—Las organizaciones no pueden ignorar el contexto cuando comunican y ahora nos toca la pandemia y sus efectos. ¿Qué está pasando en términos de sentimiento de conexión con los demás?
—Lo que está pasando no tiene precedentes. No puedo hablar de los efectos de la pandemia a todos los niveles, pero sí puedo hacerlo desde la psicología. Investigamos cómo se sentía la gente antes de que empezara el confinamiento, en febrero de 2020, y después preguntamos a las mismas personas las mismas preguntas cuando ya estaban encerradas en sus casas, en abril. Lo hicimos con estudiantes universitarios y con un grupo de todas las edades, sobre todo en los Estados Unidos y el Reino Unido. Ese período muestra los mayores cambios de comportamiento externos nunca vistos, pero es interesante que el sentimiento de conexión se modificó muy poco durante ese período entre los estudiantes universitarios: me siento entendido por la gente que conozco, cerca de ellos. Y en el caso de los adultos de todas las edades, paradójicamente declinó el sentimiento de soledad, a pesar de estar físicamente aislados. Hay que aclarar que eso es el promedio. Los estudios muestran que alrededor del 70% es muy resiliente pero hay un 25 o 30% que no, y hay que ocuparse de ellos.
—Tu objeto de estudio es la felicidad. ¿Cómo la definirías?
—Tanto yo como otros investigadores pensamos que tiene dos componentes esenciales: la experiencia de emociones positivas frecuentes (alegría, interés, orgullo, afecto, entusiasmo, paz, etc.), y la sensación de que estás alcanzando tus metas en la vida. Así se puede decir que sos feliz en tu vida y sos feliz con tu vida. Quisiera señalar que cientos de estudios muestran que las personas felices en y con sus vidas tienden a ser más saludables, vivir más tiempo, ser más creativos y productivos. También son mejores líderes y negociadores y logran relaciones más beneficiosas, además de ser capaces de recuperarse mejor de las adversidades. Claro, es un círculo virtuoso: la felicidad es causa y efecto de todas estas cosas buenas. En definitiva, la felicidad no es solamente algo que se siente bien, sino que es buena en sí misma y produce muchos efectos positivos.
—¿Y en un contexto como el de la pandemia, es posible?
—Muchas investigaciones controladas muestran que la felicidad está bastante asociada a lo que llamamos actividades positivas, como expresar gratitud, disfrutar con conciencia de las cosas buenas de la vida, tener actos de amabilidad. En la investigación de estos meses decidí enfocarme en un tipo específico de actividad positiva que es el comportamiento pro-social o la amabilidad y generosidad. El estudio, que además es consistente con otros del pasado, muestra el incremento significativo de la sensación de felicidad de personas que pueden identificar que hicieron al menos un acto de gratitud en las últimas 24 horas versus los que no pueden hacerlo. También comparamos en otro tramo la autoconciencia de felicidad en dos grupos controlados. Uno tenía la misión de organizarse para hacer algo por los demás y el otro tenía que ejecutar actividades de autoindulgencia: comer algo rico, dormir una siesta, tomar masajes. Es notorio cuánto más felices se sintieron los primeros. La pandemia no nos limita en nada de esto, así que la respuesta es: la pandemia no es un obstáculo para la felicidad.
Las tres preguntas a Sonja Lyubomirsky son un extracto de la presentación que dio en el Marian Miner Cook Atheneum en octubre de 2020. Para acceder a la presentación completa, podés hacer click acá.
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Esta entrevista fue publicada originalmente en Comms, la newsletter sobre comunicación institucional y corporativa que escribe Juan Iramain. Podés suscribirte en este link.
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