No sé por qué soy periodista, pero en la secundaria devoraba Página 12 y con amigos hacíamos radio en una FM de Escobar en la que gozábamos contar que el Intendente, un ex comisario ahora condenado por delitos de lesa humanidad, había prohibido que las parejas se besaran en las plazas.
Las redacciones fueron mi principal escuela. Crecí en una de las más grandes del país, la de Clarín, donde aprendí el oficio y conocí a varias de las personas más importantes de mi vida. No estoy orgulloso de todo lo que escribí, pero siempre lo hice con honestidad. Publicar me hace feliz. Y desde 1999, es la forma en la que me gano la vida. Me defino como cronista y trabajador de prensa.
Colaboré en La Nación, Brando, Anfibia, Pymes y Caras y Caretas. Fui redactor de secciones como ciudad, política, policiales, sociedad y deportes. Tuve que escribir sobre redes de cloacas, elecciones de concejales, robos a bancos, polos gastronómicos y partidos de vóley. Hace un tiempo, pude concentrarme en lo que más me gusta: contar historias de vida que ayuden a reflexionar sobre el amor, la solidaridad, la muerte, las injusticias y el mundo que le dejaremos a las próximas generaciones.
Me apasiona el fútbol más que la lectura. Juego cada vez que me lo permite el tornillo de titanio que sostiene los ligamentos de mi rodilla izquierda. Perdí la esperanza de ser futbolista profesional, pero tengo la esperanza de escribir más de un libro.