Qué pasó. La semana pasada, un estafador húngaro con pedido de captura internacional fue detenido en el centro de la ciudad de Buenos Aires. Se llama Gergely Tibor K., tiene 45 años y fue el encargado de las finanzas de dos empresas entre 1998 y 2005. Se lo acusa de 13 delitos por fraude, falsificación de documentos privados y quiebra fraudulenta.
En octubre de 2018, la Policía Federal (desde la división de Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones) recibió una circular roja de Interpol para encontrar y apresar a Tibor K. Este tipo de circulares –las mismas que tanto se mencionaron en el caso del atentado a la AMIA– se utilizan para “solicitar la localización y detención de una persona buscada por las autoridades judiciales de un país determinado o por un tribunal internacional con miras a su extradición”, según el reglamento de Interpol.
Investigación. La primera pista había surgido de la base de datos de ese organismo: se establecía a la Argentina como uno de los destinos posibles del húngaro. Aquí se analizaron domicilios y lazos familiares, y se buscó en sistemas informáticos públicos y privados. El hombre fue ubicado: trabajaba como un guía turístico. Ofrecía sus servicios a turistas húngaros y se anunciaba en las redes sociales. Uno de los sitios donde se dejaba ver era el Hotel Claridge. Allí cerca, mientras caminaba por la calle Tucumán, fue detenido.
Contexto. Como Gergely Tibor K., hay alrededor de cien prófugos extranjeros en nuestro país, buscados por Interpol. Una fuente oficial dijo a RED/ACCIÓN que es difícil establecer el número exacto de prófugos porque las notificaciones rojas son miles (en 2017, por ejemplo, hubo 13.048) y la información que aporta Interpol al Ministerio de Seguridad de la Nación va variando. Los prófugos buscados en la Argentina, como en cualquier país, se van renovando.
Qué son las circulares. Las circulares o notificaciones, anuncia Interpol, son avisos internacionales empleados por la policía para transmitir información sobre delitos, delincuentes y amenazas. Son difundidas por la organización a los 194 países miembros, a petición de un país o de una entidad internacional autorizada.
Hay circulares de distintos colores: las azules sirven para localizar o identificar a una persona que presenta un interés para una investigación policial, u obtener información sobre ella; las verdes, para alertar sobre las actividades delictivas de una persona; las amarillas, para localizar a una persona desaparecida o descubrir la identidad de una persona incapaz de identificarse a sí misma; las negras, para conseguir información sobre cadáveres sin identificar; las naranjas, para alertar acerca de un acontecimiento, una persona, un objeto o un procedimiento que supongan una amenaza; y las moradas, para pedir información sobre modus operandi, procedimientos, objetos, dispositivos o escondites utilizados por los delincuentes.
Todas las circulares tienen datos de identificación (descripción física, fotografías, huellas dactilares, número de documentos de identidad) y datos jurídicos (delito del que se acusa a la persona, referencia a las leyes que reprimen el delito o en las que se basa la declaración de culpabilidad y datos sobre la orden de detención o la sentencia judicial impuesta).
En 2017, la Secretaría General de Interpol publicó unas 22.000 notificaciones.