves Argentinas afirman que la herramienta también sirve para apuntalar una actividad sustentable que reporta ingreso de divisas. En ese sentido, la plataforma ofrece un ranking de los 10 sitios donde se vieron más aves desde que se creó la aplicación. Eso fomenta el turismo en esos lugares.
El parque nacional Iguazú encabeza ese ranking, con 362 aves registradas. Le sigue muy de cerca la Reserva Ecológica Costanera Sur, con 341 especies vistas, un dato no menor, ya que en pocos lugares del mundo, en un sitio tan céntrico se existe la posibilidad de ver tanta variedad de aves. Inglaterra, por ejemplo, que suma cerca de un millón de aficionados al birdwatching, alberga unas 300 especies.
La reserva privada Karadya, en el municipio misionero de Andresito, ocupa el sexto lugar, con 325 especies. Son unas 100 hectáreas de bosque atlántico, uno de los ecosistemas más ricos en biodiversidad. El biólogo Julián Baigorria, dueño de la reserva, cuenta que estar en el top 10 de los denominados puntos de interés o hotspot de eBird, le permitió sumar visitantes de todo el mundo: “En media hectárea armamos varias opciones de hospedaje para observadores de aves. El 60 % de los visitantes son extranjeros. Estar en ese ranking valida lo que aseguramos tener en nuestra reserva”.