Catalina Hornos es fundadora y directora de Haciendo Camino. Esta asociación civil trabaja para mejorar la calidad de vida de familias en situación de vulnerabilidad en el Norte argentino. Para esto, cuenta con doce centros en las provincias de Santiago del Estero y Chaco, brinda atención a un promedio de 1.000 niños y niñas de entre 0 y 5 años que asisten a sus centros semanalmente junto a sus madres. El 2 de octubre inaugurarán un nuevo centro en Colonia Dora, Santiago del Estero, donde darán atención a 72 familias.
—¿Qué significa abrir un nuevo centro tras meses tan duros por la pandemia?
—¡Para nosotros abrir un centro siempre es una gran alegría y un nuevo desafío! Las familias sufrieron mucho el aislamiento, no poder asistir a las escuelas, donde además de educación los chicos recibían desayuno y almuerzo; se truncó toda fuente de trabajo y la posibilidad de viajar a otras provincias como trabajadores golondrina. Hoy, para nosotros, es una gran alegría poder inaugurar este espacio propio que nos permitirá acompañar a 72 familias. Se les brindará talleres de oficios, seguimiento y control nutricional a niños y niñas y espacios de encuentro que tanto hacen falta.
—Se dijo mucho que en esta crisis que atraviesa el país se vio la solidaridad de los argentinos. ¿Compartís esta visión?
—Yo creo que la solidaridad de los argentinos siempre se ve ante las situaciones de crisis y de eso tenemos que estar muy orgullosos. Pero también creo que es importante que la solidaridad se sostenga más allá de las emergencias visibles. Porque los procesos de cambio llevan tiempo... y porque la pobreza en sí misma es una emergencia.... aunque sea callada y a veces invisible. Que haya tantos argentinos por debajo de la línea de la pobreza debería mantenernos a todos en estado de emergencia.
—¿Qué aprendiste a partir del trabajo en Haciendo Camino?
—Aprendí muchas cosas. Lo más importante es que si nos unimos podemos modificar la realidad. Quizás no la del país, pero sí la de una familia o una comunidad. Solo hace falta acercarnos, conocernos y trabajar juntos.
—Estamos en épocas de elecciones. ¿Hay algún proyecto o idea de ley que ayudaría al trabajo que hacen organizaciones como Haciendo Camino?
—Hay varios proyectos que hablan de la primera infancia, de los primeros 1.000 días, tanto provinciales como nacionales. Yo creo que nuestro gran desafío no es crear nuevas leyes sino asegurar el cumplimiento y la continuidad de las que tenemos. Por ejemplo, hoy en día, la leche en las postas sanitarias no llega todos los meses; el acceso a la salud no está garantizado para todas las comunidades, las condiciones en las que se hacen los partos ponen en riesgo la salud de madres y niños. Antes de crear nuevas leyes tenemos que velar porque se cumplan las que tenemos, porque no poder ejercer los propios derechos es igual a no tenerlos.
—¿Cuál es, para vos, la principal virtud del trabajo que hacen en los centros? ¿En qué quisieran crecer?
—Creo que lo que hacemos es dar herramientas a las madres desde el embarazo y a las comunidades en las que estamos presentes. Herramientas de todo tipo: desde enseñarles cómo pueden cuidar a sus hijos/as desde que están en la panza, hasta aprender un oficio para tener una fuente propia de sustento. También se les enseña cómo administrar la economía doméstica... o cómo preparar alimentos más nutritivos con los mismos ingredientes para sus familias. Cuando damos herramientas sabemos que los cambios van a ser sostenibles en el tiempo, independientemente de nuestra presencia. Por otra parte, quisiéramos crecer en el número de padrinos y madrinas, que equivale a cada vez más niños/as que podemos atender y acompañar. Cada vez son más los niños y niñas desnutridos que recibimos en nuestros centros y no tenemos capacidad de atender a todos por falta de recursos.
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