Christopher, el adolescente programador que quiere incluir a los adultos mayores en el mundo digital- RED/ACCIÓN

Christopher, el adolescente programador que quiere incluir a los adultos mayores en el mundo digital

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Tiene 17 años y junto a su abuela creó Cuídalos, una aplicación para darle seguridad a los adultos mayores cuando salen a la calle. Mientras compatibiliza su rutina como CEO de su compañía y como estudiante secundario, prepara su próximo movimiento: una plataforma para educar a las personas mayores en el uso de la tecnología.

Christopher, el adolescente programador que quiere incluir a los adultos mayores en el mundo digital

Intervención: Denise Belluzzo

Hace dos años, Christopher Chancé se sentó junto a su abuela Luisa —que por entonces tenía 82 años— y, armado con una lapicera y una hoja, empezó a intercambiar ideas con ella. El brainstorming llegaba luego de que la abuela hubiera sufrido algunos episodios de suba y baja de la presión sanguínea, por los que habían tenido que llamar a la ambulancia.

Cuando la crisis pasó, Christopher —hoy, un adolescente de 17 años—  se dio cuenta de que podía hacer algo por su abuela Luisa. “Hice una conexión: ‘Yo sé programar desde que tengo 8 años y a la vez mi abuela necesita una solución de tecnología que la pueda ayudar’”, dice. 

En ese encuentro, Luisa le explicó sus problemas. Le dijo que si tenía que salir a hacer compras a veces no se sentía segura, y que no se sabía de memoria los números de teléfono de sus parientes. “Después empecé a unir puntos”, sigue Christopher, “y se me ocurrió una aplicación que tenía que ser bastante simple, mediante la cual un adulto mayor, en un par de clicks, pudiera informarle a algunos familiares una situación: una emergencia, una caída o estar perdido”.

Al principio fue una idea para su abuela, pero cuando estaba pensando cómo ampliarla, Christopher se dio cuenta de que había otro problema: en Google Play y en Internet había muchísimas aplicaciones para niños y para adolescentes, pero no para adultos mayores. “Vivimos una revolución tecnológica donde todo el mundo está aprendiendo a programar… pero siempre se deja de lado a los adultos mayores”, dice. 

Christopher Chancé con su abuela Luisa.

En 2020 decidió que la app que había pensado para su abuela saldría al mercado. Luisa, que contribuyó en pensar su creación, también fue quien la testeó. La app se llama Cuídalos y tiene varias opciones de ayuda: si la persona mayor está en una emergencia, la app llama al 911 y, mientras viene la ambulancia o la policía, uno puede informar el tipo de emergencia con un botón. Entre otras opciones, también sirve para informar que el adulto mayor se ha perdido. Y tiene letras grandes y colores: es muy fácil de usar. 

En sus primeras dos semanas, Cuídalos tuvo más de 2.000 descargas, y hoy está en once países latinoamericanos y tiene más de 4.000 usuarios activos. Su puntaje en Google Play es de 3,8 sobre 5 (“Muy buena aplicación, útil y sencilla tanto para el protegido como para el protector”, la evaluó un usuario). “Christopher”, dijo la diputada nacional Graciela Ocaña, “es un joven comprometido a integrar y ayudar a nuestros mayores en esta era digital”.

Christopher Chancé, el desarrollador de Cuídalos, es un muchacho pero habla con la seguridad y el léxico de alguien varias veces mayor. Nació en 2003 en la ciudad de Maturín, en Venezuela, y desde muy chico se reveló su talento. A los 6 años creó su primer perfil de Facebook: como era muy niño y no era admitido con su edad real, mintió y puso que tenía 38 años.

A los 8 empezó a programar cuando encontró, en su computadora de escritorio (que su familia había comprado usada), un archivo con códigos y palabras en inglés: era lenguaje de programación, y él se animó a probarlo. A los 9 años migró a la Argentina con su madre —una diseñadora de moda— y con su abuela Luisa (sus dos hermanas mayores viven en Alemania y en España; el padre se quedó en Venezuela). En el avión, Christopher trajo bajo el brazo una netbook Dell que por entonces llevaba a todos lados. Recién llegado con su familia a un departamento amueblado en Recoleta, comenzó a adaptarse y terminó perdiendo su acento (hoy habla como cualquier porteño), pero no su pasión informática.

A los 9 también programó su primera app, ChFace: una réplica de Facebook, que fue una prueba para ver cómo salía. La segunda fue SocialForALL.net, una plataforma para gamers que luego de unos años Christopher dio de baja por falta de usuarios… y porque su madre pagaba las cuentas. Después, cuando tenía 14 años, hizo YourSpeaker.net, una plataforma de oratoria, y Veloow, un servicio de check-in para organizadores de eventos. Y al final llegó Cuídalos: la criatura más exitosa. “La clave es que venía con un objetivo claro, que era ayudar a las personas”, dice. 

Mientras todo esto ocurrió y ocurre, Christopher debe compatibilizar la rutina de CEO de su compañía DataXype (una empresa de soluciones tecnológicas inclusivas y sustentables en la que trabaja con su madre y su abuela) con la de estudiante secundario: está en quinto año, va a un colegio de Palermo. Nunca le hicieron bullying por ser venezolano; tampoco por ser un geniecillo.

Sabe que su futuro, luego de unas cuantas clases por Zoom este año, está en la carrera de Ingeniería en Sistemas, pero hoy debe resolver un puzzle diario de horarios: “Me levanto a las 8 de la mañana o más temprano si tengo pendiente la entrega de un trabajo, voy al turno mañana al colegio; al mediodía switcheo y a la tarde estoy en la computadora. A las 11 o 12 de la noche ya estoy durmiendo”.

En su habitación, sin pósters ni fetiches teen, trabaja con una computadora que no tiene monitor, sino dos televisores de 32 pulgadas. “Me armé una PC gamer”, explica. Juega al GTA y al Destiny quizás cada sábado a la noche, cuando tiene el tiempo aparentemente infinito de un adolescente soltero.

Cómo afecta la brecha digital a los adultos mayores

Según la nota de RED/ACCIÓN “Tutoriales caseros: historias de cómo podemos enseñarles a usar la tecnología a las personas mayores”, en el inicio de la cuarentena algunas organizaciones que trabajan con voluntarios —Helpers, AMIA— u organismos de gobierno —como la Dirección de Adultas y Adultos Mayores de Rosario— recibieron muchas consultas de parte de adultos mayores sobre el uso de la tecnología y comenzaron a elaborar tutoriales (por ejemplo: cómo usar home banking o una aplicación específica de servicio).

Por otro lado, una encuesta nacional del INDEC sobre calidad de vida de Adultos Mayores de 2012 indica que éstos no utilizan Internet por temor, inseguridad, desconfianza, miedo a equivocarse y desconocimiento. Además influye la falta de hábito, la preferencia personal, o el bajo interés. Todas son razones que pueden mitigarse con una mejor comunicación, de la mano del marketing de las piezas tecnológicas y con la ayuda de la población menor. La publicidad de los dispositivos no es dirigida a los adultos mayores porque no creen que sea redituable, pero es un sector de la población que crece día a día, y que necesita de estas herramientas.

De acuerdo a la misma encuesta —se lee en el sitio web del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires—, la mayoría de los Adultos Mayores utiliza Facebook para ponerse en contacto con sus conocidos. Estas cifras se reflejan en los números de esa red social: el 90% de los usuarios nuevos del 2015 tienen más de 50 años. Se están empezando a acercar a Facebook porque es donde pueden interactuar con amigos, familiares y conocidos en sus hogares. Además, utilizan Internet para buscar en Google, leer diarios y, algunos, hasta para hacer transacciones.

Christopher Chancé llegó a los 9 años desde Venezuela.

Cómo enseñar tecnología a los adultos mayores

Todos esos datos vienen al caso porque son la nueva obsesión de Christopher, que luego de Cuídalos esta trabajando en una organización propia, llamada Abue.org, que está por lanzar unos cursos de uso de la tecnología: “Queremos incluir a los adultos mayores en el siglo XXI”, dice él. “¿Por qué tienen que ser los que nunca están relacionados con la tecnología?”. 

Christopher, que cree que en una ronda de financiación lo mejor es estar convencido uno mismo de su propio proyecto (“considero a la programación como un superpoder y a emprender como un lienzo para expresar lo mejor de mí”, me escribe por WhatsApp después de nuestra entrevista), hace entonces un análisis del mercado tecnológico de los adultos mayores: “Una razón importante [de la brecha tecnológica] viene de casa, donde nadie le enseña a un adulto mayor a usar una aplicación. Pero además las aplicaciones no están diseñadas para ellos. Al ver que no puede con todo al mismo tiempo, un adulto mayor se frustra. Es un círculo vicioso: las grandes compañías buscan generar ganancias apuntando a segmentos amplios y no hay muchos adultos mayores en el mercado. Por eso no dan un beneficio. Con Abue.org yo quiero romper eso”. 

En este contexto, una pregunta antipática es: ¿Christopher programa aplicaciones amigables para los adultos mayores porque siente que las merecen o solo porque ve una oportunidad comercial? ¿O es por ambas razones?

“Esto empezó por mi abuela”, responde. “No estamos buscando una ganancia. Cuídalos y Abue.org son 100% gratuitos”. Al principio, explica, todo el dinero salió de su bolsillo. Luego IBM se sumó con un programa de apoyo a start ups. Aún así, Christopher sigue haciendo trabajos freelance para vivir. 

“La clave para educar a los adultos mayores a que sean parte del siglo XXI”, sigue, “es paciencia y persistencia. Muchos de ellos, los he visto, no han tocado nunca un teléfono celular. El proceso de aprender, cuando uno no sabe algo sobre un tema, siempre es un poquito más largo. Así que alguien tiene que estar al lado para explicarles, y debe hacerlo de la mejor manera. O sea que sobre un tema, hay que explicar varios más: si les vas a explicar qué es Facebook, tenés que explicarles qué es una aplicación, y para eso tenés que explicarles cómo funciona el sistema, y arriba lo que es el teléfono. Si no se explican bien todas estas cosas, un adulto mayor se frustra. Pero la realidad es que sí pueden aprender. Sólo hace falta paciencia y persistencia”. 

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