Nacen nuevas tensiones en el mundo de la inteligencia artificial. Pero estas no tienen que ver con cuestiones relacionadas a los derechos de autor, como normalmente escuchamos. Elon Musk, dueño de X y Tesla , presentó una demanda judicial el pasado 29 de febrero en la Corte Superior de California contra OpenAI y su actual CEO, Sam Altman, por "incumplir su misión fundacional al poner el beneficio económico por delante del beneficio para la humanidad", según informa The Guardian. Para Musk, los pasos que está dando OpenAI consituyen una "amenaza".
Esta acusación tiene sus raíces en el reciente acuerdo de inversión que OpenAI firmó con Microsoft. Según Musk, quién fue cofundador de la empresa en 2015 pero la dejó en 2018, este nuevo pacto tiene como principal objetivo el desarrollo de la inteligencia artificial general (AGI, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con un artículo de Built In, la AGI es una forma de inteligencia artificial en la que una máquina puede aprender y pensar como un ser humano. En detalle, es capaz de razonar y adaptarse a nuevos entornos y a distintos tipos de datos. Así, en lugar de depender de reglas predeterminadas para funcionar, la AGI adopta un enfoque de resolución de problemas y aprendizaje.
Para ciertos líderes de la industria esta nueva tecnología se presenta como un riesgo alarmante y genera temor. De hecho, el mismo Musk dijo en el pasado que la inteligencia artificial general era una “grave amenaza para la humanidad”.
En detalle, según reporta un artículo de La Vanguardia, en la denuncia Musk afirma que, cuando le propusieron abrir esta empresa, la idea era crear una compañía a código abierto sin ánimo de lucro que vele por el “beneficio de la humanidad” y sea un laboratorio de investigación.
Sin embargo, de acuerdo con The New York Times, esta fue una de las principales razones de tensión, ya que había ciertas personas que querían generar ingresos con esta nueva tecnología. Ahora, con el financiamiento de Microsoft este objetivo parece haberse desvanecido por completo y la prioridad está puesta en los números
Un ejemplo claro de esto, según el dueño de X, es el lanzamiento de la tecnología GPT4. Los detalles de su creación y su diseño, hasta el día de hoy, se mantienen ocultos, violando sus valores originales. Además, asegura que GPT-4 es una tecnología AGI que pertenece efectivamente a Microsoft, un pacto que queda fuera del ámbito del acuerdo de licencia de la empresa con OpenAI.
“Hasta el día de hoy, el sitio web de OpenAI continúa profesando que su estatuto es garantizar que la AGI 'beneficie a toda la humanidad'. Sin embargo, en realidad, OpenAI se ha transformado en una subsidiaria de facto de código cerrado de la empresa de tecnología más grande del mundo: Microsoft. Bajo su nueva junta, no solo está desarrollando, sino que está refinando una AGI para maximizar las ganancias para Microsoft, en lugar de para el beneficio de la humanidad”, alega el magnate en la demanda según Xataka.
El año pasado, Altman había sido destituido de su cargo por falta de honestidad en su liderazgo y comunicación con la empresa. Sin embargo, terminó regresando tan solo cinco días después con una junta directiva nueva, algo a lo que alude la denuncia. La actual dirigencia está compuesta por miembros que están más enfocados en las ganancias que en la ética y los valores fundacionales de la empresa, apuntó Musk.
"Con esta reestructuración, OpenAI abandonó su misión sin fines de lucro de desarrollar AGI para el beneficio de la humanidad en general, manteniéndola así fuera del alcance de una gran corporación con fines de lucro en la que se concentraría indebidamente un gran poder", se afirma en la demanda presentada en San Francisco, California.
Por último, según informa The New York Times, la demanda también intenta presentar a Musk como una figura indispensable en el desarrollo de OpenAI. De 2016 a 2020, aportó más de 44 millones de dólares a OpenAI, alquiló el primer espacio de oficinas de la compañía en San Francisco, pagó los gastos mensuales y estuvo involucrado personalmente en el reclutamiento de Ilya Sutskever, un científico de investigación de alto nivel que trabajaba en Google