Producir carne porcina en territorio argentino para exportarla a China. Este es el principal propósito detrás de un posible acuerdo entre la Argentina y el país asiático, cuya firma quedó postergada sin nueva fecha tras el reclamo de la sociedad civil. Producción intensiva, hacinamiento de animales, generación de residuos, cuestionado bienestar animal, posibles cunas de virus. Son las principales preocupaciones y los argumentos por los cuales la sociedad civil hoy vuelve a salir a las calles en distintas provincias del país.
Tras un año de idas y venidas con el acuerdo, escaso acceso a sus detalles y un hermetismo desde las autoridades sobre el tema, el reclamo de la sociedad civil no se limita a la negativa de realizarse sino que va más allá: garantizar acceso a la información, participación y una consulta popular.
Antes de profundizar en las acciones de hoy, repasemos un poco en qué consiste esta novela llamada acuerdo porcino con China.
¿En qué consistiría el acuerdo?
Sí, digo "consistiría" y no "consiste" por el hermetismo que ha habido en la información desde un inicio y que aún persiste. El 6 de julio del 2020, la Cancillería Argentina informó en su sitio web que se había mantenido una comunicación entre el canciller nacional, Felipe Solá, y el ministro de Comercio de la República Popular China, Zhong Shan. Allí se destacó positivamente la existencia de "un proyecto entre ambos gobiernos sobre producción de carne porcina de inversión mixta entre las empresas chinas y las argentinas". Y aquí viene la parte más importante. Se detalló que "la Argentina podría producir 9 millones de toneladas de carne porcina de alta calidad y le daría a China absoluta seguridad de abastecimiento durante muchos años".
Nueve millones de toneladas de carne porcina. Esa cifra alarmó a la sociedad civil, aún cuando no se detallaba si era anual, en una determinada cantidad de años u otra variable. Para tener una referencia, según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en 2018 la producción de carne de cerdo de Argentina fue de 624.000 toneladas, una cifra que se duplicó en los últimos ocho años (en 2010 eran 301.000 toneladas).
¿Qué podría significar un considerable y mayor incremento para abastecer a China? Producción intensiva.
"La granjas industriales se basan en pensar en trabajar con animales como si fuesen engranajes de una fábrica que debe dar mucho de algo, por ejemplo de carne, en el menor tiempo posible, en el menor espacio posible. Al estar trabajando con animales, eso conlleva al hacinamiento de esos animales, que se siguen comportando como tales y llegan a estar estresados. Para que ese estrés no termine en enfermedades, van a estar medicados, van a estar comiendo una cantidad de alimento balanceado para acelerar el crecimiento, van a estar produciendo muchos desechos", nos explica la periodista especializada en industria alimenticia Soledad Barruti, y sentencia: "Los espacios donde suelen estar estas granjas son espacios irrespirables, son zonas de sacrificio, son zonas donde no se puede vivir, donde ese aire contamina, enferma y mata".
El reclamo de la sociedad civil fue tal que ese mismo comunicado de Cancillería apareció semanas más tarde modificado. No con un aviso de equivocación, error o cambio, simplemente apareció con otras cifras y variables (tal como se muestra en la imagen y persiste hasta el momento de escribir esta nota en su sitio web). Ahora, "la Argentina alcanzará 900 mil toneladas en cuatro años y en un proceso prudente, supervisando las buenas prácticas e incorporando tecnología de punta para reducir el impacto medioambiental".
Para no transmitir la lentitud y densitud de esta novela, pasemos a lo concreto. El reclamo de la sociedad civil, mayoritariamente a través de redes sociales debido a la pandemia, fue tal que la firma del acuerdo se retrasó. Desde entonces, no hubo información oficial sobre una nueva fecha de firma de un acuerdo binacional. Desde el gobierno nacional no se habla de un gran acuerdo entre países, pero sí se distingue la necesidad para el país de aumentar la producción porcina local.
Más precisamente, en la reciente entrevista en Caja Negra el presidente argentino, Alberto Fernández, expresó: "La discusión no es si cerramos el acuerdo por las granjas porcinas, el problema es cómo vamos a producir porcino en la Argentina. No podemos producir porcino de un modo que contamine el ambiente".
Hoy en la mañana el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Fulkas, dijo en el programa radial Hablemos Todo Hoy que "no hay un acuerdo formal con China, que no ven problemas ambientales en la instalación de granjas porcinas y que están trabajando en un manual de buenas prácticas ambientales".
Con motivo de la movilización de hoy, ayer pregunté a la Cancillería si tenían algo para decir respecto del acuerdo porcino con China. La respuesta fue un escueto y contundente "no".
¿Cuál es el reclamo de la sociedad civil?
"Durante todo este año hicimos múltiples pedidos de acceso a la información pública a los ministerios de Agricultura, Ganadería y Pesca; Ambiente; Producción y Cancillería, y a la presidencia de la Nación, de los cuales en la mayoría de los casos no tuvimos respuesta y, cuando las tuvimos, nos dijeron que le preguntáramos al otro. Es decir, si le preguntábamos al Ministerio de Agricultura, nos decían que le preguntáramos a Cancillería y así...", nos cuenta Flavia Broffoni, activista y cofundadora de Extinction Rebellion Argentina y agrega: "Todo este plano discursivo del gobierno en el correlato de los territorios y de la realidad, sabemos que no opera en los hoteles de Chaco, que están llenos de funcionarios chinos negociando la concesión de tierras".
Con ella coincide Barruti al referirse al status actual del acuerdo: "No hacen caso al pedido de acceso a la información pública, tampoco a periodistas. No ha habido ninguna comunicación formal oficial más allá de tweets. Lo que hay hasta ahora son anuncios a posteriori de decisiones tomadas sin representatividad de la sociedad porque la sociedad no es consultada de ninguna manera, como ocurrió ahora en Chaco, que es donde se supone se van a instalar las primeras tres megagranjas".
El reclamo de la sociedad civil de acceso a la información y a la participación no es mero capricho. Tiene de hecho una actual herramienta de sostén: el Acuerdo de Escazú. Se trata del acuerdo regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, que entró en vigor el pasado 22 de abril, basado en el principio de que “el mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de los ciudadanos”.
Más allá del no al acuerdo porcino con China, Broffoni destacada que tienen un único pedido: "Que traigan información y que habiliten mecanismos de participación ciudadana para tomar una decisión colectiva sobre si éste es el modelo productivo que queremos para nuestro país, con todo lo que eso implica, o necesitamos empezar a planificar en un contexto de transición ecológica y climática políticas públicas que promuevan proyectos productivos diferentes, en donde se privilegie darle de comer a la gente y no exportar animales industrializados a China".
Ese "con todo lo que eso implica" hace referencia a cómo estos modelos intensivos de producción están ligados a la expansión del modelo agroindustrial dejando a paso la deforestación y los consecuentes impactos ambientales; así como también granjas industriales con cuestionadas condiciones de maltrato animal y exceso de antibióticos.
Aitor Garmendia es un fotógrafo de origen vasco que desde hace dos décadas visibiliza el maltrato que se produce en mataderos y granjas. Documentó la situación en más de 30 granjas porcinas en España y el hallazgo fue en contra del "bienestar animal" que desde los gobiernos y el sector privado dicen garantizar. "Si atendemos al significado de bienestar cuando se trata de las condiciones en las que nos encontramos las personas, podemos constatar que no hay un solo animal en toda la industria ganadera que se encuentre en un estado de bienestar. Sufren daños, como la muerte o la propia privación de libertad, que son consustanciales a los procesos de explotación animal. La industria considera que un animal se encuentra en un estado de bienestar solo cuando no sufre los daños que se esperan de su propia explotación", nos compartió en una entrevista en RED/ACCIÓN.
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El otro motivo detrás del reclamo de la sociedad civil: la posible incubación de virus que suponen estas megranjas.
¿Pueden las granjas porcinas ser foco de pandemias?
Para responder a esta pregunta hay que comenzar por otro interrogante: ¿por qué China está buscando otros territorios para abastecerse de carne porcina? En 2019 y 2020 el país asiático debió matar cientos de millones de cerdos debido a la peste porcina africana. Tal como explica la Organización Mundial de Sanidad Animal, la peste porcina africana se trata de una enfermedad hemorrágica altamente contagiosa que afecta a cerdos domésticos y silvestres y que ocasiona graves pérdidas económicas y productivas. La organización aclara que "no representa un riesgo para la salud humana". ¿Entonces? Pasemos a la siguiente consideración.
En su más reciente reporte Prevenir próximas pandemias -publicado el 6 de julio del año pasado-, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente concibe a la intensificación agrícola insostenible como uno de los siete factores antropogénicos que contribuyen a la aparición de zoonosis, es decir, de enfermedades transmitidas de animales a humanos.
Más precisamente, describe que la intensificación de la agricultura y, en particular, de la ganadería doméstica (la cría de animales) provoca que haya un gran número de animales genéticamente similares. Esos numerosos animales están hacinados, unos muy cerca de otros, en condiciones lejos de ser las ideales, recibiendo antibióticos para ser resistentes a las enfermedades. "Esas poblaciones de huéspedes genéticamente homogéneas son más vulnerables a las infecciones que las genéticamente diversas, al ser más probable que estas últimas incluyan a algunos individuos que resisten mejor a las enfermedades", detalla el reporte.
Y veamos el ejemplo que se da: "La cría industrial de cerdos, por ejemplo, promovió la transmisión de
la gripe porcina debido a la falta de distanciamiento físico entre los animales".
Si bien el síndrome de diarrea aguda porcina (SADS) que tuvo como animal reservorio del virus a los murciélagos y luego pasó a los cerdos en 2016, no se transmitió a los seres humanos -o al menos no hubo constancia formal de ello-, ¿para qué seguir experimentando con este tipo de actividades intensivas que, como ya se advierte, nos pueden exponer ante virus en cuestión de segundos?
¿Cómo será la movilización de hoy?
Es una acción plurinacional. Habrá actividades en distintos puntos del territorio argentino que incluirán acciones performáticas, intervenciones artísticas, discursos y participaciones musicales; además de las obvias expresiones en redes sociales con los hashtag #NoAlAcuerdoPorcinoConChina y #BastaDeFalsasSoluciones. En la Ciudad de Buenos Aires, la movilización central iniciará a las 14 frente a la Embajada de China.
"Hoy se cumple exactamente un año de la primera movilización en contexto pandémico en resistencia a lo que en ese momento era el memorándum de entendimiento entre Argentina y China para instalar megafactorías de cerdos, a partir de la emergencia de la peste porcina africana en China y en otros países de los que se abastece", explica Broffoni y refuerza el pedido: participación en la toma de decisiones.
En el siguiente posteo se puede conocer más sobre los horarios y locaciones de acción según provincias.
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