La tiktoker Demi Kotsoris, conocida por su arroba @millenialcrisis, comparte consejos y hacks para el universo de aplicaciones laborales, el camino de construir una carrera, para los perdidos recién graduados, y para la vorágine de emociones que conlleva hoy navegar por el mercado laboral. Hace algunos días uno de sus videos generó controversia: la influencer charlaba sobre por qué las éticas laborales de los Boomers, Millennials y Generación Z son tan distintas:
@millennialcrisis Access to information really do change your outlook & pathway or mental state lol #20something #30something #quarterlifecrisis #millennial ♬ original sound - Demi Kotsoris
El video insiste con la idea de que la Generación Z (los que tienen de 28 años para abajo) sabe que la vida es corta, en especial desde la pandemia, y viven con una especie de desfasaje respecto a los valores que les inculcaron: aunque estén en un gran ambiente laboral, aunque hayan conseguido el trabajo de sus sueños, esto no logra ser su prioridad, o siguen deprimidos, enfocados en algo más: viajar, vivir su vida al máximo. Los Baby Boomers, de entre 59 y 78 años, tenían al trabajo como modo de vida y las mujeres de su generación recién se incorporaban al mercado laboral. Los Millenials (hoy entre 41 y 29 años), en cambio, no se caracterizan por dejar la vida en el trabajo, y son quienes vieron el nacimiento de internet, por lo que tuvieron que adaptarse a cambios vertiginosos.
La idea provocó reacciones muy distintas en los comentarios, desde “es porque sabemos que trabajar es una estafa y nunca vamos a poder comprar una casa” hasta “las corporaciones son una estafa piramidal”, o algunos comparando la perspectiva de los jóvenes europeos y estadounidenses. Imagínense el rumbo que podría tomar esta discusión en Argentina, donde los jóvenes sueñan meramente con poder pagar un alquiler.
El punto es que las diferencias entre las generaciones, más allá de ser algo cultural, tiene mucho que ver con los cambios en la economía y estructura del trabajo a nivel global. Tal como propone este artículo de Yahoo! Finance, podemos profundizar la discusión en varios puntos:
¿Algún día seremos propietarios?
La crisis inmobiliaria puede parecer algo muy local, pero esta pregunta está en las mentes de todos los jóvenes del mundo. En el año 2019 un departamento de 50 m2 en la Ciudad de Buenos Aires costaba 143 salarios del trabajador promedio. Cuatro años después, según datos de Reporte Inmobiliario, se necesitan entre 13 y 20 años de sueldo para adquirir una propiedad. Mientras que, entre los años 1995 y 2001, (para los Baby Boomers) en Argentina, un salario medio tenía el potencial de compra de entre el 80 y 88% de un metro cuadrado. Ahora tiene un poco más de sentido el entusiasmo laboral de las generaciones anteriores, ¿o no?
Vivir al límite: ¿elección u obligación?
“YOLO” (you only live once // solo se vive una vez) es una expresión que se usa seguido en Estados Unidos para hacer algo jugado y no pensar en las consecuencias. “La vida no se recursa” decía una amiga mía en sus años de facultad y en una versión más argenta. Uno de los comentarios en el video de Tik Tok, sin embargo, advierte sobre sus riesgos: "Esta mentalidad es tan ´sólo se vive una vez' que luego te vas a arrepentir de esas decisiones". De nuevo, esto no es algo sólo de “la psicología de unos jóvenes arriesgados”, sino que tiene que ver con algunas transformaciones estructurales.
El sociólogo Richard Sennet cuenta en su libro La corrosión del carácter la historia de Rico y Enrico, hijo y padre, millenial y boomer, respectivamente. La historia ilustra tan bien este problema que asusta: Enrico (padre) es panadero y está lleno de certezas: sabe exactamente cuándo se va a jubilar y con cuánta plata va a contar. Tiene muchas razones para estar orgulloso de su hijo Rico, universitario y ejecutivo de IBM, pero igual se preocupa: cambia de trabajo todo el tiempo, no construye su carrera de manera lineal y acumulativa. Sennet le presta atención a que “en vez de trabajos, tenemos proyectos, nombre que denota su carácter contingente”. ¿Quién de los Millenials/Generación Z no ha escuchado decir a un amigo “¿El mismo trabajo 30 años? ¡Me mato!”. En fin, la idea de que nuestra vida laboral no va a ser igual toda la vida está bastante arraigada (y es lo que propone el autor con el concepto de capitalismo flexible).
Esta filosofía de “vivir al límite” no sólo tiene que ver con causas económicas. Hace unos días apareció en mi feed este video del comediante Finlay Christie, que uno podría decir que se ríe para no llorar:
Los millennials nacieron en un mundo que prometía tantas cosas, pero no las entregó” arranca. “Nosotros, en cambio, sabíamos que estaba arruinado por internet: teníamos expectativas muy bajas, sabíamos que el mundo se iba a acabar en el trascurso de nuestras vidas”. Y los desafío a no reír con el último fragmento: “En la reunión en la que nombraron a las generaciones, se ve que dijeron ‘vamos a hacerlo alfabéticamente: los más grandes generación X, los de después generación Y, y después los Z’. Me imagino que alguien en esa reunión dijo ‘¿y qué onda con los de después de los Z?’”. La reacción debe haber sido ‘jaja, qué buen chiste Craig’”. Para decirlo de manera más sintética: además de los problemas económicos que nos hacen medio fatalistas o cínicos, se suman los medioambientales.
Ahora sí: la psicológica
En esta nota de Fast Company se comparten tips para reclutar a trabajadores de la Generación Z: “La Generación Z inicia tendencias y las termina; son los influencers y los influenciados. Conocen bien la tecnología y el poder de sus voces para moldear el mundo de acuerdo con sus ideales. Muchos expertos creen que las empresas que entiendan y atiendan a la Generación Z van a obtener una ventaja competitiva en la economía del mañana”. Por todas las razones que vimos, no es fácil entusiasmarlos, pero esta nota habla de algo más: sí, somos un poco quisquillosos, queremos flexibilidad, home office, buena comunicación y una compañía de acuerdo con nuestros ideales. Con este último aporte, podemos terminar nuestra reflexión de manera optimista: el mercado laboral valora nuestra visión fresca, sazonada en la experiencia de haber nacido en la era de internet, y quizás podamos conectar nuestro trabajo con nuestra visión del mundo.