Desde mi adolescencia tengo una obsesión: llegar al hambre cero en nuestro país, en América Latina y en el mundo.
El movimiento scout me inculcó algo de esto, y también los Padres Pasionistas de origen irlandés. Con esta vocación, empecé como médico veterinario pensando en producir alimentos para los más postergados; continué con la educación (fui docente secundario y universitario) como herramienta para incluir a los que más necesitan; y ahora llegó la etapa de la comunicación como una manera de cumplir con aquello de: "queremos cambiar el mundo". De cambiar, de transformar, de eso se trata cualquier emprendimiento que reúne sueños, periodismo y tecnología. Como éste.
En mi condición de hombre de mundo (que hasta estudia chino para poder globalizar la solidaridad), en mi condición de ciudadano, de hombre casado hace 30 años con María, padre de cinco hijos y abuelo de una nieta; entiendo que podemos aportar un periodismo más humano y comprometido. Más cívico. Un periodismo que incluya, que reúna, que genere encuentros. Intuyo que es un momento en el que hace falta un medio nuevo y renovado que permita un gran acuerdo. Que permita en serio, incluir a todos, realmente a Todos. En la Argentina y en todo nuestro mundo.
Si este proyecto comunicacional mueve a levantar la mirada, a mirar la realidad del otro, si mueve a alguien a transformar esa realidad, a dar una mano, a dignificar; si esta propuesta sirve para cambiar la realidad de una sola persona o para cambiar la realidad toda; ese será nuestro éxito.