Francia se enfrentó a la segunda vuelta de sus elecciones legislativas. Aunque todo parecía indicar que comenzaría una nueva era política dominada por Marine Le Pen y Jordan Bardella, los líderes de ultraderecha, la jornada de votación terminó con una sorpresa. La coalición de izquierda, el Nouveau Front Populaire, fue el partido que sacó el primer puesto.
En detalle, según informa Le Monde, la fuerza que se impuso obtuvo 182 bancas en el parlamento. Mientras, Ensamble, el partido del actual presidente Emmanuel Macron, sacó 168 lugares, un resultado muy favorable en relación a los números que habían sacado en la primera vuelta, pero igualmente significó un descenso de las 250 bancas que tenía. Por último, Rassemblement National (RN) quedó en tercer lugar, con 143 sillas.
Con una participación histórica con más del 60 % del padrón, los demás lugares se repartieron entre los partidos más moderados y con menos convocatoria. Les Republicans (LR) se quedó con 46 sillas mientras que la Droite con 14. A su vez, Gauche, un partido no unido a la coalición izquierda, obtuvo 13 sillas. Ya en lo último, el partido Centre quedó con 6, Les Regionalistes con 4 y otros “diversos” con 1 sola.
Lo importante de estos números es que nadie obtuvo la mayoría absoluta para formar Gobierno. En específico, cualquier fuerza debería tener al menos 289 bancas para llegar a esta meta. Entonces, la pregunta que se hacen los franceses (y el mundo entero) es qué es lo que sigue ahora para la república.
Próximos pasos
La apuesta de Emmanuel Macron de adelantar las legislativas luego de la victoria de la extrema derecha francesa en las elecciones por el Parlamento Europeo dio más resultados de lo que se esperaba. Su objetivo explícito —frenar el avance de la fuerza conservadora— se logró. Pero su deseo implícito, volver a ganar popularidad y confianza de la ciudadanía, todavía está por verse.
Según la BBC, el bloqueo a la derecha fue una cooperación entre todos los partidos. Por un lado, se formó la coalición Les Republicans, así como la del Nuevo Frente Popular (ambas nacieron en el momento en que Macron disolvió la Asamblea), piezas claves para frenar el avance del conservadurismo y reunir propuestas dentro de un solo partido.
Además, pactaron candidaturas unitarias y retiraron a varios candidatos de centro y de izquierda a fin de unificar los votos en las diferentes jurisdicciones de Francia. Esto quiere decir que, en muchos lugares donde había tres candidatos (por ejemplo, uno de derecha extrema y otros dos de partidos opositores) dejaron solamente uno que represente la contra, así se fortalecen los votos.
El futuro Gobierno
Todavía no hay una definición concreta sobre el futuro de la gobernabilidad, pero efectivamente se deben generar alianzas que impongan una mayoría absoluta en el congreso. La cuestión reside en quién va a hacerlo y con quién, ya que las tres principales fuerzas no parecen estar dispuestas a negociar ni a ceder en sus propuestas.
Macron, por un lado, no va a pactar con Le Pen (y viceversa), quien fue su rival en las últimas elecciones presidenciales, donde llegaron hasta la instancia de balotaje. Además, el presidente adelantó antes de la segunda vuelta que tampoco pactará con el Nuevo Frente Popular, debido a que dentro de su coalición hay ciertos extremismos, como el que lidera Jean-Luc Mélenchon.
Lo que sí podría pasar es que el oficialismo se una con Les Republicans y que la coalición de izquierda del Nuevo Frente Popular se rompa. Así, los menos extremistas se unirían a esta nueva fuerza para formar gobierno. Si esto sucede, igualmente Macron deberá hacer muchos cambios en su gabinete para saciar los intereses de los otros partidos. En ese caso, por ejemplo Gabriel Attal (que ya intentó de renunciar pero se rechazó), primer ministro muy macroniano, se retiraría.
¿Qué sucede si hay una alianza de fuerzas opositoras al oficialismo? En ese caso, se daría la famosa cohabitación. Esto sucede cuando el partido de oposición controla la Asamblea Nacional, obligando al presidente a elegir a un primer ministro de ese partido mayoritario. Generalmente, esta se establece para asegurar que el gobierno sea funcional y pueda implementar políticas con el apoyo suficiente en la Asamblea.
Si no hay alianzas y la asamblea queda dividida, se convertiría en una situación muy excepcional, pero es posible. Por un lado, la coalición de izquierda podría —si quisiera— llamar a formar gobierno, ya que ganó y tiene la prioridad: se da la cohabitación. Lo que pasa es que sería un gobierno muy fácil de derrocar debido a que va a tener a la gran mayoría en contra.
Es decir, en cualquier momento la eventual oposición puede sacar una moción de censura, un procedimiento parlamentario que permite a los miembros de la Asamblea Nacional expresar su desaprobación hacia el gobierno en funciones. Si se aprueba, la moción de censura puede obligar al gobierno a dimitir. Entonces, este primer escenario no tendría mucho sentido. No habría posibilidad de gobernanza.
En Francia, el cálculo que tienen que hacer los políticos en la Asamblea no es la cantidad de sillas para llegar a la mayoría absoluta (muchas veces difícil), sino más bien la cantidad de bancas que estarían en contra de sus reformas. Macron, en las últimas legislativas, sacó 250 bancas. Lo que sí calculó fue la cantidad de personas que, aunque no sean de su partido, no estarían tajantemente en contra de sus leyes. Se puede gobernar con una mayoría relativa y una oposición controlable.
Entonces, lo que puede pasar es que el presidente Macron llame a un gobierno tecnocrático. Esto quiere decir que los cargos gubernamentales y las decisiones políticas están en manos de expertos técnicos, profesionales y científicos en lugar de políticos tradicionales. Así, aunque no pueda haber mayor reformas ya que la Asamblea está paralizada y no hay alianzas, se asegura el funcionamiento del país.