Pablo Lecuona es fundador de Tiflonexos, una biblioteca digital para personas con discapacidad visual. Entre otros servicios, Tiflonexos hace impresiones en braille (y este 4 de enero es el Día Mundial del Braille).
—¿Cómo resumirías que es hoy el acceso para aprender y para contar con material en braille en Argentina? ¿Qué necesitaría hacerse para avanzar?
—Creo que en Argentina tenemos por un lado mucha capacidad de producir braille en cuanto a equipamiento. En 2011 Conectar Igualdad dotó a escuelas con 400 impresoras braille. Muchas instituciones de personas con discapacidad, universidades, bibliotecas cuenta con impresoras braille. Si toda esa capacidad se coordinara tendríamos una capacidad enorme, sobre todo porque hoy se puede convertir cualquier texto digital en braille. El problema es que muchas veces las políticas incorporan compra de equipamiento y no tanto apoyo técnico: hay mucha tecnología que no se aprovecha. También falta más formación en los puntos de país donde se podría imprimir braille. En Tiflo estamos produciendo bastante braille. En la Biblioteca Argentina para Ciegos también. Con otras organizaciones generamos proyectos en común y entre 2018 y 2018 generamos 70 kits de libros en braille que distribuimos en el país. Por otra parte, el Estado compra libros, pero en los presupuestos no se contemplan libros en formatos accesibles.
—¿Cómo viene la implementación del Tratado de Marrakech? ¿Cuán importante es su implementación? [El Tratado de Marrakech es un tratado internacional que Argentina firmó y se convirtió en ley en noviembre del año pasado. Facilita el acceso a obras en formado accesible para personas con discapacidad mediante el intercambio fronterizo y la eliminación de derechos de autos para adaptar los libros. Lo contábamos en esta nota]
—Muchas de sus disposiciones se pueden usar desde antes de la ley, porque Argentina firmó el Tratado. Con la ley quedó más claro. Solo falta la reglamentación de la ley, pero lo que se necesita hacer muy poco. La ley dice que la Dirección Nacional de Derechos de Autor deberá llevar un registro de entidades autorizadas. Pero ya hay entidades autorizadas, más allá del registro. Creo que es importante avanzar en la reglamentación pero está plenamente vigente y en uso. Lo que va a cambiar es que se generen políticas, y eso creo que es la clave. La ley ya sirvió para involucrar a la Biblioteca Nacional, que ya trabaja en un catálogo de obras accesibles. El centro es que lo que hacen falta son políticas que impulsen el intercambio transfronterizo y fortalecer la producción. El Tratado elimina las barreras del derecho de autor. Y esto facilita la producción, que nos dediquemos a la producción y no a gestionar permisos.
—¿Qué planes y desafíos tienen este año desde Tiflonexos?
—Como entidad autorizada estamos para implementar al principio de 2022 el intercambio transfronterizo de obras. Por un lado, un acuerdo con la ONCE, que tiene una plataforma propia, donde las entidades autorizadas de otros países que ya implementaron el tratado. Podemos descargar libros de la ONCE y distribuirlos en Argentina. Por otro lado tenemos acceso a la ABC, un consorcio de libros accesibles, donde bibliotecas de todo el mundo comparte sus catálogos. Esto va a permitir el acceso a libros de otros idiomas, lo cual va a ayudar a muchas personas que por ahí los necesitan para estudios. Esto tiene que ver con la implementación de Marrakech. Por otro lado, también tenemos que trabajar en la adaptación de libros escolares en Argentina. El Estado aporta cada vez menos para esto y tenemos que conseguir recursos por otros lados, gestionar con las editoriales. Lo hacemos a pulmón, el desafío es fortalecerlo.