–En todos los congresos de la industria se habla del apocalipsis de los medios y del periodismo, de la crisis de las audiencias, de la publicidad, pero tú eres un optimista. ¿Cómo se explica?
–Sí, yo soy un optimista, pero un optimista basado en datos. Nos ha ido, en eldiario.es, bastante mejor de lo esperable y de lo que esperábamos nosotros cuando lanzamos el proyecto hace solo 7 años. Empezamos en 2012, el peor momento de la crisis económica y de la crisis en los medios de comunicación en España. Estaban despidiendo periodistas en todas las redacciones. Y hemos conseguido convertirnos en uno de los periódicos de referencia en España. Somos el único que contrata nuevos periodistas de manera regular, y hemos pasado de ser una pequeña redacción de solo 12 personas a un proyecto de mediano a grande: somos unas 100 personas más 54 en las ediciones locales asociadas que tenemos por toda España. Estamos en rentabilidad, y no debemos dinero. Hemos mantenido la propiedad los socios fundadores que somos, en gran medida, los periodistas que trabajamos en el diario. Y lo hemos hecho con el apoyo de los lectores. Hemos conseguido con ellos una cosa maravillosa, que es que paguen por un periódico que pueden leer gratis. Entonces es para ser optimista.
–¿Qué creés que encuentran los lectores para pagar por algo que podría ser gratis? ¿Qué es lo que hace que eldiario.es sea diferente?
–Los 34.600 socios nos apoyan porque entienden la función social del periodismo: para qué sirve y por qué. Que exista un medio con las características de eldiario.es, de independencia, de autonomía, es algo importante en sus vidas. Sirve para que se combata la impunidad en algunos ámbitos de la corrupción política. Para que se ponga el foco en debates que si no estarían silenciados, para que tengamos una voz diferente que no abundaba en otros medios. Por eso nos apoyan y pagan por un periódico gratuito. Creo que los modelos pagos de periódico en el mundo solo van a funcionar por dos motivos: porque te quieren o porque te necesitan. Periódicos que se pagan porque el lector necesita información para su día a día. Y yo creo que la razón principal es porque nos aman. Tienen un nivel de afinidad con el diario muy fuerte.
–Esa afinidad tiene mucho que ver con tu voz, con tu presencia y con tu figura como periodista. ¿Cómo se hace para que ese estilo se irradie en los 90, 100 periodistas?
–Creo que en realidad el trabajo que aplicamos es bastante clásico en la manera de entender el periodismo. Intentamos separar información de opinión, hacer un buen contraste de fuentes, ser muy rigurosos. La redacción está formada por periodistas de mi generación, con experiencia, con fuentes y con conocimiento. Y una gran parte de periodistas jóvenes a los que hemos formado nosotros. Este ha sido su primer empleo y casi su único empleo como periodistas. La escuela del diario como espacio de formación de periodistas parte de eso. Lo más difícil de nuestra tarea no es saber cómo investigar una noticia, cómo darla, sino hacerlo con libertad y autonomía y poder pagar a los periodistas por lo que se trabaja. La gran novedad de eldiario.es es haber podido brindar independencia editorial gracias al apoyo de los lectores. Esto nos permite hacer un periodismo que no es que no lo sepan hacer los periodistas de la competencia, es que tienen menos margen de autonomía, determinadas fronteras que no pueden cruzar.
–Vinculado con esto, uno de los valores de época es la transparencia. Y creo que el diario ha hecho cosas interesantes respecto a eso.
–Yo creo que todas las crisis de reputación y de imagen y las crisis de las instituciones en general están relacionadas con eso y solo se solucionan con transparencia. Si tienes que conseguir que la gente vuelva a confiar en ti tienes que enseñarles, tienes que mostrarles, tienes que explicarles. Tenemos dos informes anuales de resultados económicos donde damos todo tipo de detalles que ningún otro medio da. Desde cuáles son las situaciones laborales y contractuales de nuestros periodistas peor pagados hasta cómo es la relación entre los sueldos más altos y los más bajos, qué tipo de ingresos y gastos tenemos, cómo son nuestras fuentes de ingresos. Yo contesto permanentemente a los lectores, a socios que se quejan, personalmente. Todos acaban en mi correo electrónico. Le dedico mucho tiempo. Desde el punto de vista operativo a lo mejor no es tan rentable, pero me vale mucho. Me ayuda a entender qué es lo que les preocupa, qué es lo que no les gusta y de esa manera poder arreglarlo y comunicarlo mejor.
–Me imagino que ese es uno de los mecanismos que expresan el hecho de que eldiario.es escucha a sus lectores, y los incluye en su conversación.
–Para un lector que se queja y dice no quiero ser más socio, que de repente le escriba yo directamente suele ser una sorpresa. Agradecen muchísimo esa comunicación. Se sienten más valorados y nos ayuda a poder explicarnos y convencerles. Antes la tecnología para escuchar y responder a los lectores era imposible, ahora es mucho más fácil. Yo también participo en los propios comentarios del diario, contesto ahí a los socios que tienen preguntas, quejas. Tenemos también otro mecanismo que es “Avisa de un error”: tienes un dato falso, tienes una errata ortográfica, aquí te has equivocado. Todas esas formas de participación los lectores en general, y los socios en particular, las valoran muchísimo. Porque tradicionalmente no han sido escuchados.
–Otro aspecto vinculado a la transparencia tiene que ver con la claridad de un punto de vista frente a algunos temas. ¿Cómo juega eso en sociedades tan polarizadas en las que la conversación en redes tiene bastante agresividad?
–En las redes yo recibo bastante de esa agresividad. Es un tema que me preocupa. Pero creo que hay que asumir que las redes sociales ya no representan a la sociedad. En una época puede que fuera así pero hoy está muy instrumentalizado por activistas, partidos políticos y organizaciones que manipulan el debate público incidiendo en esos foros abiertos que son las redes. Yo soy relativamente conocido en España, salgo mucho en televisión y nunca he tenido ningún problema yendo por la calle. En las redes sociales todos los días recibo cientos de insultos y amenazas. Si esa realidad fuese cierta no podría caminar tranquilo. Y por lo general lo que recibo es gente que se acerca, que me felicita por mi trabajo. El nivel de polarización en las redes sociales no representa a la sociedad. Creo que muchos de los problemas de polarización tienen que ver con que muchos políticos y medios se creen que eso es la realidad y actúan en consecuencia. Esa forma de entender la política y la comunicación les ha hecho mucho daño a ambas. Somos como la primera generación que empezó a fumar sin saber que producía cáncer. En las redes sociales pasa lo mismo. Es una frase de un amigo cineasta, Nacho Villalondo, y estoy completamente de acuerdo con él.
–Entonces, ¿el fenómeno de las redes sociales y las plataformas detrás de ellas son una de las amenaza del periodismo actual?
–El problema es nuestro, de los medios. Los medios han construido modelos de negocio y comunidades alrededor de un algoritmo. Y tienes que construir una comunidad de un periódico alrededor de los lectores. Son más inmutables, no cambian tan fácilmente. Si construyes tu edificio invirtiendo en Facebook, o alrededor de uno de sus algoritmos, mañana ajustan alguna tuerca y todo tu edificio se cae. Ha pasado con Facebook, va a pasar con Google. Lo único sólido es la comunidad de lectores. No lo hábil que seas con el SEO, con el SEM, con las redes sociales, pagando en Facebook. Eso no vale nada, vale muy poco. Yo tiendo a ser optimista porque creo que muchos de los problemas del periodismo digital español tienen que ver con estar en el modelo de negocio equivocado. Estábamos en el negocio del volumen, en hacer información de baja calidad, mucha, muy abundante, y a bajo costo. Y eso es insostenible. Hay un modelo que no falla, que es apostar a los lectores. Conseguir un lector que pague implica que no le puedes dar basura. La única manera es darle información de calidad como la que durante mucho tiempo considerábamos era buen periodismo. A medida que todos los medios vayamos abandonando el volumen para ir hacia el pago el periodismo va a mejorar, seguro.
–Es un modelo de negocio alineado a un modelo editorial virtuoso.
–Eso es importantísimo. Tener en línea las dos cosas: tu modelo editorial y tu modelo de negocio. Y que lo que digas de tu modelo editorial sea cierto y esté en línea con tu modelo de negocio. Muchas veces los periódicos dicen: “Nuestro negocio es la independencia, los lectores”. Y su negocio es llevarse bien con estas empresas que son sus anunciantes. Tener en línea las tres cosas, tu modelo de negocio, tu comunicación y tu modelo editorial te ayuda muchísimo.
–El diario nació hace 7 años. ¿Cómo te lo imaginas dentro de 7 años?
–No me lo imaginaba así hace 7 años. Me lo imaginaba bastante más débil de lo que es hoy. No me imaginaba que tendríamos una redacción tan grande, ni una audiencia tan fuerte. El último dato nos dice que son 17 millones de usuarios únicos, una barbaridad. Es el último récord. Seguimos batiéndolo casi cada mes. No imaginaba que nos saldría tan bien, ni que tendría la sustentabilidad económica que tiene como empresa. Dentro de 7 años creo que estaremos entre los cinco grandes periódicos españoles. Y eso ya es muchísimo más de lo que nos podíamos imaginar hace 5 años.
–Las clases políticas en nuestros países están sufriendo el fenómeno de “democracias débiles”, ¿eso cambia el rol del periodismo? ¿Nos deriva otra responsabilidad?
–Gran parte del problema de lo que pasa en las democracias occidentales tiene que ver con el modo en que se informa la gente, y no porque la gente tenga culpa alguna. El hecho de que se informen por redes sociales hace que se refuercen sus prejuicios y se polaricen las sociedades. Genera comunidades cerradas, en un mundo que en teoría se ha abierto, donde se informan aquellos que piensan exactamente igual. Todas las personas y los algoritmos se ocupan de darte aquello que te gusta. No hace falta que te esfuerces. En la parte de los medios el espejismo del volumen. Esta idea de que viviríamos de la publicidad, seríamos gratuitos, tendríamos un montón de audiencia, nos ha llevado a producir basura, nos ha convertido en una industria contaminante. Todo esto está relacionado y se alimenta a su vez de la polarización política. Es un motor que empuja al otro motor y se sostienen el uno al otro. Está provocando problemas serios en la democracia en todo el mundo. No se entiende Trump, no se entiende Bolsonaro, no se entiende la extrema derecha europea, lo que ha pasado en parte de los países latinoamericanos, sin entender esto. Una de las cosas por las que yo decía que soy optimista es porque el hecho de que vayamos al modelo de pago va a cambiar al periodismo para bien. Pero tiene una consecuencia terrible que es que va a generar todavía más barreras entre la sociedad informada y la desinformada. Vamos a dejar afuera a muchas personas que van a ser cada vez más víctimas de las fake news y la desinformación. Es un tema que me preocupa. Nosotros estamos haciendo algunos cambios en el modelo pero teniendo claro que siempre, siempre, el diario debe ser accesible. Que alguien no deje de leer el diario porque está desempleado o no pueda permitírselo. Tendremos que ver soluciones globales a ese problema.
–En las facultades de comunicación, en la Argentina, las matrículas crecen pero hay una fuerte inclinación por la comunicación pública, empresarial, institucional y menos jóvenes que se anotan en carreras específicas de periodismo. Si alguien de 18 años lo está pensando, ¿qué le espera a quien estudia periodismo?
–Yo creo que le espera el mejor oficio del mundo. Sobre todo si tienes una característica, la fundamental, que es la curiosidad. A nosotros nos pagan por algo que es genial que es satisfacer nuestra curiosidad y contárselo a la gente. Es un oficio donde si haces las cosas bien tienes un impacto positivo en la sociedad. No se me ocurre un oficio mejor. No podría trabajar de otra cosa. Eso sí, solo es recomendable para alguien que sea curioso y tenga esa inquietud por conocer el mundo y contarlo porque si no es un oficio horroroso. Está mal pagado, es precario, son horarios muy malos. Si asumes que es lo que te gusta no hay nada mejor.