Hoteles para jugar a ser turistas + Thrillers imperdibles- RED/ACCIÓN

Hoteles para jugar a ser turistas + Thrillers imperdibles

 Una iniciativa de Dircoms + INFOMEDIA

Además, tres restaurantes clásicos porteños (que por algo lo son), y artistas emergentes de la música latinoamericana.

Hoteles para jugar a ser turistas + Thrillers imperdibles

¡Hola, bon vivant! Esta vez, voy a contarte sobre un par de bandas y artistas musicales latinoamericanos del indie que ameritan una escucha. Sumo tres restaurantes clásicos porteños y, por último, un espacio de reivindicación de las películas de suspenso. Ahora que lo peor de la pandemia ya pasó (confiemos), quizás estemos más de humor para encarar estas películas tortuosas.

Por último, una idea: ¿por qué no irse a un hotel y jugar a ser turistas en la ciudad, al menos por una noche?

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ARTISTAS MUSICALES LATINOAMERICANOS QUE HAY QUE CONOCER

  • Terno Rei (Brasil): Esta banda oriunda de Saõ Paulo está rompiendo los límites entre el indie y el mainstream. Mi novio, que es de allá, me describió con lujo de detalle lo que pasa en los recitales de Terno Rei, que la gente canta con locura al punto de quedarse afónica, que todos saben cada letra de memoria, que se siente casi como asistir a un culto religioso. Su disco Violeta salió en 2019 a través de Balaclava, un sello de culto en estos días ahí por Brasil. Vale la pena pegarle una escuchada a “Dia Lindo” y “Solidão de Volta”.
  • El Culto Casero (Paraguay): A comienzos de este año estuve en Asunción por más de un mes, lo que me llevó a embeberme un poco en la música local. No había recitales en casi ningún lado por la maldita pandemia, sólo en un lugar extrañísimo llamado El Bosque de los Artistas, una construcción de domos y estructuras circulares que asoman desde bajo la tierra y que solían ser hogar de un viejito intelectual y filántropo. Hoy en día, el principal referente del indie guaraní es la banda El Culto Casero, y su sonido sale de los parlantes de cada café de especialidad de la capital paraguaya. El tema “Una Ciudad” fue el puntapié inicial de su carrera.
  • Películas Geniales (México): En el mundo existen varios proyectos musicales en los que el artista decide esconderse detrás de un personaje. El dúo Daft Punk forjó una carrera entera usando cascos espaciales, la cantante Sia usa pelucas que le tapan la cara y canta de espaldas, los integrantes de Gorillaz están encarnados por personajes de dibujos animados… y en México, Películas Geniales está liderado por un perro llamado Rufi. Así es. Su frontman usa una máscara con la cara de un perro peludo y con la lengua afuera, incluso en los recitales. Me perturba bastante.
  • Alex Anwandter (Chile): Es uno de los artistas contemporáneos más cotizados del otro lado de la cordillera. Toda la transformación social que está atravesando Chile es en parte fruto de la instigación al cambio que llevaron adelante mucho protagonistas de la cultura, y él es uno de ellos. Sus canciones son bailables, cierto, pero con letras atravesadas por un fuerte sentido de protesta, lo cual no sorprende si consideramos que Anwandter fue muy influenciado por la literatura de Pedro Lemebel. Bailar, se ve es también una forma de resistir. 
En “Paco vampiro”, Anwandter carga contra las fuerzas policiales chilenas.

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RESTAURANTES: TRES CLÁSICOS, UNO REVERSIONADO

  • Elena: Fui el otro día a (invitada) a comer ahí, y lo primero que voy a decir es que sigo sin poder creer la cantidad de comensales que había esa noche. Digo esto porque Elena es, al menos para mí, impagable. Me refiero a que, para degustar uno de sus cortes de carne dry aged uno tiene que vender un riñón para pagar el 50% de la cuenta. Exagero, obviamente, pero no creas que tanto. Ahora, pasemos a lo bueno: la atención es impecable, hay sillones de cuero que invitan a quedarse a vivir, y una vez que te entregás a la experiencia la pasás increíble. No te equivocás con: La provoleta de queso de cabra con damascos, las mollejas, el helado de dulce de leche. Me emocioné de sólo acordarme.
  • El Preferido de Palermo: Este bodegón existe desde que existe el planeta Tierra. Su edificio rosita y destartalado ocupa la esquina de Borges y Guatemala. Mil y un veces mis amigos me dijeron tenés que ir al Preferido, y tenían razón. Especialmente porque en 2019, los dueños de la parrilla Don Julio compraron el lugar y lo aggiornaron. El resultado es un lugar rústico, a medio camino entre almacén de barrio, bodegón y restaurante de lujo. La charcutería de la casa es tan impresionante que dan ganas de romper la vidriera y escaparse con muchos embutidos bajo el brazo, correr despavorido hasta Plaza Italia, subir a un taxi y escapar de la ciudad para siempre (¿por qué robar una joyería, cuando se puede robar un fuet y vivir para contarlo?). No te equivocás con: el queso patagonzola con membrillo, la milanesa de bife de chorizo y la ensalada de verdes orgánicos.
  • Fervor: Cada vez que vamos con mi novio a comer ahí, ensayamos el mismo ritual de manera obsesiva. Siempre que vamos (siempre, sin excepción) es domingo a la noche, y nos sentamos en la misma mesa en una esquina del salón. Javier, el mozo, ya sabe qué vamos a pedir: media parrillada de mar con media tortilla de papas babeé para la dama, una picaña con ensalada de zanahoria, lechuga, tomate y palmito para el señor. El ritual de Fervor implica transfigurarse en una pareja de viejitos entrados en años, llenos de mañas. El salón está casi vacío, suena Gardel de fondo, un par de señores toman Mabec sin apuro. Casi no hablamos. En el camino de regreso a casa, las canas desaparecen, la piel se pone más tensa, la columna se endereza un poco y volvemos a tener 30.
Sin palabras: la cava del Prefe.

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TURISTA POR UNA NOCHE

  • No son pocos quienes prefieren el Alvear Icon de Puerto Madero a su primo, el original de Recoleta. No conozco, pero me han hablado de camas kilométricas y desayunos en un rooftop altísimo desde el que se puede divisar, en un día sin nubes, la silueta de Colonia del otro lado del río.
  • Fray Justo Santa María de Oro fue el nombre de un religioso argentino, férreo defensor del republicanismo ¡y tío segundo de Sarmiento! de comienzos del siglo diecinueve. Murió en 1836 pero reencarnó en una concurrida calle palermitana que hoy tiene bastantes bolichitos. Sobre esa calle, justamente, está 1828 Smart Hotel, un hotel boutique muy simpático. Algunos atractivos: tiene un piano blanco en el living, un jardín con pileta y las habitaciones tienen ipads desde los que uno puede hacer todo: prender y apagar las luces, pedir room service, cerrar las persianas, poner música ambiente.
  • Tuve la suerte de ligar de rebote un hospedaje de dos noches en el hotel Algodón Mansion. Se lo habían regalado a mi tía en su trabajo, pero ella no podía usarlo. Me lo ofreció y no dudé: hice la valija y tomé un taxi inmediatamente, sólo que en vez de enfilar para Ezeiza o Aeroparque lo hice hacia Recoleta. Durante mi estadía hice angelito en la cama gigante, tomé café en la terraza, me bañé en una bañadera con luces led y desayuné jurándome extranjera. Una noche salí a comer por ahí y después a una fiesta, y de ahí a dormir a mi hogar, el hotel. Fue absolutamente épico.
  • Una amiga que se hospedó en el Miravida Wine Bar me dijo, medio en chiste medio en serio, que la categoría de hotel-wine bar tiene la practicidad de que permite tomar bastante vino y después caminar pocos pasos hasta la cama. Una escapada a Mendoza es irremplazable, es verdad, pero mientras tanto ¿por qué no probar una experiencia enológica en terreno porteño? 

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CLÁSICOS DEL CINE PARA COMER POCHOCLO Y SUFRIR

Jake Gyllenhaal en Prisoners (2013), de Denis Villenueve.

No sé muy bien por qué a muchas personas nos gusta mirar películas de miedo. Quizás su atractivo sea que podemos experimentar la sensación de peligro de manera controlada, desde el sillón, sabiendo que estamos protegidos. Dentro del inmenso paraguas de “películas de miedo” hay muchísimas subcategorías. Personalmente me quedo con los thrillers, esos que ofrecen una tensión permanente, que cuentan con un guión inteligente y sin subterfugios. Vamos con tres clásicos que simplemente hay que ver.

  • El primer ejemplar que viene a mi cabeza es Hannibal. La interpretación de Anthony Hopkins es algo de otro mundo: mi corazón no puede evitar saltar cuando aparece en escena.
  • Para muchos no hay nada más intrigante que las películas sobre asesinos seriales, y en esa línea, no puedo dejar de pensar en Se7en, esa obra maestra de David Fincher, que es uno de los capos del cinema de suspenso.
  • Por último, hay que mencionar a Prisoners, peliculón en el que el personaje de Jake Gyllenhaal tiene un extraño tic que lo hace parpadear. La trama es, digámoslo, un cliché: dos niñas desaparecen en una ciudad pequeña y todos parecen sospechosos. Pero el diferencial de Prisoners es que la mayoría de las escenas son de día y que no hay música de suspenso que ayude a meter miedo. La tensión que se crea es de otro mundo y nos atrapa del minuto primero hasta el final.

¡Te veo el próximo jueves!

Delfina

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